24.-Marianas/ Perfume

41 0 0
                                    

Hace mucho tiempo, nací en una colonia pequeña donde el fuego era nuestra vida, los dioses existían y el miedo nos mantenía vivos. Ha estas alturas no recuerdo los nombres y ciertos rostros se han escapado de mi mente, otros detalles se han mal formado con otros. Pero recuerdo que todo comenzó cuando yo era apenas una niña, no recuerdo cuantos años tenía, pero si recuerdo que aún era joven y no había sido comprometida con nadie. Tuve muchos hermanos y hermanas, ahora parecerían demasiados pero recuerdo que era normal. Mi padre se había casado tres veces y su mujer actual era mi madre, yo era de las más pequeñas exceptuando a Serafina mi hermana menor quien era la menor de todos. 

Vivíamos tranquilos en las extensas tierras de mi padre, donde los hombres trabajaban y nosotras les alimentábamos. Siempre estábamos cocinando o recolectando bayas y frutas. Todo cambió un día que fui al río por agua, había ido con Serafina, eramos inseparables.

***

Unas niñas caminan dando pequeños brincos por un busque de troncos altos y gruesos. Los chinos de una revolotean en cada zancada y extiende sus brazos haciendo equilibrio en la raíces gruesas.La otra más pequeña, caminaba rodeando la mayor cantidad de obstáculos mientras luchaba con el peso de dos cubetas de madera. Su cabello rubio y largo brillaba con el sol y palidecía como la leche.  Al llegar al río caminan por su orilla y la pelirroja le mira, ve el agua cristalina y sonríe corriendo en contra corriente.

-¡Esperame!.-Le gritaba la pequeña.
-¡Vamos Serafina eres muy lenta!.-Gritó la otra.

Serafina peleaba por mantener el equilibrio mientras caminaba por la orilla del lago, los cubos de madera golpeaban en cada salto sus rodillas poniéndolas rojizas.

-¡Marianas!.- se escucho seguido de un chapuzón. 

Marianas se detiene y gira para mirar a su hermana pero no ve nada, solo percibe la orilla vacía y el sonido del agua fluyendo. Su respiración comienza a acelerarse y sus pies a temblar, pronto su respiración agitada es lo único que escucha y entra en pánico. Corre a favor de la corriente buscando a Serafina y gritando su nombre.

-¡Marianas!.- Se escucha desde el río.

Marianas mira y ve a su hermana aferrandose con fuerza a una roca que sobre sale del agua.

-¡Ayúdame!
-¡Voy por papá!
-¡Ayúdame! ¡Por favor!
-¡Voy por papá! ¡No te sueltes!

Marianas atraviesa al bosque corriendo con todas sus fuerzas hasta legar donde esta su padre y sus hermanos. Dando gritos de auxilio, los alarma para entrar en acción y la familia acude a la ayuda de Serafina. Marianas les guía moviéndose ágil por el bosque, pero al llegar la escena la deja sin aliento. Un hombre de cabellera obscura como el carbón, barba de media noche y con mucho bello en los brazos, descansa a un lado de la orilla donde Serafina se yace acostada. Marianas le vislumbra congelada mientras su padre la alcanza, y al llegar su padre este reacciona violento.

-¡Debí saber que esto era parte de un augurio tuyo maldito brujo!.- Arremetió el padre.

El sujeto guardo silencio y se puso de pie para retirarse, pero el padre de Marianas camina hasta él y lo empuja contra un árbol.

-¡Si vuelves a tocar a alguien de mi familia, are que todo el pueblo te queme vivo!.- Concluyo con fiereza.

El hombre se limito a verle a los ojos, su mirada calmada y con los parpados relajados le daban un aspecto somnoliento. Sacudió sus ropas y paso su mirada hasta Marianas a quien observo por casi un respiro, después se retiro caminando. 

-No vuelves a ir sola a ningún lado sin nadie mayor.- Dijo el padre.-Ni tu ni tu hermana.- Toma a la durmiente Serafina en brazos.-¿Queda claro?.

Marianas se limito a afirmar con la cabeza y guardar silencio.

***

Pero en mi cabeza la mirada de aquel extraño hombre seguía tatuada en mi memoria, se impregno como un perfume que me duro hasta en la noche y me hizo soñar. Dentro de mi ser hubo un antes y un después de verle, y eso desencadenaría el cambio que definiría mi vida, pero yo aún no lo sabia. No entendía por qué no pasaba un solo momento en que no pensara en lo sucedido, en él. Yo sabía que él había salvado a mi querida hermana y tenia que recompensarle de alguna forma, así que a los dos días de lo sucedido, me escape al río para buscarlo. 

MarianasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora