CAPITULO 1 - La oscuridad

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Aquellos días fueron los más duros. Se sintió morir al igual que lo hacía su madre. Aunque todos en la familia sabían cual sería el desenlace, Bethany no estaba preparada para aquello.

Una mañana de noviembre, lluviosa y fría, al salir de aquel hospital su voz calló al igual que la de la madre de aquella familia. Nada valía la pena. No pensaba en el futuro. Ni en los miles de planes, menos en su ingreso en la universidad de artes. Nada. Solo un hoyo profundo y oscuro en su corazón quedaba. El que duró mucho, mucho tiempo.

Fue más duro aún para el resto de la familia, aceptar la dificultad racional temporal de la pequeña Beth, como la llamaban, que en sí, la física ausencia de la querida Anette. Su hermana Margaret fue quien más sufrió por ello, no oír su voz, no ver su sonrisa honesta.

Por semanas en principio, y luego meses no pronunció palabra. Solo podían contemplar y cuidar de la catatonía de su cuerpo, y tiempo después, los intentos por quitarse la vida. Varios, en los que las marcas costarían en borrarse de su cuerpo.

Fueron casi dos años de luchar contra su depresión, internaciones constantes, dramáticos viajes entre la granja y Atlanta, en los que tras debatir con la familia, el viejo Hershel decidió que lo mejor era enviar a su hija lejos un tiempo.

-Doctor, usted considera que es apropiado? Realmente nos costaría alejarnos de ella y no sabemos cómo podría reaccionar. – Fue el dialogo entre Hershel y el Psiquiatra.

-Señor Green, creo que es una buena oportunidad para que cambie el ambiente. Su hija está en una etapa de estabilidad, el tratamiento dio resultado, pero solo su estado de ánimo puede ayudar ahora. Deje que por un tiempo se aleje. Usted me comentó donde iría y le cuento que allá tengo buenos colegas con quien recomendar el seguimiento de Bethany.

La mejor opción fue llamar a Emma, hermana de Anette quien de joven regresó a Irlanda con sus tías y nunca volvió. Aquella era la tierra de sus primogénitos, de ambas familias. Los Greene pertenecían a esos lugares, mucho antes de que el padre de Hershel por amor viajara a Norteamérica y se instalara en Georgia tratando de reproducir sus viejas tierras.

-Lo sé Emma, pero te encargo a mi pequeña, se que estará bien, solo cuídala.

-Hershel, déjame compensar la ausencia de esta tía, aquí estará bien, te lo aseguro. –Fue la última conversación telefónica entre ambos, antes de que el avión partiera a Dublín.

Realmente era una tierra hermosa y eso lo supo al sobrevolar la ciudad, al salir del aeropuerto y oler las hierbas que rodeaban todo. La casa de Emma se encontraba treinta minutos en las afueras, al sur de la cuidad, y aquel primer viaje en auto le otorgó el paisaje más encantador. Gente muy amable, y casas bajas, montañas y cosas que maravillaron a la joven, era lo que vivía minuto a minuto.

Solo fue duro aquel primer encuentro, Beth no tenía mucho trato con su tía. Menos aún conocía a sus primos. Eran tres, y era muy gracioso para ella que se parecieran tanto. Los Mc Kelly. Todos pelirrojos como su padre, con muchos rulos en sus cabellos.

Pero era todo un reto para Emma, tratar de recuperar la fortaleza de esa joven de veinte años con la conciencia y el espíritu roto.

Así que por meses Beth solo respiró aire puro, lejos de aquellos momentos tristes, pero llevándolos consigo muy dentro. Superó de a poco la pérdida de su madre.

El tiempo había pasado y ya no era una niña, luego de haberse instalado allí se dio cuenta de eso. Había cumplido veintiuno, más tiempo del que pudo ser consciente, había pasado, armando pedazos de un rompecabezas sacudido en plena adolescencia.

En tus Ojos, nuestro Mar | BethylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora