CAPITULO 14 - Resaca (La cruda)

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Luego de dejar en su casa a Bethany, Daryl siguió el mismo camino por el que había llegado, pero de forma inversa y viento en contra. Sentía una inmensa roca en su pecho y se lamentaba el haberse marchado. En realidad sentía en cada célula de su cuerpo que era un cobarde, si su hermano estuviera allí de seguro se lo recordaría.

No le importó exceder la velocidad permitida, se encontraba rabioso con su suerte. En el fondo sentía que esa joven tenía que permanecer en su vida. Pero ella ya había tomado una decisión y pensaba respetarla, al menos en ese momento.

Llego a las cercanías de Atlanta, dudó en seguir Directamente a Riverside hasta la casa de los Dixon, y de pronto decidió aparcar la motocicleta sobre la acera de un conocido bar de mala muerte.

Allí se acercó a la barra y mirando con disimulo reconoció a algunos ebrios históricos del lugar, evidenciando que el tiempo no había pasado nunca para ellos, manteniendo las mismas costumbres y rutinas de siempre.

Se acomodó sobre el taburete y un hombre mayor desde el otro lado de la barra se acercó hasta él para saber que ordenaría.

-Buenas noches. Que vas a querer? - El cantinero secaba una copa con una gamuza, y de pronto achicó los ojos observándolo en detalle.

- Hola, solo dame una cerveza. -Llevó su cabello hacia atrás, aunque en ese momento no lo tuviera tan largo. Acto seguido saco su atado de cigarrillos, y encendió uno.

-Con que el menor de los Dixon eh.! – Exclamó el viejo con una sonrisa. -Aún no sientas cabeza eh, verdad muchacho? – Lo quedó mirando el hombre.

-See... -Respondió con desgano.

-¿Has vuelto a la ciudad? Hace mucho tiempo que no te veo por aquí.

-No. Solo estoy de visita.

- El menor de mis hijos habló de ti. El va a Emory. Estaba fascinado con tu visita hoy en la mañana. ¡No lo creo! -El hombre se quedó observándolo.

Daryl bebía de su botella en silencio. Con su mente muy lejos, donde había dejado a la rubia de delgada figura.

-Recuerdo que siempre venias aquí cuando tenias problemas en el corazón. ¿Acaso sigues con la misma suerte?

¿Por que iría a contestar esa pregunta si la respuesta era obvia?. Por lo que optó por mantenerse en silencio.

-Como quieras... sigues siendo el mismo raro y perdedor de siempre. ¡Púdrete.! Y dile tu hermano que hace diez años que aún me debe la cuenta que tenía aquí. -El hombre giro y siguió con atención en otros ebrios sentados en la barra.

Aunque su intensión no era darle ninguna importancia a lo que decía el cantinero, Daryl no le extrañó que su hermano hiciera de las suyas, más aún si hubiera discutido con aquel hombre que era un maldito metiche.

Luego de permanecer media hora con la misma botella, siguió con un whisky, y repitió la medida un par de veces más. Bebió lo suficiente como para poder dominar la motocicleta y marchar a la casa. Sacó su billetera y dejó unos cuantos dólares sobre la barra.

Una morena de una mesa lejana lo interceptó mientras trataba de marchar.

-Acaso piensas irte? – Lanzó, aún sentada en su mesa.

El rubio se acercó, miro fugazmente lo que bebía esa mujer. Una botella de tequila permanecía en su mano, un limón muy exprimido, y sal. Y por lo que vio varias medidas ya habían sido ingeridas.

Ella hizo señales con los ojos, para que él se sentara allí, una silla vacía a su lado, pero él al pasar junto a la mesa solo lanzó un - Lo siento. – Negándose a esa insinuación.

En tus Ojos, nuestro Mar | BethylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora