CAPITULO 9 - El reencuentro

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-Papá, se me hace tarde. Tomaré mi desayuno fuera. –Eran las seis de la mañana del lunes y todos despertaron temprano en la casa. Tendría alrededor de cuatro horas de viaje. No podría llevar la camioneta esa mañana, le tocaba tomar un ómnibus.

-Hija, no te irás así. Te llevare a la terminal. No creas que estoy tan viejo y loco como para dejarte caminar hasta allá. – Hershel se acomodó su camisa y terminó de acomodar su cabello a toda prisa.

-Papá por favor, no es necesario que salgas de la casa tan temprano. Ustedes tienen que salir más tarde. Podría haber pedido un taxi. – Contesto al padre.

-Mientras pueda evitar que gastes dinero en ese taxi lo haré Bethy. –Sentencio el canoso hombre.

-Estaremos bien papa, te lo aseguro. Verás que hoy tú también tendrás buenas noticias en el rancho de los Collins. –Beth acomodaba el cuello de la camisa de Hershel. –No quiero verte preocupado. No podría seguir, sabiendo que está todo mal aquí.

-Tú no te preocupes por esto. Solo ve tranquila y no te olvides nada, que hoy tienes que organizar todo en la ciudad. –Advirtió.

-Tengo todo aquí. Ya estoy lista. Tengo que estar allí a las 10, y encontrar a tiempo la oficina. Ese lugar es enorme y espero no perderme al entrar caminando. –Bethany hacía señas con las manos tratando de recrear la inmensidad del lugar. El verano estaba muy cerca. Ese día ató su cabello con una trenza, vestía una básica negra y puso un chaleco de verano sobre sus hombros. Tomó su bolso y ambos cruzaron la puerta de la casa.

Al subir la camioneta manejada por el mayor de los Greene, Bethany prendió la radio. Su canción favorita sonaba de fondo. Eso encendió su corazón. Sabía que se sería un gran día.

-Por favor, al regresar avísame para poder recogerte hija. Vendremos con tu hermano, o bien Maggie puede pasar por ti al salir de su trabajo. – Hershel indicaba mientras se abría paso hacia el pueblo tomando los caminos marcados de polvo, escurridos por el aire tras el paso de los neumáticos.

Llegaron a la estación de autobuses, al comprar el boleto solo tuvieron tiempo para un abrazo y un beso veloz de despedida.

-Cuídate pequeña.-

-Adiós papa! Lo hare. Nos vemos más tarde! – Subió con toda prisa al transporte que ya marchaba destino a la capital del estado. A Través de los cristales de la ventanilla se podían ver los cabellos rubios sujetos a una trenza, y una sonrisa que iluminaba la mañana.

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Daryl se sentó en la mesa a desayunar junto a la familia. Merle se encontraba vestido con la ropa de trabajo. Carol servía el café y Sophia probaba malvaviscos.

-Te has vestido muy guapo hoy tío. Acaso conseguiste novia nueva aquí? Pero si ni siquiera has salido de casa. – La pequeña niña era muy perceptiva a los detalles. Observadora, herencia de su madre. No podía explicarse aquello.

-Sophia, no es correcto que te dirijas así a tu tío. Son asuntos suyos, de acuerdo? – Regaño Carol.

-Lo siento mamá.

-Deja que la niña pregunte mujer, adoro como logra fastidiar a Darilyna. – Merle soltaba una risa a la vez que acababa con su desayuno y se levantaba de la mesa. –De acuerdo, tengo que irme. Cuídense si?

-Que tengas un buen día cariño. –Se despidió Carol de su esposo, aún sentada en la mesa, con un tierno beso. –Pórtate bien por favor.

-Lo hare mujer. – Terminó de saludar a su pequeña y luego choco las manos con su hermano. – Y suerte con lo tuyo celebridad. – Tomó las llaves del automóvil y termino de cruzar el umbral.

En tus Ojos, nuestro Mar | BethylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora