CAPITULO 12 - El muerto caminante

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Ella estaba en medio del bosque que rodeaba la granja, era oscuro, pero podía identificarlo de todas maneras. Caminaba y caminaba sin parar. Sus pasos eran dados a prisa, prácticamente estaba corriendo, y le faltaba el aliento. Vestía un largo camisón blanco, su cabello dorado estaba suelto. No entendía por qué lo hacía, de repente, solo estaba allí.

Corría entre los arboles tupidos, y de su boca el vapor dibujaba la respiración agitada, hacía mucho frío.

Más adelante pudo divisar una silueta, entonces entendió que corría para alcanzar a esa figura.

Se trataba de su madre, quien estaba metros más adelante, corriendo aún más de prisa que ella.

-Mamá! Mamá! – ésta corría y seguía corriendo.

En el rostro de su madre mirando hacia atrás donde estaba ella, podía verse el espanto. Bethany aún no entendía por qué huía su madre.

-Mamá! No corras por favor!

-Vete, vete hija! – respondió a gritos aquella mujer, sin aliento.

-No! Vuelve! –Bethany de pronto pudo notar que era ella misma, pero siendo aún una niña.

Su madre delante no se detenía, cuando de pronto detrás de uno de los árboles algo se abalanzó sobre la misma arrojándola al suelo.

-Haaaaay! – Un grito desesperante soltó la mujer, haciendo con mucho esfuerzo, un lado a aquella cosa.

Se puso de pie nuevamente, pero estaba cubierta de sangre, proveniente de su hombro derecho.

-Mamá!!!! – Volvió a gritar la joven.

Esa figura de pronto dio vuelta hacia ella dejando ver de que se trataba. Eran muerto caminante, que con pasos erráticos y emitía sonidos guturales, se lograba poner en pié nuevamente.

-¡Vete!, vete hija. Tienes que ser fuerte, y seguir adelante! – Su madre también logró pararse y seguir huyendo.

Bethany no podía perderla de vista sin ayudarla, esa cosa trataba de hacerle daño, he intentaba de seguirle los pasos con una marcha inestable.

-¡Por favor Bethany, nunca te rindas, y trata de ser feliz! – Se escuchaba entre gritos y llantos salir de la boca de aquella mujer.

De repente la voz de Anette se silenció. Beth le perdió los pasos y se encontró sola en el bosque. Era solo una niña, y el miedo invadía todo su corazón. El frío de la noche hacía doler todos sus huesos, un dolor muy grande, acompañado de angustia punzaba en su pecho.

Su camisón blanco se encontraba rasgado por las ramas de plantas con las que se topaba, marcado por tierra húmeda.

Se quedó estática, tratando de orientarse. Solo el cantar de los grillos, y un búho distante vigilándola ponían sonido al terrorífico momento. Las lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas, tratando de controlarse, sabía que tenía que conservar la calma y el silencio si quería seguir con vida, pero por momentos le era imposible.

Algo se abalanzó sobre ella saliendo detrás de un frondoso árbol. Era esa horrible bestia que quizás había matado a su madre.

Olía asqueroso, a carne muerta. Su rostro desfigurado, con ojos inexpresivos y faltos de algunos dientes, se encontraba cubierto de sangre. Se trataba de un hombre adulto, que vestía ropas roídas imposibles de distinguir cuales eran sus antiguos colores. De repente comprendió que en ese bosque se encontraba ella sola.

Sobre el suelo, comenzó a forcejear, intentado defenderse. Esa cosa quería arrancar su carne, trataba de morderla. Pero era solo una niña, no tenia chances, iba a morir, y por instantes, sentía que tenía que hacerlo. Pero recordó lo que dijo su madre minutos antes. – Nunca te rindas, y trata de ser feliz. -

En tus Ojos, nuestro Mar | BethylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora