Capítulo 33

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Adam:

El rostro de Sara aparece entonces en la calle. Sé que es ella, pero no sé porque lo sé. Puede que esté empezando a recuperar la memoria... selectivamente.

Me acerco un poco a ella y nos sentamos en uno de los numerosos bancos que llenan esta calle. Las paredes grises y blancas de los edificios, niños corriendo de un lado para otro, los pájaros volando lo más alejado posible de los edificios. Todo esto está muy tranquilo, y Sara no es de menos. Su familiaridad me relaja y parece que ella también lo hace.

Me concentro en recordar algo de ella y me vienen algunos momentos en la cabeza.

Me levanté del sofá y informé a mi madre que había quedado. Era la primera vez que iba a salir por la noche. Sara me estaba esperando en el portal y poco a poco fuimos andando hasta un parque infantil.

-He dicho a mi madre de que estaríamos en el centro.

-¿Y qué?-preguntó ella forzando una cara asqueada.

Hice como que nada pasaba, pero en realidad, no estaba haciendo lo que yo quería. Solo hacía lo que ella quería. Solo hacia lo que ella me mandaba hacer. Lo que no hacía era justamente lo que debí hacer: mandarle a la mierda.

Le dio otra calada al cigarrillo y lo tiró al suelo. Pegó su boca a la mía y expulsó todo el humo dentro de mí. Odiaba y odiaré esa sensación.

-¿Fumas?-pregunto.

-¿Te acuerdas de mí? - abre los ojos a forma de sorpresa.

-No, bueno... sí, de algunas cosas. ¿Entonces fumas?

-Lo estoy intentado dejar.

Nos quedamos callados un buen rato, no sé de que hablarle. Sigo intentando recordar algo, pero no hace más que mirarme psicópatamente y así no me puedo concentrar.

-Estubimos saliendo - suelta de repente y no le da ni la menor importancia.

-No me caías muy bien ¿verdad?

Observo detenidamente la calle. Hay un señor mayor, calvo y con gafas que no para de mirarnos. Mi primer instinto sería pedirle a Sara el irnos a otro lado, pero lo retengo.

Sara niega con la cabeza y se coloca un mechón rebelde tras su oreja. Es más guapa de lo que creía.

Ella se dedica a juguetear en mi rodilla con sus dedos. Recorre un trazo vertical, y más tarde horizontal. Mientras ella continúa acariciándome la pierna, yo me pregunto:

-¿Era feliz?

Para en seco los movimientos de sus dedos forzando una cara de asco.

-Tu sabrás ¿no?

-Eres una maldita borde, ¿sabes?

-Sí... Me lo decías mucho...

-Por algo será...

¿Porqué le tenía tanto asco? No tiene pinta de ser mala persona, y encima esta muy buena.

«¿En serio que antes era así?»

Sentía una mezcla entre el dolor y el gozo. Así debe de ser el follar.

Me acarició el vello de las piernas con las suyas, perfectamente depiladas, mientras me lamía lentamente el cuello. Me sentía parte de ella.

Sus grandes tetas se movían a mi vez. No aguantaba más.

-Esto... esta...-agonizaba- oh, estoy...

Y de repente noté como algo salía de dentro de ella. Sentí el liquido, mi liquido, hacer que su coño se resbalara incluso más rápido sobre .

Mi miembro me dolió mucho más cuando aceleró el ritmo. Le agarré el culo y le moví fuertemente hacia arriba y abajo mientras ella se sentó en y gimió.

Respiré hondo y a continuación pregunté:

-¿Y... ahora qué?

Ella me miró con una sonrisa pícara y seguido cambió de postura de manera en la que su sexo estaba en mi boca mientras me chupaba el pene.

Metí la lengua en el órgano -aún húmedo- y ella hizo lo prójimo conmigo.

Nunca volaré sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora