Capítulo 29

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Sergio:

No puedo quitarme de la cabeza Nuria. Ella es todo lo que quiero en mi vida. No quiero nada más.

No quiero estar enfadado con ella, no quiero que me haga esto otra vez. La primera vez que me enamoré — o eso creía entonces — era cuando tenía 14 años. Una chica de mi clase. La quería. Por aquel entonces, no me había planteado la posibilidad de no ser heterosexual.

Yo creía que todo en esta vida sería conocer a una buena chica, a alguien con quién tener varios hijos y criarlos el resto de mi vida. Todo cambió cuando conocía a Ian. Él era... él es... Le quería. Le quería con toda mi alma al igual que quiero ahora a Nuria.

Al conocer a Ian él me enseñó el mundo en el que viven los homosexuales.

Despierto de mi profundo pensamiento y vuelvo a mirar al frente. Todavía no me lo creo.

Solo puedo divisar a Nuria. Su hermosa sonrisa invade la fría sala.

—Eres guapísima — le dice a Nuria.

Miro de reojo y les veo agarrados de la mano, mirándose fijamente a los ojos.

Aparto la vista. No quiero ver como esa puta me desmoraliza una y otra vez.

Él se gira y me mira directamente a los ojos. Yo me levanto y me marcho. No puedo creer que haya cometido el error de volver con Hunter; su estúpido exnovio... su estúpido novio.

La odio. No sé como es capaz de hacerme esto. Sabe perfectamente que por ella dejaría a un lado la homosexualidad.

Suena como algo fácil "dejar a un lado la homosexualidad", pero en realidad creo que nunca he llegado a ser gay del todo. Solo amaba a Ian.

Es verdad que he sentido atracción en algún otro chico... Pero no es el caso.

Salgo de la sala de hospital y me dirijo a casa — como ya es habitual —.

No puedo dejar de pensar en el tema sobre Ian y Nuria. Mi historia se repite una y otra vez pero con una pequeña variante: Ian salió conmigo de verdad, no me echó un polvo solo porque estaba borracha.

Regreso a casa en autobús sin ningún imprevisto y continúo leyendo la tercera entrega de After. Doy gracias mentalmente a  Adam por haberse comprado el primero, sin él no hubiera empezado a leer.

Transcurro una semana más así. Y otra. Hasta llegar al mes viviendo solo. Hace un mes del accidente de Adam. Hace un mes de mi desliz con Nuria. Hace un mes que rompí con Ian. Hace poco menos de un mes que Adam entró en coma. Mi cabeza va a reventar. No sé como lo hago pero siempre me enamoro de las personas menos idóneas. La cabeza me va a reventar. Decido concentrarme en la fiesta a la que me ha invitado Aron. Nunca creí que no me daría tanto asco.

La fiesta será en su casa. Dice que es para celebrar que el curso ha acabado, pero hace mucho de eso. Está claro que cualquier escusa le vale para organizar una fiesta.

El teléfono suena.

—¿Si? — pregunto.

—Soy... Soy Jesús — dice — ¿Hay alguna novedad sobre mi hijo... hijastro?

No me acordaba de que se marchó a Estados Unidos a visitar a su otro hijastro. Debe de estar pasando por un calvario.

— Nada nuevo — respondo y cuelgo.

Miro el reloj. 21:28. Debería irme ya a la fiesta, no hago nada aquí.

Tardo unos veinte minutos en llegar a la dirección que me envió.

Aron me saluda amablemente y desaparece entre la multitud.

Genial.

No sé porque le considero mi amigo, pero en estas semanas ha sido  mi único... ¿amigo? No. Un amigo no haría eso.

Me siento en un sofá rojo que encuentro debajo de varios vasos de plástico. No sé qué hago aquí. La gente me critica en cada instante. Me amargo en cada momento. Vivo cada sensación de soledad en cada milímetro de mí. No tengo a nadie. A nadie.

Perdí a Nuria, perdí a Adam, perdí a mis padres, he perdido la oportunidad de ser feliz.

«Me odio. Me odio. Me odio. Me odio. Me odio. Me odio. Me odio. Me odio. Me odio. Me odio. Me odio.» No puedo parar de repetirlo en mi cabeza. No me quiere nadie. Nadie. ¿Qué hago aquí? ¿A qué he venido? ¿A donde voy? ¿Seguiré así el resto de mi vida?

Soy un agonías.

Para mi sorpresa mi teléfono vibra y me asombro al ver el nombre del destinatario.

Acepto la llamada rápidamente y me apresuro a decir:

—¿Adam?

Nunca volaré sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora