Capítulo 31

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Sergio:

Ofrezco a Lia un café y ella no lo rechaza. Debe de estar agotada.

—Adam nunca me había hablado de ti—confieso.

—Nos conocimos ese mismo día... Ya sabes... El día que...

—Sí... —mantenemos un tremendo silencio y ella aprovecha para dar un par de sorbos más al café — ¿Y se puede saber de qué os conocéis?

Ella pone los ojos en blanco y seguido pierde la mirada entre las baldosas del suelo.

—Del curso de fotografía. Yo le llevé a aquella parte de la ciudad y...— se le hace un nudo en la garganta y después prosigue — le abandoné allí...

—¡¿Cómo?!—respiro hondo para no lanzarle por la puta ventana y después le suelto lo más borde que puedo — ¡¿A quién coño se le ocurre dejar a uno que no conoce la ciudad solo?!¿Y si se pierde...? ¡Todo es culpa tuya!

Me duele hasta respirar. Mi pulso está tan acelerado que no soy capaz ni de ocultarlo. Mi mano esta temblando exageradamente.

—¡No pensé que le pudiese ocurrir nada semejante, ¿vale?!— y parte a llorar — ¡¿Qué crees, que no me arrepiento de ello todos los días desde entonces?!

Las manos le tiemblan de manera en la que me pone más nervioso.

—No podías imaginártelo, pero ocurrió. ¡Ocurrió por tu puta culpa!

Su pulso se descontrola y se le cae la taza al suelo, y a continuación finge que lo ha hecho adrede.

Ella sale de la habitación a todo correr y me decanto por ir detrás suyo a pedirle disculpas, pero no lo hago. No es mi estilo. Oigo cerrarse la puerta de un portazo.

Esta tía es imbécil.

Esta charla con Lia —a parte de cabrearme — me ha creado y aclarado dudas sobre por que una persona que conoces de solo un día, pasa velándolo un día entero.

La pantalla de mi móvil se ilumina, y al ver el nombre del destinatario, lo estampo contra la pared.

Lo último que me faltaba ahora era hablar con Aron. Seguramente solo querría preguntarme porqué me fui tan rápido de su fiesta, lo que ahora me hace sentir mal.

Aunque me abandonara málamente sabiendo que no conocía a nadie más, podría haberle avisado.

Creo que mi cabeza va a explotar. Por un lado tengo el remordimiento de no haber avisado a Aron, por otro, tener que pedir disculpas a Lia, y por otro —aún más grande— está la envidia que paso con el Hunter de los cojones.

Odio mi puta vida. Desde que Adam apareció, no he tenido ni un maldito respiro.

No paro de buscar las soluciones para estos problemas... y la única manera de liberarme de todo esto es mudarme. Huir de por vida de aquí. Marcharme a... no sé... a Sevilla por ejemplo.

Lo único que me retenía aquí era la universidad, pero no tengo claro en que inscribirme y el plazo ya ha acabado.  Tendré que pasar por un año sabático, y no se me ocurre mejor lugar que de vacaciones. Unas vacaciones largas.

Sé que así solo huyo temporalmente de los problemas, pero es un periodo en el que no tendré que preocuparme por nada. Creo que es buena idea. Creo que es lo mejor que puedo hacer.

Una vez decidido, saco mi portatil y me dispongo a buscar hoteles en Sevilla. Tengo algo de dinero ahorrado, y este año tendré que empezar a trabajar, por lo que el dinero no será problema.

Encuentro unos cinco que parece que son los más "normalitos", ya que el resto son extravagantes o muy cutres.

—¿Sergio?— me despierta la voz de Adam.

—¿Qué quieres?—jadeo.

Se sienta a mi lado sin pedir permiso siquiera y después me pregunta:

—¿De verdad soy tu amigo?

—Nunca me lo dijiste, pero tú para mí,  sí que lo eres.

Enciende el televisor y se queda fijo en una de esas mierdas de cotilleos de marujas. Prácticamente le obligo a cambiar de canal, y finalmente ponemos una comedia romántica.

Adam se queda dormido casi al instante, pero yo me quedo enganchado a la película. Al parecer tiene más drama de lo que esperaba.

El teléfono de Adam vibra lo que lo despierta de un bote y yo tengo que dejar de prestar atención a la película. Se lo acerco y el hace un gesto a modo de gratitud.

—¿Si?

Bosteza exageradamente y a continuación tapa el móvil con una mano mientras me pregunta a susurros:

—¿Quién es Nuria?

—Déjamela a mí, yo le explico todo.

Me pasa el dispositivo y salgo de la habitación.

—¿Sergio?—se oye al otro lado de la pantalla — ¿Qué decías que tenías que explicarme?¿Y porqué Adam no sabe quien soy?

Suspiro. No quiero decirlo otra vez.

—¿Sergio?— insiste ella —¿Porqué no me respondes a los mensajes?

Joder, es muy pesada. Si no le quisiese cortaría la llamada ahora mismo.

—Adam... Adam tiene...—se me hace un nudo en la garganta— ¿Qué tal con Hunter?

Espero que no haya notado el cambio de tema, aunque creo que ha sido claro.

—¿Qué tiene Adam?—inquiere subiendo el tono— Sergio, cojones, respóndeme.

—Si prefieres puedo decirte lo que quieres oír y a los días te digo lo que me salga de la punta del rabo; Ah no, que eso lo haces tú.

—Estás desvariando, voy a tu casa. Tenemos que hablar — suena como si hubiese estado llorando.

—¿Pasa algo?—y me cuelga.

Nota de autor:

Siento el tardar tanto en subir cada capítulo, pero me está costando. Tengo algún capítulo más escrito, pero he llegado a un momento en el que me estoy atascando. Intentaré arreglarlo y seguir adelante con la historia lo antes posible.

Buen día.😘😘

Nunca volaré sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora