Capítulo 23

192 36 3
                                    

El molino. No me gusta éste sitio. Yo quería venir aquí, pero ahora no sé que hacer. Está todo lleno de adolescentes con botellas de plástico, supongo que llenas de alcohol.

Me acerco a la gente y me fijo en que Sergio me está siguiendo.

Una joven del grupo me saluda:

—Hola-me sonríe—.

—Hola—responde Sergio antes de que pueda hacerlo yo—.

—Sergio a tí no te he saludado imbécil—le suelta ella-.

—Gilipollas, dejale en paz.

—Si se ha acercado él, retrasado—contrataca ella y seguido se ríen los dos—.

«¿Qué coño ha pasado?»

—Adam, ésta es Nuria—dice—. Es amiga tranquilo.

—Ah... ¿Hola?—no sé que decir después de lo ocurrido.

—¿Quieres un poco?—ya está dejando de reírse.

—Claro-suelto—.

No me reconozco.

Le doy un trago. Está bueno. Ésta vez no quiero pasarme, así que solo le doy un trago más y se lo devuelvo.

—Oye—me suelta Nuria—, ¿os venís al centro? Esto es un muermo.

Después de un rato llegamos al centro.

Entramos en uno de los bares y nos sirven unos chupitos que estaban asquerosos.

No recuerdo nada más hasta la mañana siguiente, donde me despierto en mi cuarto yo solo. Tengo el movil apagado, las persianas bajadas, la luz apagada y no tengo ganas de moverme la verdad.

Por la tarde ya me siento mejor y decido salir un rato a andar. No pasa nada especial; pido disculpas a un vecino que se me queja sobre el ruido que al parecer hice ayer, encuentro un supermercado y decido comprar algo para comer y finalmente vuelvo a casa.

Por la noche vuelvo a salir con Sergio por no quedarme en casa pensando o , mas bien, recordando todo lo ocurrido.

Ya ha pasado más o menos una semana. Me estoy empezando a acostumbrar a todo ésto. Ésta vez vuelvo de la primera fiesta a la que voy sin Sergio. No entiendo porque se ha quedado en casa. Nuria es más amable de lo que creía. Me ha contado más cosas sobre ella que las que sé de cualquiera. Ahora sé que conoce a Sergio desde hace unos cuatro años y que siempre se insultaban mutuamente. Ahora se lo toman a broma y por eso lo hacen constantemente.

Hemos ido a un bar nuevo que no conocía. Es mas pequeño que los anteriores y encima está más lejos. Pero las bebidas son más baratas y suele haber bastante menos gente que en el centro. A la gente normalmente les gusta ir a locales con bastante ambiente, pero a nosotros, o mejor dicho, a Nuria y sus amigas no les gusta eso, y como Sergio está invernando en casa, les sigo.

Una de las amigas de Nuria, me ofrece un cachi de ron con cola. Se están media hora hablando de sus cosas mientras yo oigo y doy pequeños sorbos al cachi. Ellas ya han bebido unos cuantos chupitos de algo transparente que huele muy fuerte.

Después de eso vamos a otro bar bastante parecido a éste y a continuación me empiezan a preguntar cosas sobre mí.

Quieren saber con cuantas chicas he estado y respondo que una, pero que no quiero hablar de ella; lo que al parecer hace que les interese más. Les cuento cómo la conocí; que estuve con ella dos años, pero saliendo solo uno; y al final sólo cuento que ella cortó conmigo sin explicaciones. Es mejor así. No quiero contarles el error que cometí.

Nunca volaré sin ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora