Capítulo N°20

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Recogí mis cosas, y como lo más típico llevaba unas cuantas cosas menos que las que había traído al viaje y la meta no cerraba, metía las cosas una y otra vez de diferentes ángulos y formas pero no lograba que todo entrara y poder, al fin cerrar el bolso. Finalmente decidí sacar algunas cosas y repartirlas entre las maletas y bolsos de mi madre mi tía así que fui a buscarlas a ambas en sus habitaciones que en realidad eran una especie de subdivisiones en la misma habitación, fui a buscarlas a ellas y a sus maletas mientras que llevaba toda mi ropa hecha un puño en en mis brazos hasta el punto en el que mi rostro no se veía. Encontré a mi madre y le dije:

-¡Mamá!- grité pegándole un gran susto-.

-¿Qué pasó hija te encuentras bien?- dijo mientras buscaba mi cara a través de la ropa-.

-Tranquila madre, sólo quería pedirte un favor-Sonreía de lado a lado aunque un poco falsa y mientras movía de arriba a abajo mis pestañas rápidamente-.

-Me miró extrañada mientras me decía- ¿Qué quieres?

-Quiero que me prestes unos pocos espacios pequeño de tus maletas para guardar algunas cosas que no pudieron entrar en la mía.

Dije esas palabras tan rápidamente que mi madre aún no quitaba esa mirada extraña de mi y esta se volvía aún peor, aunque no me importó y eché ciertas cosas en sus maletas sabía que no le iba a importar pero todavía tenía varias prendas y otras pertenencias que no cabían en las maletas de mi madre entonces fue a buscar a mi tía.

Mi tía estaba en su pieza sentada en una esquina de la cama doblando algunas otras blusas y pantalones aún, entonces llegué al lado de la puerta con esa sonrisa de pequeña niña de 5 años que quiere un juguete de la tienda y le dije:

-Hola tía.

-Me miró-¿Qué quieres?

-Nada tía, que acaso no puedo....

-¿Qué es lo que quieres?-me interrumpió-

-¿No puedo saludarte?

-Claro, pero me saludaste en la mañana ¿Para que me querías saludar otra vez?

-Yo pues...-la miré nerviosa-.

-Te conozco hace 11 años, ¿Qué pasó?,¿Qué quieres?

Miré mi ropa y luego la miré a ella, le sonreí y moví mis pestañas mientras hacía un pequeño puchero, y como en serio me conocía de maravilla desde esos once años miró sus maletas y me hizo un pequeño espacio en una de sus mochilas, así que entré eufórica y me lancé a su cama, y empecé a meter todas mis cosas y después iría a mi pieza a seguir con mis otras cosas, aunque antes de salir noté esa mirada furiosa de mi tia y vi que había botado toda la ropa que había doblado tan perfectamente y que yo había destruido cuando me lancé a la cama. Recogí la ropa de mi tía, la doble y cuando terminé le di un gran abrazo y me fuí a mi cama, tenía un tiempo para acostarme y esperar a que mi madre y mi tía me llamaran para irnos pero lo que creía era un descanso se convirtió en una siesta en la que tuve un sueño agradable y un poco nostálgico en el que aparecía mi abuela. Durante varios días he pensado si mi abuela realmente estaba descansando en paz o si su alma aún no estaba luchando por dar ese paso al cielo, si es que ese paso existe.

Tan solo la veía sentada junto a mi en el sofá de la sala de estar en mi casa, la lograba ver o mejor dicho diferenciar y reconocerla para saber que era ella, mi madre y mi tía estaban de pie junto a nosotras, solamente la veía y la admiraba delicadamente. Segundos después mi abuela pidió que la llevaran a su habitación, esta estaba estaba acomodada un poco diferente a como se encontraba de costumbre, la cama completamente pegada a la ventana y no estaba ni el armario ni el espejo con la pequeña mesa donde ponía todo su maquillaje y un pequeño frasco de perfume con ese deliciosos aroma que jamás olvidaré; mi tía la levantó por el brazo y la llevó a la habitación, yo me quedé en la entrada mientras veía como se acostaba en la misma posición cómo se acostó en el ataúd, desde la puerta le dije:

"-Abuela, vete en paz.

-Y ella respondió con ternura- Ya estoy en paz."

En ese momento desapareció y me desperté de la impresión, lloré y lloré de la alegría durante mucho tiempo hasta que mi madre llegó a llamarme para comenzar nuestro regreso a la casa.

Mi madre y mi tía se asombraron un poco al verme llorando, y me preguntaron:

-Querida ¿Por qué lloras?

-¿Qué te pasó?- Dijo mi madre lanzándose a la cama y acariciándome la cabeza-

-No no, no me pasó nada.

-No digas eso.

-Es obvio que te pasa algo.

-Acaso ¿Tuviste una pesadilla?

-Sí-grité- Eso fue, me asusté un poco.

-Pero debes tranquilizarte, fue solo una pesadilla.

-Si tía, lo sé. Ya estoy mucho más tranquila.

-Me alegra, ahora bajemos para irnos a casa - dijo mi madre poco tiempo antes de besarme la frente.

Me tapé el rostro con las manos y solo pensaba en qué podría significar ese sueño, aunque era más que obvio el mensaje, me sentí un poco desconcertada del por qué a mí, por qué fui yo la que recibió el mensaje y porque no mi tía o mi madre o tal vez algún otro integrante de la familia. Pero no era la hora de pensar en eso, debería de pensar solo en mi regreso a clases y en seguir con mis buenas calificaciones para lograr graduarme de la primaria, aunque también pensaba en Dylan y en cómo estará, qué estará haciendo y si me extrañaría tanto como yo lo extraño a él.

Bajamos a la recepción y mientras bajamos las gradas de reojo miré una silueta familiar, era Bryan y su hermano Javier que salían de la habitación donde se hospedaban, los dos nos miramos a los ojos y nos dimos una gran sonrisa, solté mis maletas y salí corriendo hacía él mientras él también corría hacia mí, fue un momento como el de las películas en el que dos amigos corren entre hacia ellos y luego se dan un fuerte abrazo, como si fuera el último que le daría por el resto de nuestras vidas. Me abalancé hacia él y solo quise quedarme ahí junto a él, sentía un escudo protector muy similar al que sentía con Dylan pero también sentía ciertas diferencias, Bryan era como mi hermano, pero con Dylan en realidad no me sentía muy segura de que sentía solo sé que era un sentimiento hermoso.

Minutos después de haber hablado con Bryan, salimos del hotel y subimos todo el equipaje en el auto y empezamos a recorrer el camino de vuelta, volví a encender la radio y unas horas después llegamos a nuestro barrio, pasamos por la casa de Dylan y me acerque al vidrio de la ventana tanto que me golpee la nariz, sólo quería verlo o tener una señal de él pero cuando miré no note ningún cambio o anomalía en su casa o alrededores así que supuse que estaba bien, así que llegué a la casa, acomode mis maletas y me recoste.

Unas semanas después aún no tenía noticias de Dylan, lo había visto un par de veces junto con su madre pasar frente a mi casa, él no dejaba de ver hacía mi casa pero nunca tenía el valor o no era tan rápida para salir a saludarlo, pero llegó el día en el que no aguante la incertidumbre y salí a buscarlo, toqué la puerta de su casa y corriendo apareció Dylan, que abrió la puerta y salió a abrazarme, me apretó con tantas fuerzas que me levantó del suelo y yo solo lo abracé aún más fuerte, después lo noté un poco extraño así que le pregunté:

-¿Estás bien?

-Si si, estoy bien.

-¿Seguro? Te noto un poco extraño.

-Tranquila estoy bien.

-Mmm... Esta bien, te creo.

-Esta bien.

Sabía que algo pasaba, no estaba tan segura de por qué sentía eso, últimamente presentía o sentía muchos sentimientos que no eran propios, de otras personas pero los sentía como si fueran míos, y quizás esos sentimientos no estaban tan equivocados como muchos pensarían. Este pesar se intensificarían con lo que pasaría más adelante.

"Las Sombras de mi Pasado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora