Capítulo N°16

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Las charlas o sermones que me brindaban mi tía y mi madre son impresionantes, duran horas y horas repitiendo con diferentes palabras la misma idea central. Pero yo ¿Qué más podía hacer? Solo escuchaba y "contestaba" con un simple gesto o con un pequeño sonido que simulara un Sí, lo cual las ponían histéricas y con un mal carácter.

Esa tarde cuando la ví llegar con todas esas bolsas llenas de verduras y otras cosas, y cuando miré su rostro y mis ojos se cruzaron con los de ella casi me metí corriendo a la casa porque sabía lo que me esperaba y todas esas horas en el sofá oyendo la misma pataleta de siempre, aunque quizás esta vez sería diferente.

Cuando me acercaba a la sala de estar me detuve un segundo y pensé rápidamente en si debía o no debía alejarme de el asunto o oír un buen consejo que me podría ser útil en algún momento, pero claramente nadie quiere oír un sermón de tal magnitud o aguantar todas las ganas y fuerzas de decir algo hasta explotar cuando me pregunten:

“Y, ¿Te gusta Dylan? O ¿Ustedes son algo?”

Ya más que me bastaba con las jodas y comentarios que hacían en la escuela con el tema de Dylan y yo pero no sentía que me mereciera tanta incomodidad pero ahora mi propia tía quería hablar al respecto. Y no me equivoqué con lo que tenía en mente ni con esa charla que duró horas.

Oí como mi tía me llamó y sentí como un escalos fríos que me recorrió todo el cuerpo y solo la miré y le dije:

-Hola tía, ¿Cómo te fue?,Te ayudo con las bolsas? Dámelas yo las llevo a la cocina.

-Hola querida, déjalo, yo las llevo pero, ¿De quién es el gato?

-¡Ah Minino!, entró a la casa y pues creo que lo adopté -lo miré sonriendo y acariciándolo-

-Ahhh que gusto pero báñalo o si no, no creo que tu madre te deje conservarlo.

-Eso haré tía, en este instante.

-Espera.

-Aguante la respiración- ¿Sí tía? -suspiré-

-Quiero hablar contigo después de bañes a ese animal y recuerda bañarlo afuera.

-Esta bien tía, ya hablaremos. Y se llama Minino.

Después de salir de dicha plática y de tan incómodo momento fuí a buscar un paño viejo, jabón y me dirigí al lavadero que estaba en el cuarto de lavado, que en realidad era un pasadizo en el jardín trasero de la casa donde estaba el lavadero, la máquina para lavar y la máquina para secar la ropa. Así que llevé a Minino al lavadero y lo senté en fondo de este, y me sorprendió que no quisiera o salir huyendo de ahí por miedo o incomodidad de la situación, pero se quedó tranquilo y tan solo me miraba y prestaba atención a cada movimiento que hacía y yo solo lograba mirar esos redondos y brillantes ojos azules que parecían zafiros y atraparían con dulzura a cualquiera con los que se cruzara, y ese hermoso pelaje grisáceo con un brillo encantador pero un poco sucio por el polvo y la tierra con los que había jugado ya que aún era un pequeño que no llegaba a un año de edad así que era bueno que alguien cuidara de él.

Cuando iba a abrir el tubo para bañarlo mi tía salió gritando con una olla de agua que parecía estar caliente porque también tenía guantes de cocina, y yo dí un pequeño brinco del susto que me había dado y me dijo:

-¿Que acaso estas loca?

-¿Cómo tía?, ¿Por qué?, ¿Qué hice?.

-No, que clase de acto insensible ibas a hacer ¿Cómo se te ocurre meter bajo el agua fría a esa pequeña criatura?.

"Las Sombras de mi Pasado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora