Abrió un ojo después del otro. Apenas pudo enfocar un poco y supo que estaba en una habitación. Tomó un largo respiro, ese aroma... estaba no solo en una habitación, se dio cuenta de que era la de Francesco Bernoulli. Levantó su torso en búsqueda de algo... o alguien. Miró su celular en la pequeña mesa de noche, lo levantó y tras presionar los parpados en busca de las letras pudo leer:
"12 Llamadas perdidas"
"4 Mensajes de voz"Presionó para escuchar los mensajes, acercó a su oído el artefacto y casi al instante lo volvió a alejar por el volumen de los gritos con esa voz tan familiar.
"Disculpa lo que dije, no lo decía de mala forma..." - Saltó el mensaje
"McQueen, ragazzo, ¿Dónde te encuentras? ¿Estás bie..." - Saltó el mensaje
"Mañana es la carrera muchacho, necesi..." - Saltó el mensaje
"¡Hola letritas!" - Abrió los ojos llenos de sorpresa - "Disculpa por no haber podido asistir a tus últimas carreras, el trabajo me ha dejado atada de pies y manos" - Chasqueó la lengua - "La siguiente es en Noruega ¿Cierto? Allá te veré" - Dejó su celular en la mejilla aún si el mensaje ya había terminado. Dejó su celular.Rascó su nuca y desacomodó más su cabello, dirigiendo la vista al balcón miró ahí una silueta. Al regresar a sus cinco sentidos, lo pensó bien, y sí, estaba en la habitación del italiano. Levantó las sabanas, y para su fortuna, tenía la misma ropa que usaba el día de ayer. Hizo una mueca de dolor debido a la resaca y con todos sus esfuerzos logró levantarse de la cama; estaba dispuesto a salir al balcón. Lo miró. Estaba de espaldas y el viento se llevaba su cabellera color chocolate, vestía unos jeans negros y una camisa blanca, totalmente abierta. McQueen hizo recta su espalda y se dirigió al borde del balcón, sin decir una palabra se recargó en el barandal de la misma forma en la que lo hacía Bernoulli; con los codos apoyados en él, con la espalda ligeramente arqueada y mirando a la gran ciudad, con la diferencia de que el rubio no sostenía una taza blanca llena de café. Ninguno decía nada, ni siquiera se dirigían la mirada.
-Sei sveglio - Comenzó el italiano.
-No te entiendo cuando hablas en ita... -
-Estás despierto - Interrumpió Francesco mientras le daba la espalda a la ciudad
Así se mantuvieron un par de minutos; los cuales, para ellos parecían horas. McQueen veía algo preocupado la ciudad y Bernoulli al suelo, como si quisieran encontrar algo. El castaño, de vez en cuando volteaba a ver al rubio, tan desarreglado, tan débil... tan inconsciente de lo que ayer pudo haberle ocurrido en cualquiera de las posibilidades en la noche que cayó frente a él.
-¿Ayer... - Por fin McQueen tuvo el valor de entonar algo- ... sucedió algo importante?
-Scusi? - Levantó de inmediato la mirada y notó su expresión, haciendo que llegara a su cabeza lo mas obvio a lo que se pudo referir. Rió. - No, nada importante.
-No recuerdo nada después de la quinta copa... - Tomó con ambas manos su cabeza.
-Solo te perdiste una par de horas de mi encanto después de eso... -
-¿Es que acaso no te importa nada más que tu mismo? - Soltó sin vergüenza. - ¿Que maldito encanto puede haber en ti?
-Oh, McQueen... - Sonrió - El mismo encanto que logró hacerte venir hasta aquí. - Se volvió a acercar él. Retándole con la mirada. - Ammetterlo, cualquier persona que quisiera podría caer por Francesco... Incluso tú. -Rió a carcajadas.
-¡Eres un imbécil! - Respondió indignado, sin intentar esconder sus mejillas completamente enrojecidas - ¿¡Que tan estúpida debe ser una persona para enamorarse de ti!? - Un gritó que dejó completamente congelado al italiano - Puedes ser tan perfecto como te haces decir, pero con esa actitud de mierda... - El chico se sobresaltó hasta por sus propias palabras - Como sea... te veré en la carrera. -Salió sin tropezarse.
<<Últimamente has causado muchos problemas en mi cabeza.>> Sonaron las palabras de hace algunas horas en la cabeza del castaño. No se había fijado en la honestidad que caía en aquella frase.
McQueen omenzó a golpear ligera y repetitivamente con su mano. "Imbécil" se decía una y otra vez. Sabía perfectamente quien era Francesco Bernoulli, era incluso más tonto haberle preguntado aquello minutos antes. Pensó en lo patético que se habría oído. Llegó al elevador, donde chocó con la delgada figura de Ginna, la cual, lo saludo de forma natural.
-Buongiorno, McQueen
-Buenos días, Ginna - Sonrió nervioso.
Al notar como seguían el pasó a cada lugar que iban, se dio cuenta que ella también se dirigía a la pista para la carrera de hoy. El rubio se ofreció a llevarla hacia tal lugar, y la italiana al ver la ropa completamente desreglada, dudosa aceptó. En cuanto subieron al carro, la chica comenzó a quejarse de lo tarde que ya era y la hora en la que Francesco le comenzó a dar instrucciones a lo que el conductor solo asentía incómodo, hasta que en un momento tomó la oportunidad de preguntar lo más discreto posible:
-Y tu... ¿Saliste con él?...
-¿Francesco? - Rió a carcajadas - Ese hombre nunca lo he visto con una chica como su sposa - Respiró hondo - Tengo entendido que toda su vida estuvo huyendo de las relaciones - Sonrió - Ridícolo - No se dijeron nada más hasta llegar al lugar de destino, donde ambos, sin antes si quiera despedirse, tomaron su propio camino.
Ya antes había pasado a colocarse su impecable traje rojo reluciente, y cuando llegó a su estación, todo su equipo comenzó a invadirlos con preguntas, pero no respondió ninguna. Se subió a su auto y miró a los ojos a Mate, al cual notó preocupado. Le regaló la sonrisa más sincera que en eso momento pudo ofrecer, acto que relajó al castaño. Los autos arrancaron.
Ninguno de los dos corredores estaban enfocados en la carrera, era sencillo de notar. El 5to lugar se lo llevó Francesco, el 6to McQueen.
Salió de su auto con la cabeza decaída e inmediatamente se quitó el audífono en el que solo escuchaba preguntas de sus amigos preocupados. Volteó a ver al italiano, que como él, pronto se había rodeado de reporteros. Lo notó. Algo estaba diferente, pero no sabía lo que era. Observó como pronto se libró de la gente que lo rodeaba y se comenzaba a acercar. Retrocedió un par de pasos asustado, hasta volver a chocar con su coche, donde Francesco lo acorraló. Pronto, todos al rededor comenzaron a armar un escándalo; gritos de fanáticas y flash de cámaras sonando, haciendo que apenas se escuchara lo que decían.
-Maldita sea, McQueen. - Soltó molesto - No creas que me has afectado de alguna manera.
-¿A si? - Sonrió McQueen al ver al castaño ta alterado. Por alguna razón, le agradaba pensar que sus palabras influenciaban de una manera fuerte en el italiano - Para ser honesto, creo que tengo más encanto en un solo dedo que tu en todo el cuerpo. - Dijo con intenciones de hacerlo enojar más.
-Eso ya lo veremos McQueen. -Se recogió el cabello hacia atrás mientras respiraba hondo. Se dio la vuelta.
"Eso ya lo veremos" Sonrió de oreja a oreja -Veamos quién es el primero en caer bajo los encantos de quien- Pensó alegre. El corredor miró hacia el cielo y comenzó a escuchar de nuevo las voces dese su audífono, el cual se colocó de nuevo.
<<Ragazzo ¿Todo está bien por allá?"
-Todo está mejor que nunca, Luigi.
~*~*~*~*~*~*
¿Qué nombre le sentaría bien a McQueen?
Normalmente me siento algo ignorada en esta parte de mi comentario y tal... pero esta sí que es una pregunta fundamental en la historia. Me refiero a que es difícil vero con uno. Si bien: "Lighting" McQueen no será su nombre real... ¿O SI?
Att. Una pervertida intrigada
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Guía para conquistar a Bernoulli
Fanfiction-Buongiorno, buon pomeriggio o buona cera. Según como ustedes encuentren esta lectura. Bienvenidos a la novela "Guía para conquistar a Bernoulli". Yo soy Darrel Cartrip y estoy con mi buen amigo Bob Coutlass. -¡Vaya Darell!, esto es muy emocionante...