13. El Lago

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Cada segundo que pasaba se convertía en un instante aun más incómodo que el anterior. McQueen seguía retorciendo el final de su playera intentando secar el sudor que se acumulaba en la palma de sus manos; estaba nervioso al haber aceptado entrar una vez más a la jugada del castaño. Antes había probado preguntar a dónde se dirigían, pero fue inútil, las únicas palabras que salieron de Francesco fueron "attesa e vede" (1*), lo que serviría de algo si tan solo él tuviese la mínima idea de lo que significaba por lo menos una de esas palabras. Miró por la ventana y observó por unos instantes el tono que cubría el cielo al atardecer, la gente pasar... hasta notar que el auto se había detenido.

- ¿Llegamos? -  Preguntó mientras estiraba de nuevo su delgada playera blanca.

- Non - Sonrió el italiano mientras salía del carro. Zac se quedó dentro con el ceño fruncido intentando idear posibilidades de lo siguiente que haría o diría Bernoulli, pero éste solo abrió la puerta del coche ofreciéndole una mano para ayudarlo a salir - Non - repitió - Pero no permitiré que llegues así. La vergogna que daría presentarte con tal Abbigliamento (2*) - Se rió para si mismo y el rubio en ese instante se dio cuenta de que Francesco no dejaría de ser él por un instante.

McQueen aceptó la mano y al salir, dejó que Francesco cerrara de nuevo la puerta. Estaban en el centro de la ciudad y las luces de las tiendas comenzaban a encenderse conforme el sol seguía ocultándose. Le siguió el paso mientras revisaba cada detalle de la ciudad moverse y perdía su pensamiento nuevamente, obligándose a tomar la ventaja de la situación, pero estaba demasiado ansioso al no saber qué es lo que Bernoulli esta vez tenia en mente como para si quiera idear la manera de tomar el control.

- Y ¿Qué hacemos...? - Volteó a su izquierda, donde hasta hace un par de minutos sabía que alguien lo acompañaba; sin embargo, no había ni un rostro conocido cerca de él - ¿...aquí? - Terminó su frase antes de caminar de regreso buscando solo con la mirada la figura de Francesco. Fue ahí cuando entonces sintió una mano aferrarse a su muñeca. Lo jaló hasta cerca de una tienda lujosa llena de elegantes trajes cada vitrina. 

- No te alejes, ¿Capisci? 

- Accordo - Sonrió nervioso y ambos entraron a la tienda uno al lado del otro. 

Apenas entrar, Francesco, como si conociera el lugar y a los trabajadores desde hace mucho tiempo, les dio indicaciones muy especificas y al instante, se pusieron a caminar por el lugar. Mientras una persona le indicaba a Zac en qué lugar posicionarse otras dos ya le tomaban medidas desde los hombros hasta las piernas. Escuchó su celular hacer ese clásico sonido al notificar de un mensaje. 

"¿Cita como estar con la Francesco Bernoulli señor?" 

Era de Guido. Incluso sin leer el nombre de contacto, era sencillo de suponer. Sonrió de oreja a oreja y mientras daba una respuesta, una de las personas que sostenía una cinta métrica a un lado de él le pidió que estuviese quieto, McQueen hizo caso omiso a las peticiones y no soltó su celular hasta que el castaño se lo arrebató y justo antes de que se quejara, le extendió camisa, pantalón y saco, haciendo el juego de un traje con aspecto costoso. Zac lo tomó y Francesco se acerco más a el... solo para empujarlo hasta un probador que se cerraba únicamente con una tela roja.

Del otro lado de cortina, Bernoulli se sentó mientras miraba con atención la funda de color rojo cereza de aquel celular, en el que pudo reconocer tres o cuatro calcomanías de su última y única visita en la ruta 66. Dio la vuelta y revisó el fondo de pantalla, no esperaba menos de McQueen: tenía una foto de él y su mejor amigo. Sonrió. Escuchó el aluminio de las pequeños sujetadores de la tela roja arrastrarse sobre el tubo del mismo material, en ese instante, Francesco se levantó nervioso bloqueando el celular.

Guía para conquistar a BernoulliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora