6. "Quédate con él"

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Una muy amplia y elegante recepción la que tenía el hotel "Lotte" en Seúl, en el que el rubio caminaba apenado, tratando de ubicarse, volvió la mirada al celular, donde, sí, Ginna había hecho el favor de poner el número de la habitación, sin pensarlo mucho, corrió hasta el elevador y apretó el botón tantas veces como pudo. Finalmente en unos de los pisos más altos, buscaba en los números de las habitaciones el indicado, hasta que por fin dio con él. Tocó ligeramente la puerta... no hubo respuesta, volvió a tocar, esta vez más fuerte y la puerta pareció abrirse sola al instante, pasó y no pudo visualizar nada, pues la habitación no estaba alumbrada; dio un par de pasos, adentrándose en la obscuridad, cuando apenas pudo titubear un "hola", casi mure de un infarto al sentir un empujón, provocando que tirara el único objeto que llevaba en la mano; el que, afortunadamente, cayó en la cama. Un brusco movimiento lo obligo a quedar con la mirada hacia el techo, estaba asustado... hasta que vio la cara de su acompañante.

-¿¡Ginna!?

-Sabía que vendrías - Una sonrisa tan emocionada como desquiciada adornaba su rostro. Lo acorraló con su cuerpo y se acercó a él, dispuesta a darle hasta los cabellos esa misma noche

-¡No, no, no! Tú me malinterp... -La joven rubia intentaba besarlo con fuerza, pero era inútil, McQueen frunció los labios y no estaba con la idea de abrirlos hasta que la chica se moviera de encima. Después de unos segundos, Ginna tomó su blusa y comenzó a desabrocharla con rapidez, hasta que el rubio saltó y volvió a cubrirla - ¡No!, esto no es por lo que venía.

-¿Entonces? - Sin vergüenza, dejó su prenda entre-abierta, con una mirada que demostraba frustración

-Estaba... - aclaró su raganta tratando de hablar con más firmeza - Esdtaba buecando a Francesco - Notó la cara que hizo Ginna. Desvió la mirada, apenado.

-Corso...- sonrío para sus adentros - Se levantó y dejó al rubio tumbado en la cama - Esta en la habitación a un lado de esta - Encendió las luces.

- Gracias - Se levantó de la cama sin hacer movimientos bruscos y recogió el saco del suelo - ¿Nos vemos luego? - Quería asegurarlo, pero surgió su pregunta. Solo escuchó a Ginna reir.

-Buona Notte McQueen, espero que la siguiente ocasión no seas tan vigliacco - vaciló

El chico, apenado, la dejó sola, sin haber entendido bien lo que quería decir, pero no le dio mucha importancia y volvió cerrar la puerta, procurando no hacer mucho ruido, esperando a que el momento no se escandalizara más. Se quedó mirando la puerta un momento y luego se volteó a la de un lado, dirigiéndose a paso flojo. Se quedó ahí en frente, lo pensó mucho, pero finalmente tocó la puerta. Esperó cerca de tres segundos, hasta que el pánico lo invadió <<Seguramente no está>> pensó y dio media vuelta, apresurado se dirigía al elevador, cuando una voz ruidosa sonó a su espalda.

-¡El Rayo McQueen! Buona sera. Que sorpresa verte aquí.

Bajó el cabeza, arrepentido de estar ahí, suspiró y dio vuelta, mostrando una sonrisa forzada.

-¡Francesco! - Lo vio, tan relajado como siempre. Recargado en el marco de la puerta.

-Pero per favore, entra - Bajó su voz y le hizo una señal con la mano

McQueen se quedó sin palabras y rascó su nuca. Caminó hacia él a un paso lento. Mientras más se acercaba recorría con la mirada. Su cabello desordenado, se terminaba de duchar, lo notó, aún de lejos, se veía húmedo. Se dejaba ver tan bien con su traje, que, clemente no había terminado de arreglarse. La sonrisa que le dedicaba hacía que se sintiese a punto de caer. Veía como hacía el nudo de su corbata, no supo si era la elegancia del italiano o simplemente se había detenido el tiempo, porque lo hacía lento y calmado. Por fin llegó a estar frente a él y sacudió ligeramente su cabeza ¿Que estaba pensando?

Guía para conquistar a BernoulliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora