C A P I T U L O 4

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  Abrí la puerta del departamento con mi juego de llaves, cuando entré la sala se encontraba
completamente vacía. Caminé hasta la cocina,
Mario se encontraba rodeado de un desastre total, habían miles de ollas en el fregadero.
¿Era salsa de tomate lo que estaba en el techo?
Parecía que hubo una explosión de pasta en la cocina.

—Gaby me dijo que te ibas a quedar después
de la escuela, te extrañé.—Mario me dio un beso en mi mejilla, pasando sus brazos por mi cintura.

—¿Qué paso aquí?—dije mirando alrededor de la cocina.

—Mi intento de cocina. Quería hacer la cena
para los dos.—liberó una risa.—Y termino en
esto, creo que deberíamos ordenar pizza.

—Vamos a terminar esto.—dije liberándome de sus brazos.

—¿Estas segura?—preguntó, volviendo acercarse a mi.—¿Por qué mejor no ordenamos pizza? Y podemos ver una película, juntos.—dijo volviendo a pasar sus brazos por mi cintura y dándome un pequeño beso en mi cuello.

—No me vas convencer, te vas a poner a
arreglar este desastre, mientras yo termino de
reparar tu desastre—dije.

—Lo intenté.—besó mi cuello nuevamente y
comenzó a recoger la pasta del suelo.

{...}

—Nunca intentaré cocinar otra vez, lo prometo.

Mario y yo estábamos comiendo, sentados en la mesa del comedor. El televisor estaba
encendido, pasando un partido de fútbol que
Mario no estaba prestando mucha atención.
Habíamos tardado más ordenando el desastre de la cocina que cocinando, cuando terminé lo ayude a terminar de limpiar.

—De todas maneras, el entrenador no nos dejo terminar nuestra conversación. ¿Qué paso con Daniel? ¿Hablaste con él?—Mario lanzó sus preguntas mirándome fijamente.

—Sí. Terminamos.—respondí secamente.

—¿Solo eso? ¿Sin dramas ni nada por el estilo?

—Sí.—me levanté de la mesa y recogí el plato de Mario y el mío.
—¿Por que te quedaste en la escuela después de clases?—Este me siguió a la cocina, se sentó sobre la fría barra de mármol, mientras yo abría la llave del agua.

—Voy a estar en la obra de la escuela—dije.

Sabía que esta conversación no le iba a gustar
nada a Mario.

—¿En serio? Eso es genial, pero no sabía que te gustaba actuar.—comento sorprendido.

—No me gusta, y no voy a actuar.—cerré la
llave del agua y me sequé con el mantel que
estaba cerca.

—¿entonces?

—Voy a bailar.—dije y volví a la sala. Mario ya estaba a mi lado cuando volteé. Pasó sus manos por mi cintura, y me empujo contra la pared de la sala.

—¿Por qué estas tan nerviosa?—preguntó.—
¿que pasa?

—La obra de este año esta lleno de cursilerías,
el tema es el ultimo año de la escuela. La
profesora de historia me ofreció un lugar en la
obra, si yo lo hacía podía salvar mis
calificaciones de historia. Tengo dos pies
izquierdos, y no se como demonios voy a hacer esto.

—¿Con quien vas a bailar?—y llego la pregunta que no quería oír en absoluto.

—¿Quién va ganando en el partido?—dije
escapándome de su agarre, pero solo fueron
segundos y llegué de nuevo a la cocina.

Parecía que estábamos jugando a los atrapados.
Apenas puse un pie en la cocina, Mario me tomo de la cintura y nos puso a ambos contra la pared.

—¿Con quien vas a bailar, Bubbles?

—Con Daniel.—respondí.

La sonrisa de los labios de Mario desapareció completamente, y se tensó
automáticamente.

—Eso explica por que estabas tan nerviosa.

—Escucha, es solo un baile. Que este haciendo esto con él no significa absolutamente nada para mi, es mas, si pudiera evitarlo haría, ¿lo sabes no?

—Es en la forma que él te sigue mirando.—
masculló.

—¿Cómo me sigue mirando?—la única vez que me había percatado de la mirada de Daniel fue cuando Mario me había avisado de esta.

— te sigue mirando como si siguieras siendo de él, y el tipo esta muy equivocado. De todas
maneras, ¿qué canción van a bailar?

—"Can I have this dance".—respondí no muy
emocionada. Mario solo rodó los ojos.

—Puedo bailar mejor que él.—dijo haciendo con sus labios camino por mi cuello.

Gloria le había enseñado a sus hijos a bailar, ya que ella todas las tardes solía poner vídeos de musicales, podría apostar que Jake, Jan y Mario.
se los habían memorizado todos y cada uno de ellos. Pero Mario tenía un ritmo en las piernas increíbles. Si al lado de Daniel parecía un pinguino, al lado de Mario era absolutamente nada.

—Estoy muy segura de eso.—le respondí con una risa.

Atrapé sus labios en un beso. Las manos de
Mario bajaron más allá de mi cintura, haciendo pequeños movimientos. Habíamos llegado al punto en que los besos no eran suficientes, y me encontré a mi misma deseando más de él. Un gemido se escapo de mis labios. ¿No se supone que esos son los chicos? Las manos de Mario bajaron a mis caderas, elevándome en el aire y mis piernas abrazando sus caderas, me llevo
hasta la barra de la cocina. Estaba algo helada, pero no es que tuviera frío alguno, no con los labios de Mario encima de los míos. ¿Qué demonios estaba sintiendo? ¿Porque quería dejarlo sin ropa en medio de la cocina? Eso tenía nombre. Y era ganas de follar a tu novio.
Estaba asustada, y ansiosa al mismo tiempo. ¿Y qué si no era suficiente para él? Él había hecho esto miles de veces, y yo seguía siendo virgen.

—No tienes que hacer esto.—dijo Mario entre besos.

—Te deseo.—murmuré.—Pero no estoy segura.

Mario se separó de mis labios, posó sus manos sobre mis mejillas, las cuales deben de estar en este momento de un rojo ardiente.

—Cuando estemos juntos, quiero que este
segura al cien por ciento, sabes que te amo, y
que te esperaré lo que sea. Solo una cosa.

—¿Qué?

—Sé lo que estas pensando. Sé que he estado
con muchas mujeres, y sabes que con ellas fue solo sexo. Nada de sentimientos. Y ya sabes todo lo que siento por ti. ¿Sabes cuantos profesores me han dicho esta mañana que soy un chico muy afortunado? Todos los con lo que tenido clase, me lo han repetido. Bueno seguida de la
frase de Gaby: "Hazle daño, y me voy
asegurar de que tu "amigito" desaparezca".—a
mbos nos reímos.—No te voy a hacer daño...

—Porque no quieres sufrir por tu "amiguito"—
dije.

—Por eso y porque eres más que solo sexo,
Bubbles. Y te lo repetiría miles de veces para
que se te quede grabado. Quiero ser el primer
chico, y no sabes cuantas veces...

—No digas algo que tenga que ver con la
felicidad de tu amiguito, por favor.

—Esta bien.—sonrío de oreja a oreja.—Solo
hazme saber el día que este lista, yo lo estaré
esperando.

—Te amo.—dije abrazándolo.

—Lo se.—respondió, lo di un suave pellizco en su abdomen.—Solo estaba bromeando. Yo
también te amo, Bubbles.  

Promesas 2da.Temporada #RedDeMentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora