C A P I T U L O 21

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  Esto era enorme. Y eso era realmente una
palabra que le quedaba muy corta. Y ni siquiera habíamos llegado a su verdadera casa todavía.
Acabábamos de pasar un portón eléctrico de
metal, con varios hombres enfrente de este
haciendo guardia.
Jordan bajó la ventana de su auto e
inmediatamente, el portón se abrió. Él volvió a
acelerar a todo lo que le daba, siguiendo el
sendero. Esto podría ser dos parques unidos,
por el tamaño que tenía.
Cuando detuvo el auto enfrente de una enorme casa, mejor dicho mansión, casi se me salen los ojos de la impresión. Jordan se bajó del auto, cerrando la puerta de un fuerte golpe. Rodeó el mismo, y subió las pocas escaleras que había para llegar a la puerta principal, en el mismo instante, dos hombres enormes estaban a su costado, también con dos señoras con ropa de servicio.

— ¿Qué demonios?—murmuró Mario
haciéndome salir de mi sorpresa.

Abrí la puerta, y apenas puse un pie en el suelo, todo el personal de servicio volteó su mirada hacia mí. Jordan les dio unas cuantas
indicaciones a los dos gigantes e ingresó a la
mansión.
Mario me siguió mientras trataba de seguirle el paso a Jordan, quien al parecer tenía un problema en los pies, ya que caminaba como si estuviera corriendo una maratón.
Sorprendentemente, el interior de la mansión
era aún más bonito. Finas pinturas colgaban de las paredes y todo estaba ordenado y en su
lugar. Podía ver mi reflejo en el mármol del
suelo. Imagínense. Pasamos varios ambientes de la casa hasta lo que parecía ser una cocina. Y les juro que podría grabarse aquí un costoso programa de cocina. ¿Hay algo en esta casa que no sea hermoso? Al parecer nada en lo absoluto.

—Mira quien está en casa, mi hermano favorito.

Un chico alto entró en la habitación con una
enorme sonrisa en sus labios, su cabello era
oscuro y estaba corto. Le tomó varios segundos darse cuenta de nuestra presencia en la cocina.

—Así que me trajiste compañía. —Dijo
evaluándome con la cabeza, sin ninguna
discreción. —Pero... ¿el quien es?—con un leve levantamiento de cabeza señaló a Brandon. Quien de inmediato paso su brazo por encima de mis hombros, acercándome a él.

—Su novio. —masculló Mario en respuesta.

—No entiendo nada, me traes a casa una chica que está para...

—Yo que tú, cuidaría lo que vas a decir...—le
advirtió Mario.

—Y su novio celoso. —terminó la oración, con
una mirada divertida.

—Deberías ir a casa de tus padres y dejarme de molestar por aquí, ya sabes, algunas personas hacen algo con su vida. —Jordan sacó una botella de agua del refrigerador, sin prestarle mucha atención a la situación. Tomó todo el contenido de la botella, de un solo sorbo.

¿Sediento? Poco.

—Nuestros padres, hermano. —corrigió el
moreno, rodando los ojos. —Aunque no lo
admitas, disfrutas mi compañía. ¿Qué harías sin mí?

—Podría vivir en paz, créeme.

El moreno volvió a reír, y su mirada regresó a
mí.

— ¿Quién es ella?—preguntó curioso.

—Mi supuesta hija. —contestó Jordan arrojando la botella de plástico a la basura.

El moreno frunció el ceño realmente confundido.

— ¿Y le crees? Digo, ¿Cuántas veces, millones de mujeres han venido con el mismo cuento? Sin ofender, claro. —dijo dedicándome una sonrisa coqueta al final.

—Es diferente. Como sea, nada de esto a papá o a mamá. Ahora piérdete, y ve a hacer algo productivo con tu vida.

— ¿Te avergüenzas de tu hermano menor?—
preguntó haciendo puchero.

— ¿Seguro que quieres escuchar la verdad,
Sean?

Sean rió y le dio un fuerte golpe cuando paso
por el lado de Jordan. Quien solo le viró los
ojos. Eso parecía ser una manía de él.

—Te veo después, linda. —dijo dándome un
guiño coqueto. —Y novio. —dijo riéndose de la
amargada expresión en el rostro de Mario.

Sean abandonó la cocina, y cuando se marchó la cocina quedo en un silencio absoluto. Jordan y yo estábamos entre un concurso de miradas intensas, y ninguno de los dos parecía dispuesto a renunciar.

Tenía muchas preguntas que hacerle, y
realmente a mi no se me había cruzado la idea de que el pudiera venir a buscarme a mi, y no al revés. Al parecer me había creído, o
simplemente tenía interés. Cualquiera de las dos opciones era muy posible.

— ¿Qué quisiste decir con...—empezamos ambos al mismo tiempo.

— ¿Puedes esperarnos afuera?—le preguntó
Jordan directamente a Mario.

Quien asintió con la cabeza, me dio un beso
fugaz en los labios y abandonó la habitación.

Era, muy probablemente, la primera vez que
Jordan Watyger pedía algo educadamente a
cualquier persona existente en la tierra.

—Necesito saber que exactamente quisiste decir con que mi madre aun no me había dicho la historia entera, porque tengo la cabeza hecha un lío.

—De acuerdo, pero...antes de eso yo también
tengo una pregunta. ¿Qué quisiste decir con que no quieres nada de mi dinero?

—Lo mismo. No estoy cazando tu fortuna ni
nada por el estilo, no quiero quitarte todo tu
dinero...

—¿Entonces porque buscarme? Me he estado
cuestionando lo mismo desde que te vi por
primera vez.

—Porque...—me demoré ordenando las ideas en mi cabeza.—Toda mi vida he vivido con la idea de que ese estúpido hijo de puta que llegaba a mi casa ebrio y nos pegaba a mi madre y a mi era mi padre. No quería tener nada de ese animal, por más que me haya dado la vida. Pero después, enterarme de que esa bestia no fue el hombre que me dio la vida fue...un alivio.

—¿él...

—Sí, a mi madre y a mi. Cada vez que se le
daba la gana, abandoné Arizona cuando tenía
solo catorce años. Regresé apenas hace meses, para enterarme de que está muerta...gracias a este idiota. No quiero tu dinero...solo quiero un padre.

—No creo estar listo para ser padre, ___________.
—confesó.

—Eso es genial, ya que ya superamos la parte de los pañales y horas de llanto hace mucho.

— ¿Qué se supone que debo hacer,entonces?— preguntó frunciendo el ceño.

—Estar ahí para mí, eso es más que suficiente
para mí.

—Igual vamos a necesitar esas pruebas de ADN, o sino mi equipo de abogados se van a volver locos. ¿Te molesta?

—Para nada.

— ¿Estás viviendo en Nueva York, verdad?

—Sí, vivo con mi novio en un departamento
cerca a...

— ¿Qué?—técnicamente gritó haciéndome
estremecer.

— ¿Qué de qué?—pregunté realmente
confundida.

— ¿Estás viviendo con tu novio? ¿Cuántos años
tienes? Ni siquiera has terminando el instituto
aun, ¿la madre del muchacho sabe de esto? No voy a permitir que...—Viré mis ojos con cada oración que él dijo. —Y no me vires los ojos, señorita.

—Es algo de familia, lo siento.

Él no pudo evitar que una sonrisa de dibujara en sus labios.

—No me voy a meter en tus asuntos, y tú
tampoco en los míos. Mario y yo hemos vivido juntos desde siempre. Somos novios recién hace unos meses y...

—Tengo que contarte algunas cosas de mí, como que odio las historias cursis y todas esas cosas.

No pude evitarlo, y antes de tener tiempo de
razonarlo en mi cabeza y arrepentirme me lancé en sus brazos, dándole un muy fuerte abrazo de oso. Al principio se tensó completamente, pero segundos después rodeó con sus brazos mi cuerpo, respondiéndome el abrazo.  

Promesas 2da.Temporada #RedDeMentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora