Capítulo 6: Boda

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Anne

Abro los ojos por la mañana y aunque sé que lo siguiente no cambiará nada, me esfuerzo con todas mis fuerzas por imaginarme despertando en un mundo diferente, el mundo en el que crecí.

Sé que mi vida ha cambiado por completo pero eso no tiene nada que ver con aceptarlo. Uno puede perder las dos piernas y nunca asimilar el hecho, puede quedar desempleado y nunca enfrentarlo. Esto es lo mismo solo que en esta ocasión estoy condenada a hacerle frente al hecho de que me caso hoy. Con diecisiete años, sin haber besado jamás a alguien y habiendo pasado toda mi vida con un perfil bajo típico de perdedora, me enfrento esta mañana a una boda y no solo eso, a MI boda. Mañana despertaré en la cama con un chico que no conozco, el futuro Rey de los Hombres Lobo. Y no me malinterpreten, el sujeto es lindo y parece agradable. Pero no sé nada sobre él.

-Princesa- llaman a la puerta y reconozco al instante la voz de Tassia

-Adelante- anuncio y ella ingresa, vestida prolijamente con una especie de mono de color cobre y zapatos bajos. Luce sencilla en comparación al tipo de prendas que me han forzado a llevar últimamente pero no la cuestiono, he aprendido a entender esto de las jerarquías y debo enfrentarme al desprecio que se tiene por los mestizos no importa de la especie que sean. Tassia es mitad sirena mitad mago pero sus poderes no son reconocidos y tampoco les da demasiado uso. Ninguno de los mestizos lo hace.

-Su vestido de novia está listo, Princesa- señala y entonces cierra la puerta a sus espaldas para que los chismosos no puedan oírnos- ¿Cómo estás?

-¿Tú qué crees?- insinúo- Quiero ver a mis amigas

-Es imposible, el resto de las Princesas están en sus respectivos dormitorios, preparándose para la Gran Ceremonia

-Todo esto suena de locos así que ahórrate las justificaciones y solo...-suspiro- Ayúdame

-Tu vestido está al llegar, las hadas que se dedican principalmente a la confección de prendas lo hicieron especialmente para ti, para este momento

Asiento sin nada más que decir y me quedo unos instantes frente al espejo, contemplándome como soy y capturando este momento para siempre en mi mente. Seré inmortal y viviré para siempre en esta Tierra Eterna, pero esta versión de mí quedará siempre en mi memoria, la última fotografía mental de mí misma como una persona libre, como una joven sin ataduras que tiene control de su vida y de sus actos.

La puerta se abre hacia atrás y tres chicas algo menores que yo ingresan al lugar, una con el cabello azul y un largo vestido blanco, otra de cabello rojo fuego y vestido amarillo y la última de cabello verde y un ajustado vestido lila. Las tres lucen formales y aunque se muestran a gusto, sé que en el fondo se sienten incómodas en este ambiente, con esa ropa y en estas circunstancias.

-Princesa Annelisse- las tres se inclinan en una perfecta reverencia y yo me apresuro a instarlas a dejar las formalidades. Si pude hacerlo con Tassia tal vez pueda lograrlo con ellas también

La primera en ingresar le quita el envoltorio al vestido y lo deja completamente al descubierto así que, cuando lo veo con mis propios ojos, la idea de sentir desagrado por esta boda disminuye en una pequeñísima proporción. Y es que, de no ser por esta sensación de estar prisionera y por las condiciones en las que se está dando mi unión con Cameron, el vestido es sencillamente perfecto, realmente hermoso.

El corsé color rosa viejo está salpicado por incrustaciones de una hermosa piedra preciosa que no puedo distinguir y que me recuerda muchísimo a los diamantes. La falda es tan imponente que ni siquiera puedo determinar su ancho y está cubierta por pequeños y más grandes vuelos que conforman la parte principal de su increíble volumen. El tipo de vestido que soñaba en mi inalcanzable boda es una simpleza al lado de este.

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