Capítulo 5

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Hyukjae miró a su madre una vez más, frunciendo levemente el ceño al ver la sonrisilla que la mujer llevaba en sus labios. La conocía muy bien para saber que esa alegría no era nada bueno para él.

- ¿Qué tal tu vida amorosa, Hyukjae? -Preguntó entonces la mujer alzando su taza de té.

- Sin cambios, mamá. Sabes que no tengo pareja ni he tenido en mucho tiempo. -Respondió de forma seca.

- Pero eso podría cambiar, querido.

El pelinegro intentó no poner los ojos en blanco y se limitó a mantener la compostura. Esa era la razón de que su madre se mostrara tan feliz ante él. Y eso le molestaba muchísimo más de lo que quería admitir.

- No creo que eso sea posible.

- Pues claro que sí. El señor Park, uno de los socios de tu padre, tiene una hija un año menor que tú, pero con unos modales exquisitos. -Comentó su madre haciendo caso omiso de la mueca que hizo Hyukjae.

- Como ya dije, no creo que eso sea posible, madre.

No esperó una respuesta, simplemente se levantó, dejando su café intacto en la pequeña mesita antes de dirigirse a la salida con el ceño más fruncido. Sabía que no eran los modales que se esperaban de él, pero no quería aguantar eso ni un segundo más. Buscó relajarse, tomando bastante aire antes de subirse a su modesto coche y alejarse de la casa sin mirar atrás, ni decir una palabra de despedida.

El matrimonio solo le exigía que fuera a visitarlos periódicamente. No tenía porqué fingir que una niña de alta sociedad le gustaba, y mucho menos salir con ella.

Su casa siempre había sido su pequeño santuario donde huir de todo y todos. Donde podía estar solo sin pensar en nada o por el contrario, meditar sobre todo sin ser interrumpido.

Pero ahora, y gracias a Jiyoung, eso había cambiado. Ahora tenía a Donghae metido en su casa. Sí, el chico no era muy problemático y sabía valerse por sí mismo, pero su preocupación no era esa, sino qué pasaría si él se daba cuenta de que Hyukjae dejaba que un chico se quedara ahí. ¿Y qué sucedería cuando supiera que el chico, además, era el hijo de Jiyoung?

Nada bueno, probablemente.

Y ahora veía una cabellera castaña en su sofá, lo que no le dejaba espacio para relajarse. Aunque cuando se acercó pudo darse cuenta de que Donghae estaba dormido a pesar de que la televisión estaba encendida y un dorama se mostraba en ella.

Hyukjae no pudo evitar sonreír al ver esa escena. Realmente nunca había vivido algo así. Desde que dejó su casa, o más bien la de sus padres, había vivido solo en ese piso, consolándose con la tranquilidad que tenía al vivir solo.

Bueno, no siempre había estado solo. Tuvo una perra, Choco, que vivió con él los primeros años en esa casa, pero luego murió a causa de la edad.

Su muerte fue un gran golpe para él, Choco era su mayor confidente a pesar de no hablar. Y quizá esa era la mayor virtud del animal, no le daba charlas sin sentido, le daba cariño, lo que Hyukjae necesitaba realmente.

Sí, Choco era lo mejor que había tenido en su vida.

La gente pensaría que crecer en su entorno sería bastante fácil, pero en realidad era todo lo contrario. Nunca había sido completamente feliz, quizás solo al comenzar a vivir solo con Choco. Pero de eso ya hacía bastante tiempo.

Fue sigiloso al caminar cerca de Donghae, no quería despertarle de su pequeña siesta, pero tuvo que contener bastante la risa al verle estirado en el sofá y con la boca abierta. Por suerte no roncaba, o se habría visto obligado a grabarle para luego mostrárselo más tarde, aunque le causara otro berrinche al castaño.

En realidad le resultaba altamente adorable cuando estaba enfadado, aunque no le gustaba nada verle irse y encerrarse en su cuarto si el enfado era demasiado.

En cierto modo, y para su total terror, Lee Donghae había llegado a su vida para sacudirla.

A Donghae le pareció raro no ver ni rastro de Hyukjae cuando se despertó luego de su pequeña siesta mañanera en el sofá. En realidad no planeaba quedarse dormido, pero comenzó a ver la televisión y sin darse cuenta acabó en el mundo de los suelos. Aunque eso le pasaba muy a menudo en su casa.

No tuvo tiempo de cuestionarse demasiado, porque el olor de la comida llegó a él, provocando que su estómago rugiera y se lo tuviera que frotar intentando calmarlo hasta llegar a la cocina y ver qué hacía el otro.

No estaba muy seguro de si debía invadir el espacio del otro o no, pero no podía negar que sentía bastante hambre y la comida olía realmente bien, por lo que el hambre le ganó a la cautela y entró a la cocina con la cabeza algo gacha, observando cómo Hyukjae colocaba varios platos en la mesa y servía la bebida en ambos vasos.

El mayor pareció sorprendido al darse la vuelta y verle en la puerta, por lo que Donghae tuvo que contener la risa, mordiéndose el interior de la mejilla y limitándose a dejar una sonrisa amable en sus labios, buscando algún tipo de tregua entre ambos, para al menos comer con tranquilidad.

- Te iba a despertar ahora, no creo que sea bueno que duermas tanto. ¿Tienes hambre? -Le preguntó Hyukjae con voz tranquila, mirándole a él y luego a la mesa.

- ¿Esperas a alguien?

- ¿Eh? -El mayor frunció el ceño con confusión sin saber a qué se refería hasta que le vio los platos en la mesa.- No, es para nosotros dos. -Confirmó causando que Donghae reprimiera otra risilla.

- Muchas gracias por prepararme la comida, Hyukjae-ssi. -Dijo yendo hacia una de las sillas para poder sentarse en ella y observar la comida con curiosidad.

Supo en seguida que al otro le había sorprendido esa forma de llamarle, pero quería ser lo más cuidadoso posible para evitar peleas entre los dos y que la comida acabara en más llantos de su parte.

- No tienes que agradecérmelo, aunque quizás podríamos turnarnos para hacer las comidas. Creo que JiYoung dijo que sabías cocinar.

- Bueno, mamá exagera, sé defenderme en la cocina, pero no es que lo que preparo sea muy bueno... Es ¿pasable? Al menos no enveneno a nadie. -Susurró con bastante vergüenza porque no quería que Hyukjae tuviera expectativas de su comida y luego ésta no fuera tan buena.

- La del otro día olía muy bien a pesar de que no la terminaste. -Aclaró el pelinegro aunque en ningún momento hicieron contacto visual.- Que lo siento por esa vez. -Terminó aclarándose la garganta con incomodidad.

Donghae quiso decir que no pasaba nada pero eso solo haría la situación un poco peor. Comieron en silencio, sin mirarse en ningún momento mientras Donghae solo pensaba en si Hyukjae lo sentía por su actitud o solo porque consideraba que Donghae era más pequeño e inmaduro.

Fuera lo que fuese, le dejaba un pequeño nudo en el estómago. Si Hyoyeon estuviera ahí, le diría que no pensara tanto, pero por desgracia su amiga no estaba con él y hablarle por el móvil mientras comían sería un gesto sumamente descortés por su parte hacia Hyukjae.

No podía evitar sentirse pequeñito al lado del otro. Quizás era porque todo lo que tenía eran secretos y su madre no se dignaba a informarle de nada, como si vivir con un hombre del que solo conocía el nombre no fuera extraño de por sí.

Escuchó la puerta de entrada abrirse y vio cómo Hyukjae se tensaba de forma más que visible. Donghae se preparó para lo peor, pero solo vio a un hombre algo mayor y bien vestido entrar a la cocina y mirarlos con una expresión gélida en el rostro.

- ¿Hyukjae? -Dijo el hombre en tono severo.

- Creía que te quité las llaves de mi casa, padre.

Donghae no sabía mucho sobre expresión corporal, pero podía decir, aún así, que el hombre que estaba ante ellos irradiaba ira.





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Sí, he tardado muchísimo en actualizar, pero no estoy en mi mejor etapa y me cuesta otro tanto escribir, no sé porqué. Escribir me distrae, pero ahora no consigo ni concentrarme.

Podéis tirarme cosas por la tardanza y por éste capítulo tan raro, que las merezco.(?)

Una cuestión de tiempo 「EunHae」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora