Capítulo 7

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El frío calaba los huesos.

Pero es natural siendo tan temprano en la mañana, no habían dado ni las siete. En el parque no caminaba un alma aparte de los dos visitantes que violentaban el silencio matinal con sus pasos en el pavimento de la Skatepark de Getafe. Pero valdría la pena el haber despertado temprano, con tal de sentir la adrenalina y la libertad, siempre valía la pena... incluso los golpes eran sobre llevables, o por lo menos eso pensaba uno de ellos.

-¿Me repite' qué hacemos aquí tan temprano? –El acento del joven catalán se mezcló con un leve tiritar de dientes. Escondió las manos en las bolsas de su sudadera esperando que se calentaran

-Ya te lo dije Mangel, es una hora preciosa para andar en patineta. –Le respondió su acompañante y mejor amigo desde que tenían memoria, un chico alto, de tez blanca, con ojos verdes preciosos y cabello castaño-pelirrojo.

-Pero tío, ¿no podía ser más en la tardecita? está helando que te cagas.

-No, Mangel, no. A estas horas no hay niñatos que se pongan a jugar en las rampas que me gustan a mí, así nadie me estorba.

-Lo que pasa es que no sabes andar en patineta Rubén y las rampas que escoges siempre están llenas de niños porque SON rampas para niños.

El ojiverde se sintió ofendido y paró en seco mirando con unos ojos muy abiertos a su amigo y preparándose para hacer todo un drama.

-Está bien, está bien... Entiendo tu molestia, si no quieres acompañarme vale, vete. Solo vete Mangel.

-Rubius no hagas una escena...

-No, nononono. Está bien, puedes largarte, total solo soy tu mejor amigo. Es más vámonos los dos. –Y estaba dispuesto a enfilar hacia el otro lado, pero el pelinegro se interpuso en su camino y lo retó con la mirada.

-Que te quedes, ya me levanté y no me voy a ir... mejor ponte a practicar.

El joven torció su cara en una sonrisa extraña, perturbadora pero graciosa, de nuevo había conseguido convencer a su amigo con una de sus tretas. Mangel no pudo más que reírse del otro, que se había ido a practicar sus trucos en la patineta a la rampa de niños, él no practicaba aunque sí le gustaba mirar, además... ver a Rubius caerse era de lo más gracioso y valía la pena levantarse temprano para observar el espectáculo que se montaba.

-¡Mira Mangel! –Gritó Rubén parado en una de las rampas grandes. –¡Quiero que filmes esto! Te voy a probar que soy perfectamente capaz de hacer piruetas en las rampas de mayores.

-Rubius, te vas a lastimar... bájate de ahí.

-¡Que lo filmes te digo! Debe quedar para la historia.

Sacó su celular y puso la cámara "por Dio' que no se lastime el hijo de puta este" pensaba el pobre Mangel.

-¿Ya estás filmando? –Gritó nervioso Rubén, se dio cuenta al último momento de que tal vez su acto era demasiado temerario, pues ver la altura de la que se iba a tirar le dio vértigo.

-¡Ya, tío... tírate o va a ser el vídeo más aburrido del mundo!

Y cerrando los ojos se tiró. El primer segundo pinto bien, pero lo que siguió fue un puré de Rubius embarrado en el suelo de la rampa gritando "Jooooder, joooder, tío" Se sostenía la rodilla derecha que tenía un raspón, pero todo el cuerpo lo había resentido y le dolían hasta las uñas.

Mangel rio como desquiciado unos dos minutos en los que Rubén no se levantó del suelo y maldijo todo lo que podía ser maldecido en la vida. Finalmente, después de los ataques de ambos, Mangel fue hacia su amigo para tratar de ayudarlo, pero estaba débil por la risa y no pudo hacer mucho por Rubén.

Invencibles (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora