Samuel no estaba por ningún lado cuando los policías llegaron y se me hizo muy extraño, pues justo hoy descubrimos que podía ponerme en pie sin mucha dificultad y me había dado un recorrido de la casa para que supiera dónde estaba todo, habíamos pasado juntos prácticamente toda la mañana y de pronto se había ido sin decirme nada. Me llevó tomado de la cintura por su hogar entero, seguro me sonrojé hasta las orejas, pues la sensación que había tenido la noche que lo conocí se renovaba con cada pequeño roce de su piel con la mía, incluso solamente con oler su perfume o escuchar sus pasos acercarse.
El corazón me latía desbocadamente cuando me cargó para bajar la escalera hacia el recibidor y me vi en la necesidad de rodearle el cuello con los brazos para no caerme. La casa era pequeña y le hacían falta algunas reparaciones menores, pero estaba toda ordenada y encantadoramente decorada, con estilo vintage según me dijo Samuel.
Ayer fue un día demasiado loco... acordamos que viviríamos juntos, porque yo necesitaba un hogar y él alguien que le ayudara con los gastos de la casa. Claro, omití la parte en la que necesitaba de él para sentirme seguro y que después de lo que pasó anoche no me sentía capaz de alejarme de él. Porque eso que pasó anoche es algo tan irreal que aún no me lo creo... yo besé a Samuel.
Sinceramente pensé que me rechazaría y que me echaría de su casa después de que me acerqué con toda intención a sus labios mientras me consolaba. Es que no pude evitarlo, su rostro se veía tan tenso y sus ojos tan preocupados que quise hacer de todo por aliviar su pena, en especial si esta era causada por mí; me dijo algunas palabras de aliento mientras me sostenía en sus brazos y yo dejaba caer lágrimas en su playera gris oscuro. Sé que para nadie es fácil intentar consolar a una persona, uno nunca sabe qué decir para hacer que el otro se sienta mejor, sin embargo Samuel parecía entender cada una de mis desastrosas emociones a la perfección, tal vez un poco más que yo. Cuando aminoraba mi llanto me acariciaba la espalda dulcemente y cuando una nueva ola de rabia me invadía su abrazo se hacía más firme, sentí como si estuviéramos pasando por esto juntos y no fuera sólo yo el pobre diablo cuya vida estaba yéndose al carajo tan rápido como el transcurrir de los días en las películas, suceso tras suceso, día tras noche.
Cuando me hube calmado un poco, pude sentir la suavidad de la piel de los brazos de Samuel, aspirar su olor cítrico y amaderado y reconocer que este hombre me estaba haciendo perder la cabeza. Tanto más cuando me dijo que sabía por lo que yo pasaba, lo que era perderlo todo, que mi mundo se fuera al demonio... y que no me abandonaría.
-¿No vas a alejarte ahora? Puedes echarme, lo entenderé. Estoy más salado que un pretzel, No quiero que mi mala suerte se te pegue. – Le pregunté, porque no se me hacía real que él no se alejara de mí inmediatamente, parecía que yo estuviera maldito y que podía contagiar mi peste a quien se me acercara.
-¿Alejarme? –Dijo entre pequeñas risas –Si para mí no hay vuelta atrás desde la noche en que te conocí.
Así como estaba entre sus brazos me quedé petrificado ¿qué había dicho? Su rostro denotaba seguridad, pero sus manos en torno a mi temblaban. ¿A qué se refería con que no había vuelta atrás? Él siguió hablando con una voz suave y grave cuando vio que no respondí.
-Y cuando volvía a encontrarte, supe que todo iba a cambiar de ahora en adelante. No me iré, y tampoco te pediré que te vayas. No te abandonaré, lo prometo.
Pude sentir cómo la sangre inundaba mi rostro violentamente, quise responderle que yo también sentí lo mismo, como una corriente eléctrica recorriéndome de pies a cabeza, una fuerza ajena a mí que me atrajo a él sin remedio. Pero las palabras no me salieron y solo pude acercarme a él y cerrar los ojos, esperando que Samuel terminara lo que yo había comenzado.
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Invencibles (Wigetta)
FanfictionEncuentros inesperados, sueños truncos y miedo a las circunstancias son situaciones que debilitan el espíritu, lo dejan gastado sin ganas de seguir adelante. Pero solo quienes hayan experimentado la tristeza más profunda podrán alcanzar la verdadera...