Capítulo 12

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Llevaba horas esperando el reporte del equipo de Story Board que me habían prometido para hoy. Mientras tanto mi día se había resumido en jugar Smite en mi oficina y comer frutillas, como si no tuviera una tonelada de trabajo más que hacer. De verdad me interesaba revisar esa nueva propuesta de videojuego, era el primero que haríamos con una trama tan profunda y se basaría en toma de decisiones. A los escritores se les había ocurrido algo genial y muy emotivo que seguramente encantaría tanto al intelecto como al corazón de los jugadores.

Ya cansado de estar sentado me dirigí al departamento de creación para ver cómo iba el asunto del guion preliminar, estaban demorando más de lo usual y ojalá tuvieran una muy buena explicación para ello.

Para ir a todos lados debía pasar primero frente a la oficina de mi padre que estaba al lado de la mía y acostumbraba pasar lo más rápido que podía sin voltear a mirarlo. Pero hoy se le escuchaba hablar exaltado como pocas veces lo hacía con sus empleados, debía ser algo grave. Tenía la puerta entreabierta así que me quedé a escuchar detrás de ella.

-Necesito resultados O'Donoghue, las acciones de la compañía se desplomaron en 3 puntos esta semana. ¿Qué diablos pasó?

-Es una mala racha jefe, nos recuperaremos.

-No porque tengamos años de amistad voy a tolerar estas tonterías, estamos intentando llevar a la empresa a su más grande nivel, y mira las tonterías que estás haciendo.

Hubo silencio, y luego ruido de papeles cayendo, seguro el muy bestia le había arrojado los papeles a la cara al bonachón del señor O'Donoghue que era el encargado de las acciones en la bolsa de valores y que a pesar de su trabajo tan estresante sonreía siempre. La puerta se abrió de pronto dejándome al descubierto, Raúl me miró con desprecio:

-¿No te enseñaron que es de mala educación espiar, niño?

-No señor. No lo hicieron. –Le reté. Él se acomodó la corbata y mirándome con una mueca de desagrado salió de su oficina dejando al pobre hombre recogiendo los papeles del suelo. Entré a ayudarlo y tan rápido como entré, salí. Necesitaba tomar aire.

Olvidé a dónde iba antes, sólo sabía que necesitaba el frescor del exterior. Salí a uno de los balcones de nuestro piso, el que daba a la ventana de la recepción. Me ponía de pésimo humor encontrarme con mi padre en cualquier momento del día, debía calmarme para seguir trabajando ya que cabreado nada me salía bien. Intenté concentrarme en los pendientes del día, pero mi mente seguía en modo defensa planeando mil respuestas hirientes para la única pregunta que me había hecho Raúl hace un momento, podía haberle dicho que tengo pésimos padres, o que mis modales los aprendí del mejor, sin embargo ya no podía volver atrás para corregirlo e intenté serenarme.

Un joven salió a fumar al balcón, el viento daba justo hacia mi lado y terminó por llevar directo a mi nariz todo el humo que expulsó. Tosí un poco, odio ese olor.

-Me disculpo, no era mi intención. –Dijo él cuando me oyó toser.

-Está bien, no te preocupes, ya me iba.

-No, no, no... tú llegaste antes que yo. –Contestó mientras apagaba su cigarro en el cenicero de la puerta del balcón. –Por favor, no te marches.

Lo observé un momento, era alto, un poco más que yo, de cabello rubio cenizo que le caía hasta los hombros en rizos. Su nariz era ancha y con una leve desviación, pero sus ojos eran muy bellos, de color miel y grandes pestañas, tenía una figura atractiva y una expresión serena pero a la vez firme que invitaba a acercarse a él. Me giré de nuevo en dirección al panorama y recargué mis codos en el barandal.

Invencibles (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora