15- Consejos del licenciado Alec Lightwood

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Alec caminaba tranquilamente por la playa del Campamento Mestizo. Jason le había prestado un dracma para mandarle un mensaje Iris a Magnus, y le había enseñado cómo debía hacerlo.
El chico tomó la manguera que estaba echada en la arena y comenzó a tirar agua,
mientras los rayos del sol formaban un arco iris.
- Oh Iris, acepta mi ofrenda. Muéstrame a Magnus Bane, en Brooklyn, Nueva York.
De repente, la imagen de su novio apareció en el agua. Llevaba su usual maquillaje, y mucho brillo. Demasiado brillo. Estaba sentado en su escritorio, revisando unos libros en latín.
Parecía no reparar en la presencia de Alec, así que este tosió, haciendo que Magnus levantara la vista. Al verlo, se asusto (dudaba que encontrarse con una cara flotante en medio de tu loft fuera algo normal, ni siquiera para un brujo) pero luego volvió a sentarse.
- Por dios, Alexander. Casi me das un infarto.
- Lo siento...- respondió el otro, algo avergonzado. Magnus sonrió.
- No hay problema. ¿Y, como es allí? ¿Lo están disfrutando? ¿Como están los demás?
Alec le contó todo lo que había pasado últimamente: cuando fueron escogidos por los dioses, cuando fueron al Campamento Romano, cuando su hermana se peleó con cualquiera que se encontrará en su camino, cuando Jace y Leo intentaron arruinar la cota de Simon y Isabelle... Todo.
- Realmente me gustaría estar allí con ustedes. Siempre me ha gustado la historia griega.
A Alec le dio lastima. El también quería que su novio estuviera allí, pero no había sido invitado por los dioses del Olimpo, y sabía que era mejor no contradecirlos. También extrañaba el Instituto. Ahora que sus padres pasaban casi todo su tiempo en Idris, él era legítimamente el director, y le encantaba poder (o intentar) controlar a sus amigos nefilims. También amaba poder invitar a Magnus sin preocuparse por las miradas de irritación de Maryse y Robert. Era perfecto. Cazaban demonios todos los días, comían en Takki's, hasta iban al cine... Alec amaba el Campamento Mestizo, pero no se comparaba con su hogar, con su historia.
- Volveremos pronto. Te lo prometo.
Magnus sonrió.
- Que bueno, porque aunque me cueste admitirlo, los extraño. Especialmente a ti.
Alec acaricio el agua, como si acariciara al mismísimo brujo.
- Tengo que irme. No sé si a Iris le guste que hable por tres horas. Pero te avisaré antes de que volvamos y iremos todos juntos a la pizzería de la esquina de tu loft, ¿te parece?
Magnus parecía encantado.
- ¿Podemos invitar a Catarina?
El le sonrió.
- Claro.
Magnus se despidió.
- Adiós, Alexander. Te amo.
- Yo también. Nos vemos en unos días.
- ¡Mándale saludos a todos!
Y así, la imagen de su novio se disolvió.
Alec sintió una presencia detrás de él.
Se dio la vuelta para encontrarse con Nico di Angelo, el hijo de Hades, y "hermano" de Helen.
- ¿Nico? ¿Pasa algo?
El chico se ruborizó un poco.
- N-no, yo solo... ¿Podrías darme un consejo?
Alec se sorprendió. ¿Un chico gótico quería un consejo de el? Eso era algo nuevo.
- Por supuesto. ¿Qué te  pasa?
- Yo... ¿Podemos sentarnos y te lo cuanto?
Alec asintió. Se sentaron en la arena, uno al lado del otro.
- Este... Ese hombre, con el que hablabas... ¿Era tu novio?
- Si. ¿Porque?
- Yo... ¿Me guardas un secreto?
¿Desde cuándo un casi-desconocido le confiaba secretos? Este campamento era cada vez más interesante.
- ¿Supongo que si?
- Bien... Yo.... Antes, hace un tiempo... Estaba, como que enamorado de Percy.
Alec intentó no parecer más asombrado de lo que debería.
- Oh. Pero... ¿Él sale con Annabeth, verdad?
- Si, si, pero ese no es el punto. Es que... Me daba miedo ser... Ya sabes... Homosexual.
El chico no pudo evitar sonreírle.
- Por el Ángel, te pareces más a mi de lo que creía.
Nico lo miró.
- ¿A qué te refieres?
- Yo estaba enamorado de Jace, mi parabatai.
- ¿El rubio?
- Ese. Pero sabía que el... Bueno, que no sentía lo mismo. Me costó mucho. No quería admitir que me había enamorado de mi parabatai, menos aún si era un hombre. ¿Sabes? Los cazadores de sombras son muy tradicionales. No sólo tenía miedo de lo que pensara Jace, si no mi familia y el Consejo. Tenía miedo de que me repudiaran por mis sentimientos.
- ¿Y qué te pasó?
- Conocí a Magnus Bane, el hombre que viste. Al principio, me pareció que no pasaríamos de las citas, y supongo que el sintió lo mismo. Y aún me daba miedo enfrentar mis sentimientos. Pero a él no. Y el estaba cansado de que hiciera como si nada. Así que un día, me dijo que me amaba.
"Nefilim estupido. ¿Porque haría todo esto si no?" Alec río ante el recuerdo.
- ¿Y cómo reaccionaste?
- Le prometí que si sobrevivíamos, se lo presentaría a mis padres como mi novio. Y sobrevivimos. Así que en el medio del Gard, donde estaban refugiados todos los nefilims, lo bese. Mientras mis padres nos miraban... Y mi hermana se hiperventilaba de la emoción. ¿Pero para que me necesitabas?
- Yo... Creo que estoy enamorado de otro chico. Se llama Will.
Alec lo miró.
- ¿Will? ¿Will Solace, de la cabaña de Apolo?
- Este... Si, ese.
Lightwood por fin entendió la alegría y emoción de Isabelle cuando vio que Alec y Magnus se besaban, en frente de todo el mundo. El se sentía igual en ese momento, pero con respecto a Will y Nico.
- ¡No lo puedo creer!- gritó parándose y sonriendo. Nico lo miraba aterrado.- ¡SOLANGELO ES REAL! ¡OH MY FUCKING ANGEL!
- Emmm... ¿Okey?
- ¡OKEY!- gritó el otro imitando Bajo la misma estrella (¿qué? Era un buen libro, y Clary se lo había recomendado...) se levanto y corrió hacia la cabaña de Afrodita.
- ¡Espera! ¡¿adónde vas?!- le preguntó Nico desde atrás.
- ¡A LA CABAÑA DE AFRODITA! ¡LE CONTARÉ A PIPER QUE SOLANGELO ES REAL!
- ¡Pero no me diste un consejo! ¿Crees que a él le guste? ¿Qué debo hacer?
Alec dejó de gritar por un segundo y se dio la vuelta. Miro a Nico como diciendo "¿me estás jodiendo?"
- ¡INVÍTALO A SALIR, MALDITA SEA! - le gritó, y fue directo a Pipes, mientras dejaba a cierto hijo de Hades en medio de la playa.

Los nefilims en el Campamento MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora