Lunes, 7/12
—¿Qué harás hoy?—preguntó antes de dar un sorbo a su café.
—Reserve una consulta con el doctor, ¿quieres ir?—respondió ella, dando una mordida a uno de sus waffles.
—Me encantaría, ¿a qué hora es?
—2:30 p.m.
—Bien—asintió—. Creo que puedo hacerlo.
Se encontraban tomando el desayuno por la mañana, como era costumbre. Comían, cenaban y desayunaban juntos. Hablaban del bebé y de los posibles trabajos que podría ejercer ella para obtener ingresos. Su relación estaba siendo satisfactoria, se brindaban apoyo entre ellos, pero no eran más que amigos. No había ni un sólo día en el que Melissa no le agradeciera lo que hacía por ella y por su hijo.
—Tengo que irme—se puso de pie, beso la frente de la muchacha, quién le regaló una impecable sonrisa y se encaminó hacia la salida, no sin antes agregar un—: Ten un lindo día.
Al llegar al trabajo se encontró con más papeleo de lo normal, pues estaba a punto de integrarse Connor como nuevo socio y tenían que tener el papeleo listo para cuando él llegase. Lo cual le molestaba mucho a Dash, pero lo pudo hacer otra cosa más que cerrar la boca, guardar sus sentimientos y seguir trabajando.
Al rededor de las doce, Ducan se presentó en la oficina de Dash para darle un recado.
—Tienes que ir personalmente a Kensington Books—su sonrisa era ciertamente malévola, seña que sólo significaba una cosa; quería salir con Dash a beber.—¿No se supone que para decirme eso está Patrice?—respondió sin dejar de mirar los papeles que tenía entre las manos y sobre su escritorio.
—Sí, bueno—Duncan se adentró totalmente a la oficina de su jefe y tomó asiento frente a él—, le dije que lo haría yo. ¿Qué tal Pittie's hoy?
—Ni hablar, Duncan—siguió mirando sus papeles. Tal vez se estaba ocultando en ellos para no caer en las garras de la errónea idea de Ducan para diversión. —La próxima vez, dile a Patrice que venga. Gracias.
—Demonios, Dash. ¿Me estás hablando malditamente en serio?
—Sí.
—Señor—entró su secretaria, interrumpiendo cualquier discusión que se estuviera formando—. Habló su padre para informarle que los papeles tienen que estar listos para el día quince y los tiene que llevar personalmente. También dice que espera que tenga un buen día—la chica leía el recado de una de sus tantas libretas. Era un extenso recado. —Su madre dice que la llame en cuanto pueda. Y me pidió que lo agendara como URGENTE.
—De acuerdo. Muchas gracias, Patrice—esta vez sí volteo a ver a su secretaria, para sonreírle.
—Señor Duncan, ¿no tenía trabajo que hacer?—preguntó la chica.
—Ya entendí, ¿okey?—de esta forma, salió de la oficina de su jefe de mala gana.
—Muchas gracias, Patrice—sonrío amablemente hacia la pelirroja, quién no pudo evitar teñir sus facciones casi del mismo color que su cabello.
—No hay de qué—salió torpemente de la oficina para seguir trabajando, mientras su jefe se encargaba de hacer lo mismo.
Se levantó de la silla perteneciente a su silla y sacudió su piernas adormiladas. El reloj en su muñeca marcaba las dos. Los ojos del chico se sobresaltaron tanto como su estómago. No había comido en todo este tiempo y ni siquiera se había percatado, además de que tenía menos de media hora para recoger a Melissa y acompañarla al doctor.
Se movió rápidamente, tomó su blazer del respaldo de su silla de piel giratoria y se la colocó sobre la espalda. Corrió hacia la recepción y avisó a la pelirroja que tardaría un buen rato en regresar, pero de desplazara todo para después.
Cuando Dash se subió a su amado coche tuvo que mantener las ventanas cerradas. Apenas comienza Diciembre y ya congela, pensó.
Su camino fue precisamente lento, pues los horarios de comidas y salidas de los niños de la escuela se arremolinaban a la misma hora, por lo que, cuando recogió a Melissa la encontró bastante enojada y apurada.—Lo siento, cariño—dijo tranquilizadoramente, cosa que funcionó, pues los hombros de la rubia se relajaron nada más escuchar el apodo. El cual Dash había dicho de forma desprevenida. Más una costumbre que nada. —Había montañas de papeleo. Kesingnton viene en unos días.
—¿Te toparás diario con el señor-enes-excesivas?—cuestionó ella de forma horrorizada.
En realidad la relación que mantenían ellos era bastante relajada, para Dash era como tener un apoyo, alguien a quién podía contarle por qué estaba tan estresado cuando llegaba a casa. Solían dormir juntos; porque la cama de Dash era lo suficiente grande y porque ella se sentía muy sola en el cuarto de huéspedes en la planta baja. Y aunque hubiera más cuartos en la mansión, a Dash no le parecía una mala idea compartir cama. No lo hacía sentir ni sólo ni incómodo y facilitaba mucho las cosas cuando de emergencias de trataba.
—Tristemente—Melissa advirtió la mueca herida de Dash y de forma inmediata e inconsciente hizo una mueca con su propia boca.
—¿Crees que tu padre lo haya hecho a propósito?
—No. Sí, no sé. O sea, aveces las razones de mi padre son más profundas que eso—sujetaba el volante con fuerza y su cara formaba un garabato; emociones por aquí y por allá, todas revueltas—, más intensas que su pobre hijo empresario.
—Sí, ya lo creo...—sobaba su abultado vientre y miraba a Dash con cierta preocupación—. De todas formas siento un poco extraño todo esto. Es decir..., ¿asociarse con un extraño que apenas comienza su carrera?
—No lo sé, y sinceramente no le quiero dar más vueltas—Dash estacionó el auto en un apartado para discapacitados en las afueras del hospital privado, luego dirigió su mirada hacia su acompañante sin soltar el volante—. ¿Estás lista para ver a ese pequeñín?
Dash se tomó la libertad de estirar su brazo y alcanzar con su mano la pequeña barriga de Melissa, quién le sonrío enternecida y a punto de llorar.
—Eh conseguido un trabajo...—susurró entre sonrisas y lágrimas—. No puedo empezar hasta que dé a luz, pero mi puesto es seguro y bien pagado... Mi jefa es realmente compresiva y se preocupa por cualquier trabajador suyo.
—Me alegro por eso, Mel. De verdad lo hago.
—Gracias por todo, Dash—su mano aprieta la mano del chico y ambos sonríen enternecidos.
—Bien, apresuremos esto porque tengo que volver al trabajo pronto—habla antes de salir del auto.
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FANGIRL, seamos historia... [PAUSADA TEMPORALMENTE]
Novela Juvenil"Porque fuiste mi primer amor y el primer amor nunca se olvida, aunque diga que no te quiero, te querré toda la vida." Dicen que el primer amor es el mejor de todos, que sólo pasa una vez y que jamás te volverás a sentir tan bien como entonces. A ve...