Dieciocho.

48 3 1
                                    

Sábado, 19 de Diciembre

—Llámala—la rubia le tendió el teléfono al tiempo que se sentaba junto al pelinegro que se encontraba sentado sobre su cama como muchos papeles alrededor de él. La rubia frotaba su abultado vientre mientras le regalaba una sonrisa ladeada a su compañero.

—¿Con qué propósito?—preguntó él tratando de no sonreír al ver a su amiga en esa postura tan enternecedora.

—No lo sé, solo hazlo—alzó una ceja, la tendió aún más el celular y volvió a sonreír con la misma intención de antes—. A las chicas les gusta.

El pelinegro no pudo evitar rodar los ojos, sin embargo, tomó el teléfono, se puso de pie y caminó hacia su escritorio para finalmente encontrar su agenda, en dónde había guardado el número celular de la chica. Por alguna razón estaba nervioso, de modo que le costó alrededor de cinco intentos en finalmente poner todo el número en el teléfono. Luego sonó el tono tres veces, hasta que por fin se escuchó la voz de la morena.

—¿Hola?

—¿M-Marie?—preguntó él, dudando si recordaba realmente el nombre o solo lo había inventado su cabeza como último recurso.

—Soy yo, ¿quién eres?—preguntó ella dudosa de haber escuchado la voz de Dash.

—Soy Dash.

—Ah, claro, eso pensé—contestó ella, nerviosa, mientras sonreía tratando de evitar sonar emocionada en demasía. —Me alegra que hayas llamado.

—Claro—dijo él, con una sonrisa en sus labios. Luego miró a su amiga, quién aún se encontraba junto a él, tapo la bocina del teléfono y susurro—. ¿Ahora qué?

—¿Perdón?—se escuchó ligeramente desde la otra línea.

—Invítala a salir—respondió la rubia, rápidamente.

—Nada. Quería saber si tenías planes para el lunes por la tarde—sonrió él, sin recordar sí tenía algo pendiente en su agenda de trabajo. Como fuera, si se había comprometido, haría un espacio para encontrarse con ella.

—No, estoy totalmente libre—escondió casi de inmediato. Luego aclaró la voz, en un intento por excusarse. En realidad no sabía porque se comportaba así con él. Marie siempre había sido de las chicas que daban el primer paso para absolutamente todo. ¿Su primer beso? Ella escogió al niño y simplemente lo besó. ¿Su primer novio? Ella comenzó la relación. ¿Su baile de graduación? Ella escogió personalmente a su pareja y lo invitó sin más. ¿Dash? Bueno, esa ya era otra historia.

Tal vez se debía a la sensación que Dash le dejaba; esa en la que sabes que aún está atado a algo. Más bien a alguien.

—Perfecto, ¿dónde puedo recogerte?—preguntó el pelinegro.

—Te envió la dirección por correo, ¿está bien?
—Por supuesto.
—Bien.
—Adiós.
—Adiós.

FANGIRL, seamos historia... [PAUSADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora