Por séptima vez, recorrí la habitación de lado a lado, mientras intentaba mantener la calma, aunque era imposible. Tras el secuestro de Lydia y Allison, el bus se puso de camino a Beacon Hills, y allí avisaron a mi padre y todos los agentes de comisaría. Todos se pusieron manos a la obra, intentando averiguar de quienes se trataba y que pretendían, además de su localización. Mi padre me había dicho que debía quedarme tranquilo, que las encontrarían, pero yo no podía quedarme parado como si nada.
—Stiles, para —Dijo Scott. Yo le miré asustado. Su mirada reflejaba lo mismo que la mía, salvo que se contenía. Yo no sabía cómo hacerlo. —Así no vamos a solucionar nada.
— ¡De brazos cruzados tampoco!
—Créeme, yo quiero más que cualquier cosa en el mundo salvarlas, pero no sé cómo. Tu padre se está encargando de ello. —Dijo tratando de tranquilizarme, fallidamente.
—Scott, escúchame. No puedo quedarme aquí quieto esperando a que los demás actúen. Y menos sabiendo cómo son las chicas.
—Sí, Allison probablemente estará insultando y tratando de luchar contra ellos —Respondió Scott.
—Lydia... no sé lo que hará, pero sé que no le importa salir herida. Pero no sabe como yo me sentiría. Estaría devastado y si ella muriese... yo perdería completamente la cabeza. —Dije cogiéndome la cabeza. El simple hecho de imaginarme a Lydia herida me hacía daño.
—Sé donde está mirando mi padre, descartemos esos lugares. He investigado un poco sobre unos posibles sospechosos y su "guarida" no está muy lejos de aquí, podríamos ir en mi jeep.
—De acuerdo, avisemos a los demás. —Yo no comprendía. ¿Los demás? — ¿No pensarás que vamos a ir tú y yo solos, no? Somos una manada, actuamos juntos. Isaac, Kira y Malia vienen. —A mí me sorprendió que hubiese añadido a Malia, pero no dije nada. Scott llamó a todos y decidimos quedar en el instituto, donde iría con mi jeep y luego en busca de la guarida.
...
— ¿Me estás diciendo que vamos a ir en busca de un árbol cortado? —Preguntó Isaac con las cejas levantadas.
—Sí, el Nemeton. Pero es un árbol especial y difícil de encontrar, junto a él hay una especie de sótano o guarida, ellas podrían estar allí. —Expliqué yo.
— ¿Y si no? —Preguntó Malia.
— ¿Podéis callaros los dos? Intentamos hacer un plan. —Contesté yo. Los susodichos se miraron y se cruzaron de brazos. —Gracias.
— ¿Deberíamos llevar... armas? —Preguntó Kira. Scott y yo asentimos. —Bueno, esto va a sonar raro, pero tengo una espada en casa y soy bastante buena con ella.
— ¿Por qué narices tienes una espada en casa? —Preguntó Isaac, a lo que yo le miré mal. Él resopló. —Yo sé manejar pistolas, la familia de Allison se dedica a la venta de armas y ella aprendió y me enseñó.
—Perfecto. ¿Malia?
—Soy bastante buena luchando, tengo mucha fuerza. —Vaya, igual que Scott. Siempre me sorprendió su fuerza y su destreza para luchar, aunque nunca le pregunté.
—Bueno, yo tengo un bate, que también puede ser un arma. Vamos. —Dije montándome en el jeep. Scott fue de copiloto y los demás atrás. En el camino no hacía otra cosa que pensar en Lydia, necesitaba salvarla aunque fuese lo único que hiciese.
...
Después de un largo camino y búsqueda, encontramos el dichoso árbol. Era un tronco enorme. Antiguas leyendas del pueblo decían que actuaba como un faro para lo sobrenatural, como si existiese. Estuvimos buscando la entrada a la guarida, hasta que yo la encontré. Con cuidado, abrí las puertas con Isaac que tenía la pistola en la mano. No se oía nada. Todos nos miramos y decidimos entrar, lentamente. Por lo que parecía, era bastante grande. Tenía distintos pasillos, por lo que lo más eficiente sería separarnos.
— ¿Cómo lo hacemos? Porque está claro que Stiles con ese bate no va a poder defenderse solo —Dijo Isaac, a lo que yo rodé los ojos.
—Vayamos dos y tres. Yo iré con Kira. —Dijo Scott. —Malia, Stiles, Isaac, vosotros tres juntos. —Menuda combinación, pensé. Con mi ex novia y el amigo con el que más tensión tengo debido a nuestros distintos sentidos del humor. Por no añadir la tensión entre ellos. Aún así, no protesté. Nos pusimos en camino hacia la izquierda, mientras Scott y Kira se fueron por la derecha. Los pasillos estaban completamente oscuros, por lo que yo saqué la linterna y fui alumbrando el camino. Oímos un ruido y supimos que los hombres estaban allí. Yo miré a Malia, Malia a Isaac e Isaac a mí. Era el momento de enfrentarse a ellos. Todos sacamos nuestras armas y seguimos adelante. Cuando los encontramos, vimos que no estaban armados, por suerte nuestra. Aún así eran muy buenos peleando. Malia se lanzó sobre uno de ellos y comenzó a luchar con él, sorprendentemente bien. Isaac luchaba también, no quería usar la pistola aún. Yo me dedicaba a escapar de ellos y dar con el bate al aire, ya que nunca pillaba a ninguno de los hombres. Por cosas del destino, conseguí dar a uno en la cabeza, dejándole inconsciente, mientras el otro hombre había llamado a más.
—Stiles, ¡ve! —Gritó Malia, mientras luchaba. —Nos podemos encargar nosotros. —Dijo señalándose a Isaac y a ella.
Sin pensarlo dos veces, salí corriendo por el pasillo, en busca de Lydia. Había distintas salas que yo fui abriendo una a una. Al llegar a la última, abrí y pude ver a Lydia allí, con unos aparatos pegados a su cabeza. Ella al verme se echó para atrás sentándose en una silla. Yo me acerqué a ella y le quité los aparatos, con el corazón a punto de salirme del pecho.
—Stiles... Has venido. —Dijo lentamente.
—Claro, todos lo hemos hecho.
—Es muy peligroso, no puedes salvarme. —Yo le cogí la cara y le obligué a mirarme.
—Lydia, cállate y deja que te salve la vida. —Ella me miró fijamente y sonrió. Pude ver que tenía unas cuantas heridas y una marca de soga en el cuello, pero no dije nada. La cogí de la silla y la cargué como pude en mis brazos, dispuestos a salir de aquel horrible sitio. Pero, ¿cómo salir?
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