capitulo 11

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-¡Harry! ¿donde te habías metido?-Hermione lo miraba con el ceño fruncido. Acababa de entrar a las tres escobas.
-esteeee... se me hizo tarde.-se excuso el chico.
-¿dos horas tarde? Hermione no a parado de preocuparse, hermano.-resongo Ron.
Hermione lo miro, esperando una explicación, mientras el se sentaba. A pesar de la bronca que le daría su amig, no podia dejar de sonreír.
-por Merlin... ¿estabas con ella?- a Harry le divertía la idea de que llamará "ella" a Sev.
-si.-acepto Harry.
-y... ¿cuando nos contarás de la misteriosa chica?-pregusto Ron. Harry estuvo a punto de decirle "misterioso chico", pero se callo la boca.
-algun dia... prometo que será por lo menos 5 minutos antes de la boda.-Harry sonrio travieso.
-vamos, queremos saber quien es, y porque desapareces siempre.-Hermione lo miraba muy seria.
-¿cuando puedo desaparecer? Me paso todas las tardes castigado...
-entre el final de la clase y tu castigo, cuando sales a caminar... desapareces seguido.-objeto Hermione.
Sus dos amigos lo miraban muy serios, y sabia que no descansarian hasta que les dijera quien era "la misteriosa chica".
Harry suspiro.
-vale... pero no ahora. Se los contaré en la noche, cuando no estemos rodeados de gente.  Porque de seguro van a hacer un escándalo.-al decir eso Harry miro de reojo a Ron.
-¡Oye! Yo no haré ningún escándalo.
-¿como cuando te dije que Draco se uniría al ED?-Harry fue bajando la voz para que solo sus amigos lo escucharán.
-esto es diferente... y nada puede ser peor que saber que debemos soportar a Malfoy.
-oh, creeme que esto te parecerá peor.-sus amigos lo miraron con curiosidad.-pero cambiemos de tema. No les diré nada hasta la noche.-sentencio Harry. Sus amigos aceptaron a regañadientes.
Pasaron el resto de la tarde entre risas.
-.-.-.-.-.-.-.-.-
-Joder, que llegó tarde.-susurro Harry para si . mismo mientras corría escaleras arriba hacia la torre de Gryffindor.
Habia emprendido el camino de vuelta desde Hogsmeade con el tiempo justo para llegar a las mazmorras en hora, y se habia olvidado que debia pasar a buscar algo a su habitacion.
Cuando llego a la habitacion, rápidamente tomó su mochila y comenzo a hurgar dentro. No tardo en tantear un paquete y lo tomo.
Pero se sorprendio al ver que no era el que buscaba. Antes de devolverlo a la mochila, y lo examinó. ¡se habia olvidado por completo del paquete que le habia llevado Hedwing. Debia estar muy magullado después de tantas semanas.
Sobre el papel marrón había un trozo de pergamino, que a simple vista parecía manchado de tinta, pero cuando Harry se fijo bien, distinguio la desprolija caligrafía de Sirius:
Severus Snape.
¿porque decía eso? Harry dudaba que su padrino le mandara cualquier cosa a Severus.
Intento abrirlo, pero el papel se le resistía.
Luego de un minuto decistio. Luego le pediría ayuda a Hermione. Ahora, estaba llegando tarde a clase de Oclumancia.
Rebusca un poco mas en su mochila y encontro el paquete que necesitaba.
Echo a correr escaleras a bajo hacia las mazmorras.
Cuando llego, estaba jadeando. Toco la puerta y Severus no tardo mucho en abrir. Alzó una ceja al verlo así. Harry le explico que habia tenido que correr hasta la torre de Gryffindor, y de la torre a las mazmorras para llegar a tiempo.
-imprecionante. E igual llegas tarde Potter.-una sonrisa burlona bailaba en los labios de Snape.
-vamos, muévete o me arrepentiré de...-Harry no pudo terminar la frase, pues la chillona voz de Umbridge lo interrumpio.
-¿cree, señor Potter, que esa es forma de hablar con un profesor?-Harry se maldijo.
-no, profesora Umbridge.-mascullo.
-claro que no.  5 puntos menos para Gryffindor, y deberá pedirle perdón al profesor Snape. Ahora.
Harry mascullo una disculpa para el hombre.
-¿que hace por aquí,  profesora Umbridge?-cuestino Severus, enarcando una ceja.
-oh, Severus, venía a comunicarle que a partir de ahora me haré cargo de sus castigos con el joven Potter.
Harry se dio vuelta para mirarla tan rápido que le dolió el cuello.
-¿como?-pregunto incredulo Harry.-profesora.-agrego a regañadientes.
-como escucho, señor Potter. A partir de ahora me haré cargo de sus castigos.
-bueno -intervino Severus.-es una lastima, pues le he levantado los castigos a Potter ayer.
-¿y que hace aqui?
-le doy clases de apoyo de pociones.-explico Snape,  con el mismo tono de indiferencia que usaba con todos, todos menos Harry.-en lo personal, me encantaría no tener que soportar otro año al señor Potter, pero que se sacará una T hablaría muy mal de mi como profesor.
Luego de aquellas palabras los tres se quedaron unos segundos en silencio, mientras ambos profesores libraban una  batalla de miradas. Umbridge cedió primero.
-vale. Aviseme si vuelve a castigar a Potter. A partir de ahora,  me haré cargo de todos sus castigos.-Dijo la cara de sapo.
Severus asintio, fingiendo estar desinteresado en el tema.
-vale, pase señor Potter...-antes de que Harry pudiera entrar,  Umbridge lo tomo de la muñeca con poca delicadeza.
-¿que tiene ahí,  señor Potter?-Umbridge le arrebato el paquete de las manos y lo examinó.
-mi lechuza me lo ha traído hace un momento,  y como ya llegaba tarde, no tuve tiempo de ir a dejarlo a la torre de Gryffindor.-Harry estaba bastante nervioso.
-¿y que es?-pregunto Umbridge.
-una...-Harry titubeo.-una bufanda.
Umbridge lo miró desconfiada, y acto seguido rompió la envoltura del paquete. Harry se mordio el labio para no emitir sonido. Acababa de arruinar su regalo.
Umbridge sacó una bufanda, de las que vendían en el callejón diagon de las cuatro casas.
-¿y porque ha comprado una bufanda de Slytherin?-cuestino la profesora, todavia desconfiada.
-porque... porque no es para mi.
Umbridge enarco una ceja.
-¿Entonces...?-Severus la interrumpió.
-¿eso importa? Es una bufanda. Puede regalárselo a quien quiera. Y si nos disculpa, cuanto menos tiempo de mi sábado pase con Potter, mejor.-le arrebato el paquete roto y la bufanda a la mujer, y metio metió a Harry en el despacho de un tirón.
Poco después de que le cerrará la puerta en la puerta, se escucharon los pasos de Umbridge alejandose.
Severus fruncio el ceño.
-esto es malo.-parecía estar hablando más con si mismo que con Harry. Comenzo a caminar de un lado a otro, mascuyando cosas que Harry no entendia.
-mmm ¿Hola?  Por si lo olvidas, sigo aquí.-le dijo Harry. El hombre Lo miro, y parpadeo varias veces, como si hubiera olvidado que Potter estaba allí. Luego fruncio el ceño.
-esto es serio, Harry.
-¿por qué? Todavía no estoy castigado.-Harry se encogio de hombros.
-porque no dudará en castigarte por cualquier cosa.-su ceño se fruncio aún más, si es que eso es posible. Luego suspiro. Parecia varios años mayor de lo que era cuando se preocupaba.-no quiero que te pase nada.-dijo Sev.
Harry se acerco a el y le acaricio el afligido rostro.
-no va a pasarme nada.-le sonrio.-se necesita más que una pluma y una cicatriz para detenerme.
-Joder, no quiero que tu mano vuelva a empeorar.-tomo la mano de Harry y acaricio la frase que hace semanas había terminado de cicatrizar.-¿podrias intentar no meterte en problemas?
Harry lo miro con escepticismo.
-claro, porque todos estos años me busque los problemas yo mismo porque me encantan.
-para empezar, no sabes cerrar la boca.-Severus sonrio.
-podrias callarme tu.-Harry sonrio de lado. 
-en realidad, siempre que te callo es cuando empiezas a hablar y no debes.-la exprecion de Severus era risueña.
-no te has esperado lo suficiente.-Harry sonrio también.
-vale, vamos a probar una nueva forma.-dijo Sev, y acto seguido lo beso. 
Harry le siguio el beso, feliz de haberse salido con la suya.
-vamos, hora de empezar con la clase.-dijo Severus, al separarse de Harry.
-espera.-Harry le arrebato de las manos el paquete que contenia la bufanda.-toma, a que no adivinas que es.-Severus lo miro divertido y tomo el paquete con la bufanda a medio sacar.
-Wow, una bufanda, nunca lo hubiera sospechado.-dijo Severus, con la voz inundada de sarcasmo.
-no es mi culpa, ha sido culpa de Umbridge. No debería haber abierto el paquete.-Harry hizo un puchero y Severus sonrio. Lo beso.
-y ¿que estamos celebrando?-pregunto Severus, acariciando la bufanda.
-que por fin tienes otra prenda de color, además de ese odio pijamada.-Severus enarco una ceja.
-me encargare de que Albus te regale uno así para navidad.
-Joder,  si lo haces juro que...-Harry titubeo. No sabia que decir.
Severus se rió. 
-no podrías hacerme daño ni aunque quisieras.
Harry de cruzo de brazos y refunfuño.
-¿no teníamos clase?-gruño el chico. Severus sonrio, y deslizo sus manos por la cintura del chico.
-¿no estabas muy ansioso por ser el que se acostaba con el profesor?-cuestino Severus, a milimetros de los labios de Harry.
-no.-dijo secamente Harry. Severus lo miro divertido, y luego lo beso.
Harry no pudo resistirse más de unos segundos antes de devolverle el beso.
-te odio.-mascullo contra sus labios.
-que casualidad, yo te quiero muchísimo.-Severus se alejo y le sonrio.-ahora, vamos por la clase.
Harry se quejo, pero se concentro, y no tardo más de 5 segundos en echarlo de su mente.
-.-.-.-.-.-.-
-vale, creo que esta bien por hoy.-dijo Sev sonriendo, casi una hora después.  Harry le había bloqueado el Paso, y las pocas veces Snape que consiguio entrar el chico lo expulsó en segundos.-¿sigues con el sueño del pasillo?-era un recuerdo que habia visto repetidas veces en lo pocos segundos que habia conseguido.
Harry asintio.
-hace meses.-bufo.
-¿quieres que te de una pocion para dormir?
-si hicieras eso te amaria eternamente, Sev.-dijo Harry, emocionado ante la idea de una verdadera noche de sueño.
Severus sonrio, pero el gesto rápidamente abandono su cara.
-me he quedado sin.-el ánimo de Harry decayó.-pero si esperas un rato, puedo hacer más.
-¿seguro? Puedo esperar si tienes otras cosas que hacer.-dijo Harry, quien por "otras cosas", pensaba en Severus haciendo cualquier cosa con él unas horas más.
-no tardaré más de 15 minutos.-le sonrio y tomo la bufanda.-y tu puedes buscar un lugar para esto. La segundo prenda de color en mi armario merece un lugar especial.-dijo en tono sarcastico. Harry le saco la lengua, tomo la bufanda y se metio en su habitacion.
En realidad, se puso a cureociar la habitacion del hombre, pues nunca había estado de ella sin Severus.
Cuando habría un armario,  buscando la ropa, se encontro con un pensadero.
Su instinto le decia que cerrará la puerta y siguiera buscando, pero la curiosidad le ganaba. ¿y si tenia informacion sobre Voldemort, y sobre porque habia visto lo que habia visto? Harry no se resistio, y metio la cabeza.
-.-.-.-.-.-.-.-.-
Estaba de pie en medio del Gran Comedor, pero las cuatro mesas de las casas habían desaparecido, y en su lugar había más de un centenar de mesitas, orientadas hacia el mismo sitio, y en cada una de ellas, sentado con la cabeza gacha, había un
estudiante que escribía en un rollo de pergamino. Sólo se oía el rasgueo de las plumas y, de vez en cuando, un susurro cuando alguien colocaba bien el trozo de pergamino.
Era evidente que se trataba de un examen.
El sol entraba a raudales por las altas ventanas y caía sobre las cabezas de los alumnos, arrancándoles destellos dorados, cobrizos y castaños. Harry miró atentamente a su alrededor. Sev tenía que estar por allí… Ese recuerdo era suyo…
Y, en efecto, allí estaba, sentado a una mesa colocada detrás de Harry. Éste se quedó mirándolo. El adolescente Snape tenía un aire pálido y greñudo. Su cabello, caía sobre la mesa;y mientras escribía, tenía la nariz pegada al trozo de pergamino. Harry se colocó detrás de Sev y leyó el título de la hoja del examen: «DEFENSA CONTRA LAS ARTES OSCURAS. TIMO.»
Así pues, Severus debía de tener quince o dieciséis años, más o menos la edad que tenía Harry. Su mano iba rápidamente de un borde al otro del pergamino; había escrito como mínimo treinta centímetros más que sus vecinos, y eso que su letra era
minúscula y muy apretada.
Harry sonrio ante la visión del hombre/adolescente. Se veía muy tierno... y jodidamente atractivo.
Harry se quedo un rato observando a Severus, sin perder detalle de sus expreciones y gestos.
-¡Cinco minutos más!
Harry se sobresaltó al oír aquella voz. Giró la cabeza y vio la parte superior de la cabeza del profesor Flitwick, que se movía entre las mesas, a escasa distancia. El profesor pasaba junto a un muchacho de cabello negro y despeinado… Muy negro y
muy despeinado…
Harry se desplazó tan deprisa que, de haber sido sólido, habría derribado varias mesas. Pero se deslizó como en un sueño, atravesó dos hileras de mesas y enfiló un pasillo. La espalda del muchacho de cabello negro se acercó y… El chico empezó a
enderezarse; dejó la pluma encima de la mesa, cogió la hoja de pergamino y se puso a releer lo que había escrito.
Harry se colocó frente a la mesa y miró a su padre a la edad de quince años.
Notó una fuerte emoción y se le hizo un nudo en la garganta. Era como si se estuviera mirando a sí mismo, pero con algunas diferencias evidentes. Los ojos de James eran castaños, la nariz, un poco más larga que la de Harry, y no había ninguna cicatriz en la frente, pero ambos tenían la misma cara delgada, la misma boca, las mismas cejas; James tenía también el mismo remolino que Harry en la coronilla, las manos podrían haber sido las de su hijo, y Harry estaba seguro de que, cuando su padre se levantara, comprobaría que medían más o menos lo mismo.
James dio un gran bostezo y se pasó la mano por el pelo, despeinándoselo aún más. Entonces, tras echar un vistazo hacia donde estaba el profesor Flitwick, giró la cabeza y sonrió a un muchacho que estaba sentado cuatro mesas más atrás.
Harry volvió a sentirse embargado por la emoción al ver a Sirius haciéndole a James una señal de aprobación con el pulgar. Sirius estaba cómodamente repantigado,
y se mecía sobre las patas traseras de la silla. Era muy atractivo; el oscuro cabello le tapaba los ojos con una elegante naturalidad que ni James ni Harry habrían conseguido, y una chica que estaba sentada detrás de él lo miraba expectante, aunque
Sirius no parecía haber reparado en ese detalle. Y dos asientos más allá del de la chica (Harry notó un placentero cosquilleo en el estómago) estaba Remus Lupin. Estaba muy pálido y muy concentrado en el examen; mientras releía sus respuestas, se rascaba la barbilla con el extremo de la pluma, con el entrecejo ligeramente fruncido.
Eso significaba que Colagusano también debía de estar por allí… Y, en efecto, Harry no tardó en dar con él: un chico menudo con cabello castaño claro y nariz puntiaguda. Colagusano parecía nervioso, se mordía las uñas, tenía la vista fija en la hoja de pergamino y no paraba de mover los pies. De vez en cuando, miraba con
ansiedad la hoja del examen de su vecino. Harry se quedó observando a Colagusano un momento y luego volvió a mirar a James, que ahora garabateaba en un trozo de pergamino de borrador. Había dibujado una snitch y estaba escribiendo las letras «L. E.» ¿Qué significaban?
-¡Dejen las plumas, por favor!-chilló el profesor Flitwick.-¡Tú también, Stebbins! ¡Por favor, quédense  sentados en su sitio mientras yo recojo las hojas! ¡Accio!
Más de un centenar de rollos de pergamino salieron volando por los aires, se lanzaron hacia los extendidos brazos del profesor Flitwick y lo hicieron caer hacia atrás. Varios estudiantes rieron. Un par de alumnos de las primeras mesas se
levantaron, sujetaron al profesor por los codos y lo ayudaron a levantarse.
-Gracias, gracias.-dijo jadeando.- ¡Muy bien, ya pueden irse todos!
Harry miró a su padre, que había tachado rápidamente las iniciales «L. E.» que.había estado adornando, se había puesto en pie de un brinco, había guardado su pluma y su hoja de preguntas en la mochila y se la había colgado del hombro, y esperaba que Sirius se le acercara.
Harry miró alrededor y vio a Severus no lejos de allí; iba entre las mesas hacia las puertas del vestíbulo, y seguía repasando la hoja de preguntas del examen. Varias chicas lo miraban mientras caminaba distraido y Harry no pudo menos que sentir celos.
Un grupo de chicas parlanchinas separaban a Snape de James y los demás, y colocándose en medio, Harry consiguió no perder de vista a Sev mientras agudizaba el oído para escuchar lo que decían su padre y sus amigos.
-¿Te ha gustado la pregunta número diez, Lunático? -preguntó Sirius cuando salieron al vestíbulo.
-Me ha encantado.-respondió Lupin enérgicamente.-«Enumere cinco
características que identifican a un hombre lobo.» Una pregunta estupenda.
-¿Crees que las habrás puesto todas?-preguntó a su vez James fingiendo
preocupación.
-Creo que sí.-repuso Lupin muy serio, mientras se unían a la multitud que se apiñaba alrededor de las puertas, impaciente por salir a los soleados jardines.-Pero me habría bastado con tres. Uno: está sentado en mi silla. Dos: lleva puesta mi ropa.
Tres: se llama Remus Lupin…
Colagusano fue el único que no rió.
-Yo he puesto la forma del hocico, las pupilas y la cola con penacho.-comentó con ansiedad-, pero no me acordaba de qué más…
-¡Mira que eres tonto, Colagusano!-exclamó James con impaciencia.- Te
paseas con un hombre lobo una vez al mes y no…
-Baja la voz.-suplicó Lupin.
Harry, nervioso, volvió a girar la cabeza. Severua seguía cerca, absorto todavía en las preguntas de su examen, pero aquél era su recuerdo, y Harry estaba seguro de que si Snape decidía tomar otro camino cuando salieran a los jardines, él no podría seguir a su padre. Sin embargo, cuando James y sus tres amigos echaron a andar por la ladera de césped hacia el lago, vio con gran alivio que Snape los seguía. Todavía iba repasando la hoja de preguntas, y al parecer no tenía un destino fijo... y seguía atrayendo Muchas miradas, casi mas que los cuatro adolescentes que seguia Harry. Harry caminaba un poco por delante de él y así podía continuar observando a James y a los demás.
-Bueno, el examen estaba facil.-oyó que decía Sirius.-Me sorprendería
mucho que no me pusieran un «Extraordinario».
-A mí también.-añadió James, que se metió la mano en el bolsillo y sacó una indómita snitch dorada.
-¿De dónde has sacado eso?
-La he robado.-afirmó James sin darle importancia. Empezó a jugar con la
snitch, dejándola volar hasta que se alejaba unos treinta centímetros, y luego la atrapaba; sus reflejos eran excelentes. Colagusano lo contemplaba admirado.
Se detuvieron bajo la sombra del haya que había a orillas del lago, donde Harry, Ron y Hermione habían pasado un domingo terminando sus deberes, y se tumbaron en la hierba. Harry giró la cabeza una vez más y vio, complacido, que Snape también
se había sentado en la hierba, bajo la densa sombra de unos matorrales. Seguía repasando la hoja del TIMO, de modo que Harry también se sentó en la hierba, entre el haya y los matorrales, y de ese modo observaba a su padre y a sus tres amigos. El
sol hacía brillar la lisa superficie del lago, a cuya orilla se habían instalado el grupo de risueñas chicas que acababan de salir del Gran Comedor; se habían quitado los.zapatos y los calcetines y se estaban refrescando los pies en el agua.
Lupin había sacado un libro y se había puesto a leer. Sirius miraba a los estudiantes que se paseaban por los jardines, con un aire un tanto altivo y aburrido, pero con elegancia. James seguía jugando con la snitch, y cada vez dejaba que se alejase un poco más; la pelota siempre estaba a punto de escapar, pero él la atrapaba en el último momento. Colagusano lo observaba con la boca abierta. Cada vez que James la atrapaba de una manera particularmente difícil, él soltaba un grito de asombro y aplaudía. Tras cinco minutos, Harry se preguntó por qué su padre no le decía a Colagusano que se controlara, pero parecía que a James le gustaba que le prestaran tanta atención. Harry se fijó en que su padre tenía la costumbre de desordenarse el cabello, como si quisiera impedir que ofreciera un aspecto demaciado ordenado, y también miraba continuamente a las chicas que se habían sentado a orillas del lago.
-Guarda eso, ¿quieres?-acabó diciéndole Sirius cuando James atrapó la snitch de un modo magnífico y Colagusano lo vitoreó.-antes de que Colagusano se haga pis encima de la emoción.
Colagusano se ruborizó ligeramente, pero James sonrió.
-Si tanto te molesta…-dijo, y se guardó la pelota en el bolsillo. Harry tuvo la
certeza de que Sirius era la única persona por la que James habría dejado de presumir.
-Me aburro.-comentó Sirius.-¡Ojalá hubiera luna llena!
-¿Te aburres?-dijo Lupin sombríamente desde detrás de su libro.-Todavía nos queda Transformaciones; si te aburres puedes preguntarme la lección. Toma…-Y le pasó su libro.
Pero Sirius soltó un resoplido y dijo:
-No necesito el libro, me lo sé de memoria.
-Esto te animará, Canuto.-comentó James en voz baja.-Mira quién está allí…
Sirius giró la cabeza y se quedó muy quieto, como un perro que ha olfateado un conejo.
-Fantástico.-dijo con voz queda.- Quejicus.
Harry se volvió para ver a quién estaba mirando Sirius, deseando haber escuchado mal.
Snape se había levantado y estaba guardando la hoja del TIMO en su mochila. Harry tenia un mal precentimiento.
Cuando salió de la sombra de los matorrales y echó a andar por la extensión de césped, Sirius y James se pusieron en pie.
Lupin y Colagusano permanecieron sentados: Lupin seguía con la vista fija en el libro, aunque no movía los ojos y entre sus cejas había aparecido una pequeña arruga; Colagusano miraba a Sirius y a James y luego a Snape con avidez y expectación.
-¿Todo bien, Quejicus?-preguntó James en voz alta.
Severus reaccionó tan deprisa que dio la impresión de que estaba esperando un ataque: soltó su mochila, metió la mano dentro de su túnica y cuando empezó a levantar la varita, James gritó:
-¡Expelliarmus!
La varita de Sev saltó por los aires y cayó con un ruido sordo en la hierba,
detrás de él. Sirius soltó una carcajada Harry estaba petrificado en su sitio.
-¡Impedimenta!-exclamó éste señalando con su varita a Snape, que tropezó y cayó al suelo cuando se lanzaba a recoger su varita.
Muchos estudiantes se habían vuelto para mirar. Algunos se habían levantado y se acercaban poco a poco. Unos parecían preocupados; otros, divertidos.
Snape estaba tirado en el suelo, jadeante. James y Sirius avanzaron hacia él con las varitas levantadas; James giraba de vez en cuando la cabeza para mirar a las chicas que
había sentadas al borde del lago. Colagusano también se había puesto en pie y había pasado junto a Lupin para ver mejor. Harry sentia la ira dentro de él, y queria... quería... quería dañar a Sirius y James.
El descubrimiento de esto hizo que se distraje un poco, pero aun asi no podia apartar la mirada de lo que estaba pasando.
-¿Cómo te ha ido el examen, Quejicus?-preguntó James.
-Me he fijado en él, tenía la nariz pegada al pergamino.-aseguró Sirius con maldad.-Su hoja debe de estar llena de manchas de grasa; no van a poder leer ni una palabra.
Varios estudiantes que estaban mirando rieron; era evidente que Severus no tenía muchos amigos. Harry quería echarse a llorar. Queria abrazar al Severus y decirle que si,  que su padre era un idiota. Colagusano rió con estridencia. Snape, por su parte, intentaba
levantarse, pero el embrujo todavía duraba, de modo que forcejeaba como si estuviera atado con cuerdas invisibles.
-Esperen… y verán.-dijo entrecortadamente contemplando con profundo odio a James.-¡Esperen… y veran!
-¿Qué veremos?-preguntó Sirius impávido.-¿Qué vas a hacer, Quejicus, limpiarte los mocos en nuestra ropa?
Seversus soltó un torrente de palabrotas mezcladas con maleficios, pero como su varita había ido a parar a tres metros de él, no pasó nada.
-Vete a lavar esa boca.-le espetó James.- ¡Fregotego!
Inmediatamente empezaron a salir rosadas pompas de jabón de la boca de Sev; la espuma le cubría los labios, le provocaba arcadas y hacía que se atragantara…
-¡DEJENLO EN PAZ!
James y Sirius giraron la cabeza. Inmediatamente, James se llevó la mano que tenía libre a la cabeza y se revolvió el cabello. Por un segundo Harry tuvo la descabellada idea de que lo habían oído (pues, aunque nadie le oía,  se estaba dejando la garganta en gritos.), pero miraban en direccion contraria.
La que grito era una de las chicas de la orilla del lago. Tenía una poblada mata de cabello rojo oscuro que le llegaba hasta los hombros, y unos ojos almendrados de un verde asombroso, iguales que los de Harry.
Era la madre de Harry.
-¿Qué tal, Evans?-la saludó James con un tono de voz mucho más agradable, grave y maduro.
-Dejenlo en paz.-repitió Lily. Miraba a James sin disimular un profundo odio.-¿Qué les ha hecho?
-Bueno,-respondió James, e hizo como si reflexionara acerca de la pregunta.-
es simplemente que existe, no sé si me explico…
Muchos estudiantes que se habían acercado rieron, incluidos Sirius y Colagusano, pero Lupin, que seguía en apariencia concentrado en su libro, no se rió, y tampoco lo
hizo Lily.
-Te crees muy gracioso,-afirmó ella con frialdad.- pero no eres más que un sinvergüenza arrogante y bravucón, Potter. Déjalo en paz.
-Lo dejaré en paz si sales conmigo, Evans.-replicó rápidamente James.-Vamos, sal conmigo y no volveré a apuntar a Quejicus con mi varita.
A sus espaldas, el efecto del embrujo paralizante estaba remitiendo y Snape se;arrastraba con lentitud hacia su varita, escupiendo espuma de jabón.
-No saldría contigo ni aunque tuviera que elegir entre tú y el calamar gigante.-le aseguró Lily.
-Mala suerte, Cornamenta.-exclamó Sirius con viveza, y se volvió hacia Severus.-¡Eh!
Demasiado tarde: Sev apuntaba con su varita a James; se produjo un destello de luz, un tajo apareció en la cara de James y la túnica se le manchó de sangre. James giró rápidamente sobre sí mismo: hubo otro destello, y Snape quedó colgado por los pies en el aire; la túnica le tapó la cabeza y dejó al descubierto unas delgadas y pálidas piernas y unos calzoncillos grisáceos.
Muchos de los curiosos vitorearon a James, sobretodo algunas chicas que no se perdían detalle; Sirius, James y Colagusano rieron a carcajadas.
Lily, cuya expresión de rabia había vacilado un instante, como si fuera a sonreír, gritó:
-¡Bajenlo!
-Como quieras.-convino James, y apuntó hacia arriba con su varita.
Snape cayó al suelo como un montón de ropa arrugada. Se desenredó de la túnica
y se puso rápidamente en pie, con la varita en la mano, pero Sirius exclamó «¡Petrificus totalus!» y Severus volvió a caer de bruces, rígido como una tabla.
-¿te diviertes Potter?-la voz venía del exterior. Alguien dio un tirón, y en un abrir y cerrar de ojos Harry volvía a estar en la habitacion de Severus. Queria decirle que no se divertía.  Queria decirle que su padre y su padrino eran unos verdaderos idiotas.  Queria decirle que esos 5 minutos habían sido la peor cosa que habia visto jamás,  exceptuados quizá lo sucedido en el cementerio el verano pasado.
Pero su garganta se reusaba a dejar salir las palabras.
Severus tenía una mirada gelida, y si Harry no hubiera estado tan afligido, hubiera visto el dolor detrás. 
Severus despegó los labios para decir algo, pero fue tarde. Harry habia echado a correr como si el diablo lo persiguiera, y no paro hasta estar en su cama, en la torre se Gryffindor, con las continuas cerradas y un hechizo silenciador. Entonces, se dedicó a llorar.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Y bueno, me quedo bardo pendiente, pero el capítulo se hacia muy largo (?

¿puedo Llamarte Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora