capitulo 20

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-¿Harry? ¡Lo encontré!
Al instante Harry sintio unos brazos rodeándolo el cuello y apretandolo. Hermione lo estaba abrazando.
Apresuradamente Harry se puso de pie, arrastrando a la chica consigo (haciendo que solo mantenga el equilibrio apoyándose en él).
-tienen a Sirius, Hermione.-Harry la mía fijamente durante unos segundos, mientras ella comprende la información.-tengo que ir a salvarlo.
Se aleja de la chica, que por poco cae al suelo, y se topa con un obstáculo en su carrera a buscar a Sirius.
Neville, Ginny, Luna, Draco y Ron estaban parados frente a él. Todos lo miraban sorprendidos o confusos.
-Harry, espera.-Hermione se puso a su lado.-¿como lo sabes?-Harry miro a Hermione durante un segundo y ella lo comprendio.-¿lo dejaste entrar? ¡Dumbledore no quería que lo hicieras! ¡por eso te hizo estudiar Oclumancia!
-últimamente no he estado practicando demaciado.-confesó Harry.-pero eso no importa, tengo que ir a salvarlo Hermione.
-puede ser una trampa, Harry.-su siga lo miro, dudosa.-puede estar torturando a Sirius para atraerte.
-¿y que se supone que debo hacer? ¿dejarlo morir?
Se quedaron callados un segundos.
-antes de ir a ninguna parte, deberíamos comprobar que Sirius realmente este allí.-dijo Draco, y Harry lo miro exasperado.
-¡no hay tiempo para eso! ¡lo están torturando en este mismo instante!
-Harry, calma.-trato de tranquilizarlo Granger.-mira, hagamos esto: veremos si esta en... su casa. Si no es así, te acompañaremos a salvarlo.
Harry suspiro.
-bien, pero rápido. Iremos a ver a la profesora McGonagall.
Todos lo miraron y parpadearon, incrédulos.
-¿no lo sabes? -pregunto Hermione.
-¿saber que?-pregunto Harry, confundido.
-la profesora McGonagall esta en san Mungo. No nos dieron detalles, pero tuvo que ver con Umbridge.
Hermione hizo una mueca.
Harry se quedo plantado donde estaba un segundo.
-vamos.
Potter comenzó a caminar y todos lo siguieron, algunos apenas comprendiendo que pasaba.
-¿como piensas comprobarlo?-cuestiono Ron.
-por chimenea.-dijo Harry, como si fuera obvio.
-pero... Harry, todas las chimeneas están vigiladas y lo sabes.-dijo uno Hermione.
-no todas.-respondió el ojiverde. "La de Umbridge no" pensaron los 7 chicos a la vez.
-.-.-.-.-.-.-.-.-
Harry acababa de pasar por la chimenea, y su mitad superior apareció en Grimmauld Place, mientras Ginny, Draco Luna vigilaban en el pasillo, Ron y Neville distraían a Umbridge.
-¡SIRIUS! ¡SIRIUS!-Comenzo a gritar sin mucho resultado.
Entonces apareció Kreacher.
-La cabeza de Potter ha aparecido en la chimenea.-informó a la vacía cocina al tiempo que lanzaba furtivas miradas de triunfo a Harry.-¿A qué habrá venido, se pregunta Kreacher?
-¿Dónde está Sirius, Kreacher?-inquirió Harry.
El elfo doméstico chasqueó la lengua. -El amo ha salido, Harry Potter.
-¿Adónde ha ido? ¡Adónde ha ido, Kreacher!- Por toda respuesta, el elfo soltó una risotada que pareció un
cacareo.-¡Te lo advierto!-gritó Harry, consciente de que desde su posición no podía castigar a Kreacher.-¿Dónde está Lupin? ¿Y Ojoloco? ¿Dónde están todos?
-¡Kreacher se ha quedado solo en la casa!- informó el elfo con regocijo; a continuación, dio la espalda a Harry y echó a andar l hacia la puerta que había al fondo de la cocina.
-¿Adónde ha ido Sirius?-le gritó Harry.- ¿Ha ido al Departamento de Misterios, Kreacher?
Éste paró en seco. Harry sólo veía la parte de atrás de su calva entre el bosque de patas de sillas que tenía delante.
-El amo nunca dice al pobre Kreacher adónde va.-contestó el elfo.
-¡Pero tú lo sabes! ¿Verdad? ¡Tú sabes dónde está!
Se produjo un breve silencio; entonces el elfo riósocarronamente.
-¡El amo nunca regresará del Departamento de Misterios!- afirmó alegremente.-¡Kreacher y su dueña se han quedado solos otra vez!-exclamó, y siguió andando y se escabulló por la puerta que conducía al vestíbulo.
-¡Te voy a...!
Pero en ese mismo instante alguien tiro de el desde Hogwarts.
Lo sacaron de un tirón de la chimenea y Harry trago cenizas.
Tocio estrepitosamente mientras miraba a su alrededor.
Estaba jodido.
La "brigada inquisitorial" estaba allí, y tenia a sus seis amigos atrapados. El que habia tirado de el fue Goyle.
Y Umbridge tenía esa espeluznante sonrisa en la cara.
-¿Creían que después de lo de los Weasley iba a permitir que otra criatura entrara en mi despacho
sin que yo lo supiera? Luego de que se fueran, puse hechizos sensores de sigilo en la puerta de mi despacho, idiota. Quítale la varita-le gritó a alguien a quien Harry no podía
ver, pues Goyle lo tenia agarrado y con la cabeza apuntando al techo.- Quiero saber qué hacian en mi despacho.-dijo la profesora Umbridge.
-¡Quería... recuperar mi Saeta de Fuego! -repuso Harry con voz ronca.
-Mentira. Tu Saeta de Fuego está custodiada en las mazmorras, como sabes muy bien, Potter. Tenías la cabeza dentro de mi chimenea. ¿Con quién te estabas comunicando?
-Con nadie.-contestó Harry, e intentó soltarse, notando cómo varios cabellos se le desprendían del cuero cabelludo.
-¡Mentira!-gritó la profesora Umbridge. Le dio un empujón, y Harry chocó contra la mesa. Ahora veía a Hermione, a quien Millicent Bulstrode inmovilizaba contra la pared. También veía a Draco, quien intentaba zafarse del agarre y decía algo parecido a "¡Sueltenme! Mi padre se enterara de esto ¿saben quién soy? ¡soy un Malfoy!", aunque no estaba seguro pues sus palabras se perdían en el alboroto.
-Muy bien, Potter.-comenzó, exasperada.- Has colocado vigilantes alrededor de mi despacho y has enviado a esos payasos -señaló con la cabeza a Ron y a Neville.- para que me dijera que el poltergeist estaba provocando el caos en el departamento de Transformaciones cuando yo sabía perfectamente que estaba manchando de tinta las miras de todos los telescopios del colegio, porque el señor Filch acababa de informarme de ello. Es evidente que te interesaba mucho hablar con alguien. ¿Con quién? ¿Con Albus Dumbledore?
-No es asunto suyo. Yo puedo hablar con quien me dé la gana -gruñó.
El blandengue rostro de la profesora Umbridge se tensó un poco.
-Muy bien. Muy bien, señor Potter... Le he ofrecido la posibilidad de contármelo voluntariamente y la ha rechazado. No tengo otra alternativa que obligarlo. Crabbe, ve a buscar al profesor Snape.
Harry temblo. Sev.
En aquel momento, en el despacho sólo se oían los inquietos movimientos y los forcejeos de Ron y sus compañeros, a los que los alumnos de Slytherin intentaban dominar, y las quejas en aumento de Draco.
Harry volvió a mirar a la profesora Umbridge, que lo observaba atentamente. Sin embargo, él mantuvo una expresión insondable cuando se oyeron pasos que se acercaban por el pasillo y Crabbentró de nuevo en el despacho y le aguantó la puerta a Snape.
-¿Quería verme, directora?-preguntó éste, y miró a las parejas de forcejeantes alumnos con un gesto de absoluta indiferencia, aunque un destello de preocupación se dejó ver en sus ojos al pasar por Harry.
-¡Ah, profesor Snape!-exclamó la profesora Umbridge sonriendo de oreja a oreja.-Sí, necesito otra botella de Veritaserum. Cuanto antes, por favor.
-Le di la última botella que tenía para que interrogara a Potter.-contestó Snape observándola con frialdad.- No la gastaría toda, ¿verdad? Ya le indiqué que bastaba con tres gotas.
La profesora Umbridge se ruborizó.
-Supongo que podrá preparar más,¿no?
-como ya le explique -comenzó Severus mientras rodaba los ojos, exasperado- Tarda dos ciclos lunares en estar lista, así que la tendrá dentro de dos meses.
-¿dos meses?-chilló la profesora Umbridge inflándose como un sapo.- ¿dos meses, ha dicho? ¡La necesito esta noche, Snape! ¡Acabo de encontrar a Potter utilizando mi chimenea para comunicarse con alguien!
-¿Ah, sí? -dijo Snape, y miró a Potter directamente. Harry sabia que estaba diciendole idiota en todos los idiomas posibles.- Bueno, no me sorprende. Potter nunca se ha mostrado inclinado a obedecer las normas del colegio.
-¡Quiero interrogarlo!-gritó la profesora Umbridge fuera de sí, y Severus dirigió la vista al enfurecido y tembloroso rostro de la directora.- ¡Quiero que me proporcione una poción que lo obligue a decirme la verdad!
-Ya se lo he dicho.-repuso Snape con toda tranquilidad.- No me queda ni una gota de Veritaserum. A menos que quiera envenenar a Potter, y le aseguro que si lo hiciera yo lo comprendería, no puedo ayudarla.
Snape giró de nuevo la cabeza hacia Umbridge.
Harry se dio cuenta entonces que el era miembro de la orden, y que el podía ayudarlo. Trato con todas sus fuerzas de comunicarle lo que ocurría.
-¡Está usted en periodo de prueba!-bramó la profesora Umbridge, y Snape volvió a mirarla con las cejas
ligeramente arqueadas.- ¡Se niega a colaborar! ¡Me ha decepcionado, profesor Snape; Lucius Malfoy siempre habla muy bien de usted! ¡Salga inmediatamente de mi despacho!
Snape hizo una irónica reverencia y se dio la vuelta para marcharse. Harry sabía que aquélla era su última oportunidad de informar a la Orden de lo que estaba pasando.
-¡Tiene a Canuto! ¡Tiene a Canuto en el sitio donde la guardan!-dijo, tan rápido que temió que no se entendiera que queria decir.
Snape se paró con una mano sobre el picaporte de la puerta.
Lo miro, confundido.
-¡¿de que habla?!-chilló Umbridge.
-no tengo la menor idea.-dijo Severus y Harry temió que fuera cierto.
-.-.-.-.-.-.-
Luego de una gran mentira, un viaje al bosque prohibido que término con Umbridge en manos de los centauros y un gigante despierto, el uso de muchos surtidos saltaclases, Y un complicado viaje a Londres en thestrals, los 7 estaban por fin en el departamento de Misterios.
Alli se le habia presentado otro reto: la maldita habitación con las puertas giraba.
Tardaron más de lo que a Harry le hubiera gustado en encontrar la que deberían.
Luego llegaron al pasillo y cometió el error de tomar su profecía. Los mortifagos los rodearon. Destruyeron la sala entera y todas sus profecías (menos la que tenia Harry) y todos salieron corriendo a donde pudieron.
Eso tampoco salió bien. Pretificaron a Hermione y a Ron lo atacaron cerebros que habia detrás de otra puerta.
Volvieron a acorralarlos en la habitacion que tenia el gran arco del que salían misteriosas voces.
Gracias a Merlin la orden aparecio y los salvo de una muerte segura.
-¡Petrificus totalus!
Harry le atino a uno de los mortifagos que los perseguía.
-!Bien hecho!-gritó Sirius, saliendo de la nada, y le hizo agachar la cabeza al ver que un par de hechizos aturdidores volaban hacia ellos.-Ahora quiero que salgas de... Volvieron a agacharse, pues un haz de luz verde había pasado rozando a Sirius. Harry vio que Tonks se precipitaba desde la mitad de las gradas, y su cuerpo inerte golpeó los
bancos de piedra mientras Bellatrix, triunfante, volvía al ataque.
-¡Harry, sujeta bien la profecía, coge a Neville y corre!-gritó Sirius, y fue al encuentro de Bellatrix. Harry no vio
lo que pasó a continuación, pero ante su vista apareció Kingsley que, aunque se tambaleaba, estaba peleando con Rookwood. Otro haz de luz verde pasó rozándole la cabeza a Harry, que se lanzó hacia Neville...
-¿Puedes tenerte en pie? -le chilló al oído.- Ponme un brazo alrededor de los hombros...
Neville obedeció, y Harry tiró de el.
entonces un hombre se abalanzó sobre ellos y ambos cayeron hacia atrás. Neville se quedó boca arriba
agitando las piernas como un escarabajo que se ha dado la vuelta, y Harry, con el brazo izquierdo levantado intentando impedir que se rompiera la pequeña bola de cristal.
-¡La profecía! ¡Dame la profecía, Potter!-gruñó la voz de Lucius Malfoy en su oído, y Harry notó la punta de
una varita clavándosele entre las costillas.
-¡No! ¡Suélteme! ¡Neville! ¡Cógela, Neville!
Harry echó a rodar la esfera y Neville giró sobre la espalda, la atrapó y se la sujetó con fuerza contra el pecho. Malfoy apuntó con la varita a Neville, pero Harry lo apuntó a él con la suya por encima del hombro y gritó:
-¡Impedimenta!
Malfoy se separó inmediatamente de Harry y éste se levantó, se dio la vuelta y vio que Malfoy chocaba contra la tarima sobre la que Sirius y Bellatrix se batían en duelo.
Cerca de allí estaba Draco, quien ayudaba a Kingsley, intentaba no toparse con su padre.
-¡Harry, recoge a los otros y sal de aquí!-le grito Lupin.
Harry agarró a Neville de la túnica por un hombro y lo subió al primer banco de piedra de las gradas; las piernas de su compañero se sacudían, daban patadas y no lo sostenían en pie; Harry tiró de nuevo de él con todas sus fuerzas y subieron otro escalón...
Entonces un hechizo golpeó el banco de piedra donde Harry tenía apoyados los pies; el banco se vino abajo y él cayó al escalón inferior. Neville también cayó al suelo, sin
dejar de agitar las piernas, y se metió la profecía en el bolsillo.
Harry le puso fin al maleficio y entonces pudieron correr como unas personas Normales.
Harry no sintio los pasos que los seguían mientras se metía en la primera puerta que vio y dejaba la puerta abierta.
No era la salida, como habia esperado Harry. Era una habitación... ¿vacía?
No pudo cuestionarselo más porque Bellatrix entró detrás de ellos y justo después Sirius.
Bellatrix, que de movía más rápido que los tres horas hombres juntos, petrifico a Sirius, le ató las manos y las piernas y lo despetrifico.
-dame la profecía, Potter. O el la pagará
Harry, quien había tomado la profecía del bolsillo de Neville, se mordía dl labio y apretaba la esfera de cristal entre sus dedos.
-¡no los hagas...!-el comentario de Sirius se interrumpio cuando recibió y un crucio.
Chilló desde el suelo.
Bellatrix mantuvo un poco el maleficio y los detuvo. Miro a Harry.
-¿y, Potter?
Sirius negó con la cabeza. Harry no hizo ningún movimiento.
Bellatrix siguio torturando al hombre.
Tanto Harry como Neville estaban desesperados por hacer algo, pero estaban pegados en sus lugares.
En un momento, Sirius dejo de chillar. Harry penso en lo peor, pero no le quedo mucho tiempo para eso porque casi sin darse cuenta estiró el brazo hacia Bellatrix.
Ella no dudo en tomar la esfera y salir corriendo.
Harry, que se habia dado cuenta de su estupidez un minuto tarde, corrió tras ella sin siquiera a poder mirar a Sirius.
Bellatrix abrió una puerta y resultó ser la salía.
Corrió tras ella por el de cierto ministerio hasta llegar a la fuente.
Entonces Harry, quien (aunque le costará admitirlo) había aprendido algo de Goyle, lanzó un hechizo zancadilla.
La mujer tropezó y la esfera se callo y se rompió en mil pedazos.
Bellatrix chilló, muerta de miedo.
-¡lo intente amo! ¡lo intente! ¡no fue mi culpa!-chillaba la mujer.
-el no está aqui.-dijo entre jadeos Harry.
-¿ah, no, Potter?-dijo una voz aguda y fria.
Harry abrió los ojos.
Alto, delgado, tocado con una capucha negra, el aterrador rostro con rasgos de serpiente era blanco y demacrado, y unos ojos rojos con sendas rendijas por pupilas miraban atentamente a Harry... Lord Voldemort había aparecido en medio del vestíbulo y apuntaba con su varita al muchacho, que se había quedado petrificado.
-¿has roto mi profecía? -preguntó
Voldemort con voz queda observando a Harry con ojos rojos y despiadados.- Meses de preparación, meses de esfuerzo..., y mis mortífagos han
dejado que Harry Potter vuelva a desbaratar mis planes...
-¡Lo siento, amo, no lo sabía, yo estaba peleando con el animago Black!-gimoteó Bellatrix, y se arrodilló a los pies de Voldemort mientras él se le acercaba lentamente.- Amo, deberia saber que...
-Cállate, Bella.-le ordenó Voldemort con crueldad.-Enseguida me encargaré de ti. ¿Acaso crees que he entrado en el Ministerio de Magia para escuchar tus penosas disculpas?
-Pero amo... Él está aquí, está abajo...
Voldemort no le prestó atención.
-A ti no tengo nada más que decirte, Potter.-dijo sin inmutarse.-Ya me has fastidiado bastante, llevas demasiado tiempo molestándome. ¡AVADA KEDAVRA!
Harry ni siquiera había abierto la boca para defenderse; tenía la mente en blanco y apuntaba al suelo con la varita que sujetaba con la mano que le colgaba inerte a un lado.
Pero la estatua dorada del mago sin cabeza de la fuente había cobrado vida, y saltó al suelo desde su pedestal y se colocó entre Harry y Voldemort. El hechizo rebotó en su pecho cuando la estatua extendió los brazos para proteger a Harry.
-¿Qué...?-gritó Voldemort mirando a su alrededor. Y entonces susurró:- ¡Dumbledore!
Harry miró hacia atrás con el corazón desbocado.
Dumbledore estaba de pie frente a las rejas doradas.
Voldemort levantó la varita y otro haz de luz verde golpeó a Dumbledore, que se dio la vuelta y desapareció en
medio del revuelo de su capa. Al cabo de un segundo, apareció de nuevo detrás de Voldemort y agitó la varita
apuntando a lo que quedaba de la fuente. Las otras estatuas también cobraron vida. La estatua de la bruja corrió hacia Bellatrix, que se puso a gritar y a lanzarle hechizos que
rebotaban en el pecho de la estatua; ésta se abalanzó sobre la mortífaga y finalmente la inmovilizó contra el suelo. Entre tanto, el duende y el elfo doméstico se escabulleron hasta las chimeneas empotradas a lo largo de la pared, y el centauro, que ya sólo tenía un brazo, salió al galope hacia Voldemort, que desapareció y volvió a aparecer junto a la fuente. La estatua del mago empujó a Harry hacia atrás y lo apartó de la refriega, mientras Dumbledore avanzaba hacia Voldemort y el centauro galopaba en torno a ellos.
-Has cometido una estupidez viniendo aquí esta noche, Tom -dijo Dumbledore con serenidad.-Los aurores están en camino...
-¡Pero cuando lleguen, yo me habré ido y tú estarás muerto!-le espetó Voldemort. Luego lanzó otra maldición asesina a Dumbledore, pero no dio en el blanco, sino que golpeó la mesa del mago de seguridad, que se prendió fuego.
Dumbledore también usó su varita, y fue tal la potencia del hechizo que emanó de ella que, pese a estar protegido por su dorado guardián, a Harry se le pusieron los pelos de punta cuando el rayo pasó a su lado. Esa vez, Voldemort se vio obligado a crear un reluciente escudo de plata para desviarlo. El hechizo, fuera el que fuese, no le produjo daños visibles al escudo, aunque le arrancó una fuerte nota parecida al sonido de un gong, francamente estremecedor.
-¿No quieres matarme, Dumbledore?-le preguntó Voldemort asomando los entrecerrados y rojos ojos por encima del borde del escudo.- Estás por encima de esa crueldad, ¿verdad?
-Ambos sabemos que existen otras formas de destruir a un hombre, Tom.-respondió Dumbledore, impasible, y siguió caminando hacia Voldemort como si no temiera
absolutamente nada, como si no tuviera ningún motivo para interrumpir su paseo por el vestíbulo.- Reconozco que quitarte la vida no bastaría para satisfacerme...
-¡No hay nada peor que la muerte, Dumbledore!-gruñó Voldemort.
-Te equivocas.-replicó Dumbledore, que continuaba acercándose a Voldemort y hablaba con despreocupación, como si discutieran tranquilamente aquel asunto mientras se tomaban una copa. Harry se asustó al ver que Dumbledore

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