Capítulo 1

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Málaga, 2006.


Dakota POV.


-¡Dakota Mayi Johnson ponte la ropa ahora!

-No seas aguafiestas madre, a mi edad el mundo ya conocía todo de ti.

-Sí, pero mi hija no pasará por lo mismo, así que ponte algo encima o lo hago yo.

Pongo los ojos en blanco sin bajar las manos de mis pechos, los dos fotógrafos delante de mí no saben cómo reaccionar ante la perorata de mi madre y se limitan a guardar silencio con las cámaras en mano.

-Solo son fotos mamá.

-¡Fotos desnuda, Dakota! –Ella se quita el elegante saco que lleva encima y se apresura a echármelo encima, intento quitármelo, pero en el momento que bajo los brazos mis pechos quedan al descubierto y ella grita cubriéndome de nuevo. –Basta ya señorita, te están viendo por completo.

-Solo son un par de tetas pequeñas, joder mamá, han visto cosas mejores ¿O no?

Tony y Marcel, los fotógrafos españoles, siguen sin moverse ni un centímetro, no hablan una mierda de inglés y mi escaso español no da para explicarles que mi madre está loca.

Unos amigos me habían convencido para hacer algunas fotografías para ellos, trabajaban en una revista de moda y como yo no tenía nada que hacer mientras venía de vacaciones a España, acepté sin más.

-Nos vamos de aquí ahora mismo, espero que abajo no esté ya una ola de reporteros o te llevarás un buen castigo –dice mientras me viste como a una niña pequeña. - Y más vale que esas fotografías no salgan en ningún lugar o me veré obligada a demandarlos.

Ellos dan un respingo, parece que no desconocen del todo el idioma y se apresuran a explicar que se desharán del material enseguida.

-No puedes demandarlos si yo accedí a hacerlo –gruño mientras tira de mi hacia la salida.

-Puedo porque soy tu madre.

-Ya tengo dieciocho años –gruño mientras me arrastra por las escaleras, los pantalones que me ha puesto no son los míos y me quedan enormes, así que los sostengo de la cinturilla mientras intento mantener el saco cerrado.

-Hasta que tengas veintiuno sigues estando bajo mi mandato –su voz denota lo furiosa que está. - Así que limítate a obedecerme.

Aprieto los dientes mientras salimos del edificio, afuera ya hay una docena de reporteros esperando cerca del auto de Antonio que nos espera en la puerta, como mi madre sigue arrastrándome con fuerza no logro sostener la ropa sobre mí y los pantalones terminan deslizándose por mis caderas haciendo que los flashes se tripliquen mientras soy empujada dentro del auto y mi madre toma el lugar del acompañante al frente, no demoramos nada en salir pitando de allí.

-¿Qué te pasa? –la voz de mi hermana me sobresalta, va sentada sobre las piernas de mi madre en el asiento delantero.

-Nada –me cruzo de brazos mientras miro por la ventana.

-Tu hermana se ha montado una buena fiesta –le dice Antonio en español.

-Yo quiero ir a una fiesta también –replica ella.

Mi inmadura hermana de diez años se está convirtiendo en una niña caprichosa en toda la regla, me niego a mirarla mientras avanzamos a prisa por las calles de Málaga, puedo ver mi reflejo en la ventana del auto, me acomodo el fleco para que me cubra más la cara y oculte las emociones que pasan por mi cara, mi abuela dice que siempre he sido demasiado expresiva y se me nota con facilidad lo que estoy pensando.

Efímero - DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora