Capítulo 9

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Dakota POV.

No soy Dakota Mayi Johnson, no soy Dakota Mayi Johnson digo mientras aquellos desconocidos labios juegan con los míos, el chico besa de maravilla, no es que no me hubieran besando antes pero, no se compara con otros besos inexpertos que me han dado antes, no me toca mientras sus labios parecen querer absorber los míos y mis manos van a sus hombros, woah, hay músculos bajo su amplia y desgastada sudadera.

No debería dejar que este tipo que conozco hace pocas horas me bese y... ¡Espera!

Cuando intenta meterme la lengua me aparto empujándolo y en el proceso le muerdo, suelta una maldición y me mira enfurruñado con la lengua de fuera.

-Vuelve a hacer eso y te cortaré las pelotas con un cuchillo para la mantequilla.

-¿Es que nunca te habían besado? –el parece divertido y se limpia un reguero de saliva de la barbilla. Mierda ¿yo hice eso?

-Claro que me han besado, y muchos hombres guapos si puedo presumir –me cruzo de brazos y me aparto otro paso- ¿Sabes? Si solo me vas a traer aquí para tus clases, supondré que no soy la primera en caer en artimañas como estas.

-Oye, la primer lección de teatro siempre son los besos, aunque veo que te hace falta práctica.

-No te creo una mierda.

-Fue el calentamiento, a decir verdad eso es lo primordial, venga.

Hicimos entonces algunos estiramientos, lo primero que se hacía era activar el cuerpo eso lo sabía incluso yo, luego de eso Jamie me enseñó a hacer algunos ejercicios de voz, incluido cantar.

-Bueno, si tenías ganas de hacer teatro musical, olvídalo.

-No es lo mío.

-Gracias al cielo –el miró el cielo- bueno, creo que es todo por hoy, además muero de hambre.

-¿Eso es alguna clase de insinuación?

-Claro.

Puse los ojos en blanco mientras salíamos de allí, la ventaja de tener a James es que conocía bien la ciudad y disfrutamos de una buena comida económica, yo pagué, obviamente, pero después de eso le obligué a comprarme cigarrillos, hizo una mueca cuando le di una larga calada al primero y dejé escapar despacio el humo.

-¿Quieres?

-No, gracias –estaba tenso.- Ya que termines de jugar al tren, habrá que volver.

-Si no hay más remedio –di otra calada, se sentía bien- ¿Por qué oscurece tan temprano?

-Es casi invierno, por eso –miraba de soslayo el paquete de cigarrillos- ¿No eres muy joven para fumar?

-Tengo dieciocho –me encogí de hombros- mi padrastro y mi madre son muy viciosos.

-Menudo ejemplo.

Jamie POV.

Solo una calada, me decía mi mente, una y ya, adiós para siempre.

No joder ¿dónde estaba mi fuerza de voluntad? Tuve que arrastrar a la niña a la fuerza cuando llegó a la colilla de su cigarrillo y volvimos a su departamento, el guardia de la entrada le entregó el correo y subimos de nuevo al piso, al igual que el día anterior, había un montón de mensajes en el teléfono, yo fingí no ponerle atención mientras ella escuchaba los mensajes y me comencé a instalar de nuevo en la sala.

-Venga dramático –señaló con la cabeza el corredor donde estaban las habitaciones- puedes tomar una, no quiero que invadas la sala.

-Genial –tomé de nuevo mi maleta- ¿Puedo elegir?

Ella se encogió de hombros y siguió escuchando los mensajes, así que fui por el pasillo y abrí la primera puerta.

Vaya, debía ser el triple de grande que mi habitación en el departamento de Eddie, dejé la maleta aun lado y miré el lugar, había una cama doble, una mesilla de noche con una lámpara, un armario y un pequeño escritorio con una silla, todo con mucho estilo y en colores azules, posiblemente era la habitación para invitados, saqué mis pertenencias y las acomodé, no era mucho y si me echaba allí de una patada no tardaría nada en guardarlas de vuelta.

Pasé mi mano por encima de la cama, dormiría en sábanas limpias y calientitas después de todo este tiempo. Independizarse para ir por tus sueños podía llegar a ser una verdadera mierda.

Escuché a Dakota riéndose por algo afuera, al parecer hablaba con alguien y había dejado los mensajes para más tarde.

Tomé la única toalla que tenía y me la eché al hombro, la rubia estaba echada en el sofá de la sala hablando muy entretenida así que gesticulé que tomaría una ducha y apenas asintió, vi la pila de correo y tomé un diario que estaba allí para llevármelo conmigo.

A media ducha cuando cantaba animado y tenía la cabeza llena de un champú con aroma a frutos del bosque escuché la puerta abrirse, instintivamente me cubrí por delante y un segundo después la cortina de la ducha se corrió a un lado.

-Vale, creo que si te funcionará –sin soltar el teléfono, Dakota sonrió- Date la vuelta.

-¿Y mi privacidad? –gruñí.

-Esto te conviene.

Resoplé pero me giré, ella repasó mi abdomen y no hubo rastro de rubor en su rostro cuando lo miró atentamente.

-No es lo mejor que hayas visto Anne, pero tiene un buen torso y un culo de muerte.

Abrí la boca ¿qué demonios...?

-¿Qué tal se te da el modelaje? –no respondí porque siguió hablando- ya te digo que es buen actor, me sorprende que no hayas escuchado de él, así que lo llevaré a tu estudio la semana que viene... no, a mi madre no le importará, está bien, igual me da gusto poder hablar contigo de nuevo... adiós.

Se dio media vuelta sin mirarme pero tomó el diario que había metido al baño y se lo llevó bajo el brazo, así que salí a toda prisa de la ducha con la toalla rodeándome las caderas.

-¿Qué fue eso?

-Tu primer empleo –se dejó caer de nuevo en el sofá y buscó el control del televisor- ¿Dónde has dejado...?

-¿Para una película porno, acaso?

-Ya quisieras –encendió la televisión pero ni la miró, en todo caso tomó el diario y lo abrió- Anne es una amiga mía que ha abierto un estudio aquí hace tiempo, siempre anda a la caza de modelos.

-¿Modelos...? ¡Yo no soy modelo! Soy...

De entre el diario resbaló una revista hasta el piso, era una HOLA, no era común una por aquí y menos en el idioma original, intentó tomarla pero se la arrebaté y miré la portada, allí aparecía Antonio Banderas al lado de su esposa, Dakota se apresuró a quitármela pero la alcé sobre mi cabeza mientras la miraba con los ojos muy abiertos.

-¿Por qué te pareces a esta mujer?

-¡Dame eso! –Saltó hasta quitármela de las manos y en el proceso rasgó la portada- ¡Mira que haz hecho!

-Pero si fuiste tú –la miré- ¿Tienes algo que ver con ella?

-Por supuesto que no –apartó la mirada, como siempre, su rostro delataba todo y encajé las piezas.

James, diste con el premio gordo.

Efímero - DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora