Capítulo 11

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Jamie POV.

-¿Quién es Kiera...? ¡Ah!

-Joder niña –no tenía nada a mano así que me cubrí con las manos- ¿No te enseñaron a tocar?

-Lo siento, es que solo que... um... llamó tu amigo Eddie... -inclinó su cabeza- ¿Por qué te cubres?

-¿Cómo que por qué? –bufé- No deberías estar en mi camerino y... ¿Qué has dicho de Kiera?

-Nada importante –ella se muerde el labio- No le encuentro sentido a que te cubras, te vi igual en las fotos pasadas.

Estaba casi seguro de que me había quedado literalmente con la boca abierta y más porque ella se acercó despacio hasta mí, instintivamente enderecé la espalda sin dejar de cubrirme, pero Dakota caminó hasta quedar a un palmo de mí y lucía una pícara sonrisa.

-Mira que tener un ataque de timidez ahora –miró descaradamente mi torso- Ahora entiendo para qué sales a correr cada mañana, te viene bien el apodo que te ha puesto el equipo allí afuera.

Me tensé.

-¿Qué apodo?

-Torso dorado –sus ojos azules fueron a los míos y tuve que tragar- Y más con todo el aceite que te untamos.

-Es desagradable, ahora sal y déjame vestirme para que me lleves a comer.

-¿Qué te hace creer que te llevaré a comer? –Resopló y se cruzó de brazos rozándome el estómago con el movimiento- Podríamos hacer algo más interesante, Jamie.

-Me parece que las luces del estudio te afectaron niña boca de besugo –me reí para disimular mi incomodidad- Venga, me prometiste que iríamos por patatas.

-Um, es verdad, con vinagre –alzando una mano tocó la ligerísima barba que me cubría las mejillas- O podría untártelo...

Intenté retroceder pero mi trasero tocó el borde del tocador que estaba allí ¿Cómo me había dejado acorralar por ella? Más aun ¿por qué me estaba embriagando el olor de su perfume?

-Sabes no creo que...

-Quiero perder mi virginidad contigo James.

-¿...qué?

Dakota POV.

Su cara era un poema.

Jamie POV.

Joder. Joder. Joder. ¿Cómo...? Mierda.

Dakota POV.

Vi el momento exacto en que se le cayó la venda de los ojos.

Jamie POV.

La mini gótica boca de pez estalló en carcajadas mientras yo tuve que controlarme para no lanzármele encima, por un lago quería maldecirla y por otro estaba feliz de que, finalmente, las clases da actuación hicieran efecto.

-¡Por tu expresión parecía que te ibas a desmayar!

-No sé si darte una tunda o un diploma niña –su risa paró.

-¿En serio te lo has creído, verdad? –Daba saltitos en la punta de sus botas.

-No te creas mucho, solo te creí hasta eso último –volví a encararla- Pero debes saber que, si vuelves a hacer esa clase de jueguecitos, afrontarás las consecuencias.

Su valor se esfumó apenas un momento, pero de inmediato lo enmascaró y se paró lo más derecha que pudo, con esas botas su boca quedaba a la altura perfecta para que... ¡Para con esos pensamientos!

Efímero - DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora