Capítulo 8

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Dakota POV.

Necesito poner unas malditas cortinas hasta el piso, no sé qué hora es pero la luz entra por la ventana y tengo que cubrirme la cabeza con la almohada en un intento de asfixiarme y morir calientita entre las cobijas, obvio no funciona y a regañadientes me levanto de la cama: un inesperado día con sol me da la bienvenida a mi primer día en Londres, pego mi rostro en la ventana para ver las casas, los autos y la gente que me recuerdan que hay vida más allá de mi cama.

Dando saltitos enciendo el equipo de sonido y me saco la ropa para ducharme, me encanta bailar y cantar mientras me ducho desde que era pequeña y me doy el lujo de quedarme bajo el agua hasta que se pone helada, P!nk está sonando a todo volumen cuando salgo envuelta en una toalla y sigo bailando mientras me pongo unas medias negras rasgadas que tengo, unos pantalones cortos encima, me echo encima una camisa a cuadros roja y negra cuando alguien aporrea mi puerta y doy un salto. Joder, me olvidé del cleptómano.

-¡Se supone que las góticas no escuchan a Pink! –dice a gritos del otro lado de la puerta.

-Se supone que debes comportarte bien ya que te estoy dando asilo –me abrocho un par de botones y le abro la puerta- ¿Qué quieres?

-Tenemos cosas que hacer –me dice muy sonriente, va vestido del todo y su aspecto no es mejor que el de ayer con la ropa sucia. -Así que comamos algo y pongámonos en marcha.

-¿Debo tomarlo como mi primer clase? –digo saliendo de la habitación.

-Regla uno: siempre obedece al maestro.

Pongo los ojos en blanco mientras entro a la cocina y saco un cartón de huevos, queso y jamón, James me mira de una forma extraña pero no dice nada mientras pongo una sartén en el fuego y me pongo a batir los huevos.

-¿Te gustan los omeletes?

-Prefiero huevos escalfados, pero me viene bien –enarca una ceja- eres americana.

-Lo bueno es que no eres prejuicioso –pongo los huevos al fuego con un poco de queso rallado y jamón troceado, cuando me giro veo la mirada de James en mi escote un segundo antes de que me mira a los ojos, esta levemente ruborizado- ¿Qué me estás mirando?

-Le falta el botón de arriba a tu camisa.

Miro hacia abajo, es verdad, deja entrever mi sostén de encaje negro.

-Bueno, pero a una dama no se le mira así.

-¿Eres una dama? –Se cruza de brazos- Mierda, no lo había notado.

-De lo más raro que no lo notaras cuando te quedaste mirando mis tetas.

Suelta una risita baja y no dice más, tomamos el desayuno con té y pan tostado que James se empeñó en hacer, cuando acabamos me obliga a salir del apartamento, me meto las llaves, el dinero que me queda y la tarjeta en los bolsillos, una vez que vamos por la calle lo sigo como un corderillo al matadero, no sé qué pasa con él pero siento que puedo confiar en este indigente.

-Así que, Dak... ¿puedo llamarte así?

-No.

-¿Y Kota?

-¿Sabes? Mis padres me dieron un nombre y el mínimo respeto que merecen es que me llames como tal.

-Bien pues, Dakota –sonríe y giramos en una calle- hoy tendrás una de las mejores experiencias de tu vida.

-¿Me vas a presentar a George Clooney?

-No.

-Menos mal, fui a dos fiestas suyas y no es tan amistoso como en sus películas.

Efímero - DamieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora