CAPÍTULO 7

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Lucía sentía que ardía con cada mirada, cada beso, cada caricia... En solo segundos se deshicieron de la ropa; ambos necesitaban sentir el contacto piel con piel, y cuando Joe entró en ella lentamente, el tiempo se detuvo.
Lucía gimió y arqueó su espalda, mientras que Joe lamía su cuello para luego volver a su boca. Sus cuerpos encajaban a la perfección.

Sin dejar de abrazarse y besarse, el dulce vaivén del principio fue aumentando de intensidad. Y así, inmersos en un torbellino de pasión, llegaron al climax. En ese momento, Lucía sintió que el mundo desaparecía o que era ella misma la que explotaba entre sacudidas de placer. Nunca había sentido un orgasmo así, ni siquiera con Mateo, y mucho menos con los demás chicos con los que había intentado sacarse a éste de la cabeza. Con Joe había sido completamente distinto, todo había fluido de manera natural como si se conocieran desde hace tiempo, pero sin dejar de tener la emoción y el ímpetu de la primera vez. Joe, que había sentido algo parecido, se dejó caer sobre las mullidas y suaves almohadas de hilo blanco, llevándose a Lucía entre sus fuertes brazos para hacerla reposar sobre sus pectorales.

- Dios nena, ¡ha sido increíble! - dijo Joe. Ella solo sonrió y siguió escuchando cómo su corazón iba recobrando poco a poco el ritmo normal.

- ¿Estás bien? -preguntó Joe. Lucía movió débilmente la cabeza en modo afirmativo.

- ¿Seguro? Estás muy callada - insistió él.

- Estoy bien. Es solo que..., me quedaria aquí toda la vida - soltó casi en un susurro. Al escuchar eso, Joe sonrió y besó su pelo aspirando su aroma.

- Yo también, amor. Contigo he encontrado mi sitio preferido en el mundo - suspiró él, haciendo más fuerte el abrazo.

Al oír esto, ella reaccionó. <<¿¿Se puede saber qué has dicho?? No tienes remedio, Lucía. Esto era solo un polvo, y vas y..., ¿¿sueltas esto??>>, se reprendió mentalmente. De inmediato salió de entre sus brazos y se dispuso a vestirse, mientras que Joe la miraba sorprendido.

- ¿Pasa algo? ¿¿He dicho o hecho algo que no debía?? - preguntó incorporándose.

- No, no pasa nada. Es solo que..., se me hace tarde. África me espera y debo irme - contestó mientras se metía la pequeña camiseta de tirantes por la cabeza.

Al ponerse la prenda y mirar al frente, se encontró con el imponente cuerpo desnudo de Joe en pie, frente a ella.

- ¿Qué pasa, Lucía? - inquirió él. Ella miró hacia el gran ventanal, desde el que se veía una bonita estampa de la noche sevillana enmarcada en cortinas color albero. Sabía que si lo miraba a los ojos, ya no saldría de allí.

Joe, con un par de dedos, tomó su barbilla haciendo que se miraran cara a cara y, sin que Lucía lo esperara, la besó.

- No te vayas - pidió sin dejar de besarla -, no puedes irte ahora.

-Pero... - fue todo lo que Lucía alcanzó a decir antes de cerrar los ojos y volver a dejarse llevar.

África había llegado a casa y, después de tomar una ducha y ponerse ropa comoda, se había acurrucado en un rincón del sofá morado que abarcaba casi por completo el pequeño salón del piso que compartian su prima y ella. Con un gran vaso de Coca-Cola y un paquete de doritos, se dispuso a ver un par de capítulos de "The walking dead", mientras esperaba a Lucía.

A las 10:45, recibió un whatsap de Lucía diciendo que estaban en el hotel Alfonso XII. "Cenita, un buen polvo y para casa. Así que..., cena sin mí 😉. No te comas toda la pizza tú sola, ¡¡¡que te conozcooo!!! Luego te cuento. Recuerda que te quiero 😚😚😚" Aquella despedida, tan singular de Lucía, hizo sonreir a África. << Espero que aproveches bien la ocasión, primita. Un par de orgasmos es lo que necesitas para volver a ser tú >>, pensó y volvió a su serie.

Entre Gucci y Gominola.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora