CAPÍTULO 18

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El destino elegido para pasar el día fue Isla Canela; una playa no muy lejana de la capital andaluza. Las chicas optaron por ir allí, ya que era un lugar donde solía acudir poco turismo. Dicha playa aún conservaba algunas zonas vírgenes, y aquel fue requisito suficiente para decidir que era el sitio idóneo. Joe y Jael pasarían desapercibidos y no serían molestados por posibles fans.

El buen rollo que había entre los cuatro se hizo más notorio durante el trayecto en coche. Lucía buscó en la radio algo de música en español y, al escuchar los primeros acordes de la nueva canción de Enrique Iglesias, miró a su prima de manera cómplice. África, sentada junto a Jael en la parte trasera del amplio BMW X5, contestó a esa mirada con una sonrisa pícara. Al oír el pegadizo estribillo ambas empezaron a cantar a viva voz, para sorpresa de los chicos.

-"Si te vas, yo también me voy. Si me das, yo también te doy...mi amor. Bailamos hasta las diez, hasta que duelan los pies. Con él te duele el corazón y conmigo te duelen los pies..."

Joe y Jael las miraban embobados. Era muy divertido verlas así. Su alegría era contagiosa; tan contagiosa, que los dos terminaron cantando con ellas. Y así, entre canciones y bromas, se les pasó el tiempo volando.

A los chicos les encantó el sitio. Una preciosa playa de arena dorada con un hermoso mar en calma al fondo. Como las chicas esperaban, se encontraron con pocas personas y situadas de forma dispersa. Aquel lugar era simplemente perfecto.

Mientras Lucía estiraba sobre le arena una toalla que había sacado de su cesta de mimbre, África indicaba a Jael donde clavar la sombrilla. La atracción entre ambos era más que evidente. Cuando éstos se miraban, bromeaban e incluso cuando discutían la conexión era brutal. Joe, viendo que "su Gominola" estaba atareada, se tomó unos minutos para admirarla. La esperanza de seguir enamorándola, a pesar del plan de comportarse solo como amigos, cada vez se intensificaba más. Estaba seguro de que lo que la chica necesitaba era tiempo y él estaba dispuesto a esperar lo que fuese necesario.

- Más que una toalla, esto es una alfombra – bromeó Joe, al ver la gran tela circular perfectamente extendida.

- ¿Te gusta mi toalla? –preguntó Lucía sonriente.

- Me gustas más tú, aunque la toalla tampoco está mal – contestó en tono divertido. Así era como solía piropearla últimamente, para que no se sintiese incomoda.

Ella sonrió y sacó la lengua, en forma de burla infantil.

-¡¡¡Qué calor!!! Voy a probar el agua, a ver qué tal está – dijo Lucía deshaciéndose del ligero vestido color crema, mostrando el minúsculo y colorido bikini que llevaba debajo. Joe disfrutó al tener el bonito cuerpo de la chica frente a él y sintió cómo el suyo reaccionaba, recordando las veces que la había tenido entre sus brazos totalmente desnuda.

- Voy contigo, necesito un baño... ya - dijo, sacándose la camiseta por la cabeza e intentando recuperar la calma.

Una vez en la orilla, Lucía se detuvo a esperar que una de las tímidas olas acercase el agua a sus pies.

Uuff, está un poco fría!- exclamó al notar la frescura en sus dedos.

- ¡Qué fría ni qué nada, está buenísima! - dijo Joe al tiempo que se inclinaba, la cogía en brazos y entraba en el mar.

-¡No, Joe, por favor! - gritó ella - ¡¡¡Que está helada, por favor, nooo!!! – repetía mientras pataleaba y se agarraba con fuerza al masculino cuello, refugiándose en él. Joe, que estaba disfrutando del contacto piel con piel, reía mientras seguía avanzando sin intención de hacerle caso. Al llegar a una profundidad en la que el agua le acarició la cintura, se sumergió, llevando a Lucía consigo.

Entre Gucci y Gominola.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora