Capítulo 17

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- Esto es raro en mí, pero todavía no salgo de mi asombro. Cada vez que lo pienso me vienen unas ganas de reírme a carcajadas que no te puedes imaginar - dijo África chupándose los dedos, después de haberse comido el último bocado de su esponjosa bomba de fresa y chocolate. Sus comisuras habían estado en continuo movimiento sonriente desde que, dos días antes, ella y su prima descubrieran que habían estado relacionándose con los chicos de una Boy Band hiper conocida y exitosa.

Lucía dejó su pequeño brik de zumo de naranja sobre una esquina de la mesa donde ordenaba los nuevos complementos para vender. Durante todo el día anterior, había estado elaborando unas pulseras de cuero azul cobalto entrelazado con hilos de acero.

- Lo más fuerte de todo es que se quedan dos semanas más por aquí... - recordó y sintió que volvía a calentársele el estómago instantáneamente. Le pasaba cada vez que pensaba que tendría cerca a Joe todos aquellos días. ¿De verdad iba a poder adaptarse a esa nueva situación que él había propuesto y que ella había aceptado? ¿No era algo imposible después de lo que ya había ocurrido entre ellos? ¿Y si..., y si se echaba atrás y le decía que no podía ser su guía turística porque tenía mucho que estudiar y trabajar? No, no colaría. Iba a ser fuerte y fomentaría ese acuerdo de: "solo amigos". Sí, podía hacerlo. Solo era cuestión de acostumbrarse.

- Error, Luci - prosiguió África, sacándola de sus pensamientos -. Lo más fuerte no es que se queden más tiempo en Sevilla, lo más más más fuerte es que te has estado acostado con Joe Mcinlroy de New Bits sin saber que era él - sentenció y rompió a reír. Lucía la observó y apretó los labios controlando una sonrisa. Aquello que acababa de decir su prima, sin duda alguna, era lo más increíble.

- No te rías, que a ti debe faltarte poco para caer con Jael Kent... - sentenció elevando un poco la voz al mencionar al cantante, y vio como a la rubia se le acentuaba ligeramente el color de las mejillas.

- No lo creo - cabeceó de manera negativa.

Lucía elevó la mirada para observar cómo África ordenaba los tubos de Óleo dentro de su maletín.

- Te ha comido a besos y tú te lo has comido a él - espetó la mayor.

- Tanto como comernos a besos no ha sido - quiso corregirla. Lucía esbozó una sonrisa en mitad de un gesto incrédulo. Su prima no era de las que negaban las evidencias.

- ¿Sabes que esta tarde nos vamos a la playa? - comentó con naturalidad.

- Eso, tú a la playa y yo pasando más calor que un pollo asado debajo de este toldo. ¡Muy bonito, sí señor! - simuló quejarse.

Lucía rió y chasqueó la lengua.

- Ve al puesto de los bikinis, te regalo uno de esos de colorines que tantas ganas tienes de comprarte - la alentó, inclinándose para alcanzar su bolso y sacar la cartera. África terminó de acomodar sus pinturas y se puso en pie.

- ¿Que me compre un bikini? - preguntó extrañada.

- !Claro! Y a mi me traes otro. Los nuestros están todos guardados arriba del ropero y no vamos a tener tiempo de buscarlos. A las dos vienen a recogernos - habló con ligereza, al tiempo que África fruncía el ceño de forma involuntaria.

- Me encanta que nos compremos uno de esos bikinis, son la caña, pero la guía turística eres tú, no yo - espetó -. No pienso ir a la playa con vosotros... - añadió.

- Sí que vienes - asintió con autoridad.

- Lucilú, esta tarde tengo que hacer un tatuaje..., ni de coña voy a perder ese cliente - volvió a negarse.

- Llámalo y cámbiale la cita - resolvió Lucía.

- ¡Que no, Luci! - zapateó con un pie en el suelo.

Entre Gucci y Gominola.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora