Capítulo XLIII

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Tenía un plan.

Un estúpido plan pero al fin de cuentas era un plan en todo el sentido de la palabra.

Había dejado el Argo II y ahora me dirigía al Olimpo. Mi dichoso plan consistía en hacer que mis buenas amigas las náyades y Cylai hicieran algo bueno con mi apariencia e hicieran parecer que soy lo más parecido a una diosa mortal. Estando allí aprovecharía para echarle un ojo a los olímpicos y mirar que tan bien esta Apolo y Karissa, mi hija.

Cuando partí del Argo II las despedidas fueron algo agobiantes. Había aprendido a querer a esos chicos en el poco tiempo que estuve con ellos, además que Nico parecía igual de serio y atrofiado que cuando llego de la misión con Jason al palacio Diocleciano.

Después de la batalla con faetón perdí el conocimiento y fui llevada en forma plasmática hasta el campamento mestizo donde en una reunión de jefes de cabaña se me explico a detalle la situación. Rachel Elizabeth Dare había ido junto a Grover a convencer a Reyna de ir por la Atenea Partheneos, cosa que ya sabía gracias al sueño de Jason. Pero también me comunicaron que los romanos comenzaban a acercarse al campamento y que se les veían intenciones de guerra, creyeron que después de que convencieron a Reyna de hacer lo que Annabeth quería los romanos se retirarían. Yo les hice ver la situación y como estaban las cosas. Las cabañas más violentas (Esos niños de Ares) querían corresponder a la guerra pero les prohibí terminantemente salir del campamento.

Parecían de acuerdo la mayoría a mi última resolución pero no podía arriesgarme a que Octavian atacara y yo no haber metido ni las manos al fuego por mi campamento o que Clarisse convenciera a todos de luchar, por esa parte no la culpaba pues una parte de mí también quería dar un grito de batalla y cargar contra Octavian.

Es por eso que decidí irme del Argo II unos instantes después de recuperar la conciencia.

Los chicos lo entendieron totalmente y me despidieron.

El carro de sol es veloz, no tardare en llegar al Olimpo.

***

Desearía decir que no me lo esperaba pero estaría mintiendo, yo sabía exactamente que los Olímpicos solos eran un peligro pero al menos lo fueron solo para sí mismos y no terceras personas. Zeus/Júpiter está un poco chamuscado de forma muy parecida a Hefesto/Vulcano y el resto está peor. Solo que Atenea/Minerva junto a Poseidón/Neptuno están desaparecidos y también Afrodita/Venus.

Pero hay algo más, Artemisa/Diana y Apolo/Febo tampoco están el salón.

En cuanto noto su inasistencia salgo corriendo en busca de Cylai, ella está como de costumbre cuidando a Karissa en un pequeño saloncillo.

- ¡Señora! -exclama incrédula de verme allí y probablemente por mi ropa algo rasgada y chamuscada.

-Hola, Cylai. ¿Podrías decirme donde por el Hades esta Apolo y Artemisa? -pregunte agitada. En cuanto hable Karissa dio una risa alegre y alzo los brazos queriendo ser levantada pero no quería tocarla porque yo estaba sudada y sucia así que me limite a sonreírle.

-Ellos se han ido hace algunos días, no me han dicho nada, cuando se fueron no eran ellos, eran sus partes romanas y esas son aún más aterradoras así que me reserve las preguntas -admitió. Gruñí por lo bajo.

- ¿Cómo esta Karissa? -pregunte mientras la observaba jugar con una sonaja de oro.

-Está perfectamente bien -dijo mientras me observaba con detenimiento-. ¿Qué ha pasado con sus ropas?

-Larga historia -admití-. Cylai ¿podrías hacerme un favor? -pregunte directa al grano. Debía irme pronto si quería regresar para antes de que mis amigos semidioses llegaran a Epiro.

Hija de Mar y Tierra |ApoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora