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No era un lugar adecuado para la gran bruja de las llanuras. Y sin embargo allí se ocultaba, en la academia de la sagrada oscuridad, la renombrada institución famosa por sus investigaciones sobre las cartas de invocación.
Naturalmente "ocultarse" es solo una expresión. Cualquier mago normal hubiese disfrutado del desafío intelectual que suponía enseñar allí. La academia había sido originalmente un vulgar centro de investigación para adoradores devotos, pero todo había cambiado cuando su director recibió un mensaje divino del vidente Vizak que le incitaba a construir cinco casas. Desde entonces, la academia se había convertido en un respetado instituto de altos estudios de magia.
Freedonia había logrado infiltrarse en la academia dos años atrás, haciéndose pasar por una profesora cuyo nombre coincidía con el de la famosa bruja. Para pasar desapercibida, se había visto obligada a disimular sus vastos conocimientos de magia y se limitaba a enseñar trucos que ella consideraba infantiles pero que deslumbraban a sus alumnos. Para Freedonia, amante de la libertad por encima de todo, la disciplina de un trabajo fijo era un verdadero tormento.
Pero después de su charla con Vizak, no podía renunciar a su puesto fácilmente. Aun así, le dolía que Vizak hubiese fingido desinterés ante el destino de los humanos para después presentarse ante el director a sus espaldas. Se sentía como un títere de las maquinaciones de Vizak, aunque esperaba que tales maquinaciones surtiesen efecto, y pronto, porque cada dia que pasaba, el imperio de Dhees estaba más cerca de su aniquilación.
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No estaba muy claro cuando había comenzado a circular el rumor, pero alumnos de todas las razas y edades se agolpaban cuchicheantes en los pasillos.
-¡Hay un monstruo en la mazmorra de la academia!
Aunque los detalles variaban, todas las versiones coincidían en una cosa: que había algo raro encerrado en la mazmorra de la academia, un dato que parecían corroborar los misteriosos aullidos que ocasionalmente resonaban por los dormitorios durante la noche.
Una tarde tranquila, Freedonia se dirigió al director:
-Últimamente, los alumnos han estado difundiendo rumores que pueden resultar peligrosos –le dijo-.se están inventando unas historias de lo más fantástico. ¿No deberíamos hacer algo para atajarlos?
-Mmmm –el director reflexiono unos instantes.
Los alumnos de la academia eran realmente brillantes, pero muchos de ellos seguían siendo niños, ansiosos siempre de novedades que animasen el tedio de su rutina cotidiana. Unas semanas atrás, por ejemplo, había corrido el rumor de que el pelo de una de las alumnas tenía el poder de amplificar la magia, lo que provoco un verdadero circo de tirones de pelo con casi cincuenta alumnos mezclados en el alboroto. Freedonia, cuya paciencia estaba ya al límite como consecuencia de la monotonía de su trabajo, se juró que en el futuro atajaría cualquier rumor antes de que se le fuese de las manos.
Finalmente el director asintió:
-sí, probablemente tengas razón... creo que ha llegado el momento.
-¿A qué te refieres, director?
-profesora Freedonia, veo en ti un enorme potencial. Eres una digna heredera de tu tocaya, la gran bruja. Creo que eres la candidata perfecta para esta misión. Acompañame.
Con un revuelo de su toga, el director empezó a descender la larga escalinata que conducía a la mazmorra de la academia, húmeda y mal iluminada. Al llegar a un antiguo muro de piedra, el director lanzo un conjuro que hizo aparecer una pesada puerta de acero que se abrió en completo silencio.