Capítulo 2.

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Un peliblanco muy confundido releía la carta una y otra vez, tratando de encontrar algún indicio de que se tratara de una broma o una especie de juego absurdo, pero no, no había nada en aquella carta más que simples palabras de amor hacia su persona. Se sintió alagado y a la vez incómodo. Pues jamás pensó que una persona podría fijarse en él. Claro, a pesar de que no sabía que la mitad de las chicas del instituto estaban locas por él, nadie le había confesado sus sentimientos de esa forma.

Dobló la carta y la guardó en el bolsillo de su sudadera azul, mientras mordía su labio inferior con nerviosismo, pues en esa carta aquel chico confesaba que lo observaba seguido, no sabía si lo miraban en ese momento. Sin embargo, olvidó esa sensación cuando se sumergió en su lectura.

***

Justo cuando se levantó de su asiento para retirarse del lugar, como ya era costumbre, le dedicó una última mirada al libro que estaba por terminar para pensar un momento en esa misteriosa carta. ¿Qué podía pasar si respondía? No estaba seguro, de todas formas la desconfianza ganó su interminable debate mental y sólo guardó el libro en el estante, para después marcharse ignorando al chico castaño que paso a su lado en la entrada de la biblioteca. Le pareció familiar... ¡Por supuesto! Hiccup Haddock, el primer lugar en las mejores notas de la Universidad... Cuanto lo odiaba, aquel chico había llegado al mundo sólo para superarlo en todo; deportes, calificaciones, chicas-aunque solo le robaba la mitad de las otras chicas en el instituto- en todo. El muchacho de 20 años parecía ser un prodigio. Pero él, con sus 18 años era siempre el segundo en todo, bueno, el esfuerzo de todos modos le ameritaba mucho.

¡Cuanto odiaba perder!

Llegó a casa y se recostó en su sofá sin ánimos de nada. Haddock debía ser el típico patán que enamoraba a las chicas para después desecharlas como basura, pensó. Sin embargo, el castaño no parecía estar interesado en las chicas y eso era lo que más le molestaba.

—Estoy en casa.—escuchó la voz de su hermana mayor, bufo con cansancio, esperaba tener más tiempo a solas para pensar con claridad.

—Hola.—saludó a su hermana sin siquiera mirarla.—¿Qué tal te fue?—preguntó mientras la chica se quitaba el abrigo y entraba a la cocina. Entonces, decidió levantarse y acompañarla.

—Bien, hoy tuve que salir temprano, el laboratorio se congeló de nuevo.—dijo con cierto tono fatigado y se frotó el cuello con su mano.

—¿Otra falla?—dudo sorprendido—Elsa ¿Qué pasó ahora?

—Kristoff falló al momento de la dosis y su reacción química provocó un desastre.—respondió.

Jack apreció a su hermana con una sonrisa. Elsa siempre había sido paciente, incluso con sus compañeros de la Universidad, cuando era indicado. Llevó sus manos al cabello rubio platinado de su hermana y en una suave caricia le consoló por su fracaso, los ojos de Elsa expresaban mucho cansancio y se sintió mal por ella.

—¿Y que hay de ti?—preguntó esta vez la mayor cambiando de tema.

—Mmh...—se encogió de hombros —Nada en especial, lo de siempre. Sólo recibí una carta muy extraña.—agregó restándole importancia, pero él sabía que su hermana no tardaría en pedir detalles. Siempre se contaban todo.

—¿Extraña? ¿Qué decía?

—Una confesión de amor.

—Uuh, ¿una admiradora secreta?—soltó codeándo a su hermano pícaramente, Jack dejó escapar una carcajada por las preguntas de Elsa.

—Admirador.—corrigió, y ella lo miró confundida.

—Admirador.—repitió con incredulidad.-¿Es un él?

—Él.

—¿Él?

—Él.

—Oh, vaya. Eso es extraño...¡dejame leerla!—dijo alegre mientras rebuscaba en los bolsillos del menor, hasta que dio con la carta color verde. ¿Es que acaso su hermana tenía vista de rayos "x" o qué? Sus ojos recorrieron con rapidez la hoja y en un minuto apartó los ojos de esta.

—¿Qué piensas?—preguntó nervioso.

—Es adorable, esto lo tiene que ver Anna.—en seguida el albino intentó quitarle la hoja sin ningún éxito, sabía que pasaría si la menor de los tres hermanos se enteraba de algo así.

Persiguió a Elsa hasta su habitación, pero la puerta blanca de la dueña de la habitación se interpuso entre él y su carta. Suspiró, Elsa era muy madura para varias cosas, pero muy infantil para otras, eso era lo que más le agradaba de su hermana de 21 años, al menos con él era ella misma. En cuanto a Anna, ella era una carísmatica y hermosa pelinaranja de 16 años que disfrutaba pasar tiempo con Jack, pero sus clases siempre terminaban tarde y casi no pasaban tiempo juntos.

"Qué más da..."—pensó y regresó al sofá, ya recuperaría su carta en cuanto Anna llegara.

Solo Di Mi Nombre ~HIJACK~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora