Capítulo 10.

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Sintió las manos del castaño deslizarse lentamente hacia arriba, el simple roce de las manos del mayor le hacía estremecer, sin embargo permaneció inmóvil, permitiendo que Hiccup le quitara la polera sin el menor escrúpulo. Cerró los ojos, sintiendo que el aire le empezaba a faltar en el pecho, tampoco quería ver el rostro de Haddock, por miedo a la vergüenza que sentiría.

Hiccup, por otro lado, no dejaba de contemplar el delgado pero marcado torso del menor, tan blanco y esbelto. Para él, era perfecto.

Sus manos se deshicieron con facilidad de aquella estorbosa prenda, dejando ver la piel expuesta del menor, quien estaba muy sonrojado, y cuando Hiccup delineó con sus dedos el abdomen de Jack como si tocara un delicado cristal, que en cualquier momento pudiera romperse, o le manchase su pureza. Sus rostros empezaban a atraerse cual inseparables imanes y el roce de sus labios fue suficiente.

Unieron sus labios de forma instantánea e inevitable, saboreando la delicia de sus bocas, como si no existiera nada más en aquel universo en el que se perdieron.

El peliblanco cerró sus ojos, disfrutando el beso con necesidad, sólo cuando Haddock mordió su labio inferior pudo separarse de él para dejar escapar el aire, que llevaba conteniendo desde mucho, a través de un suspiro de placer. Sin embargo, el castaño estaba lejos de estar satisfecho.

Le besó de nuevo, más esta vez, con demanda y lascivia. Pegó su cuerpo más a Jack, acorralándolo en los lavabos de aquel baño escolar.

-Hi... Hiccup...-gimió el menor, aumentando el deseo del nombrado.

Hiccup siguió besándolo descendiendo, poco a poco, hasta llegar al cuello del ojiazul, donde se deleitó con la blanquecina y suave piel de su adorado peliblanco, mordiendo con delicadeza y jugueteando con su lengua en la nuez del joven.

Sus manos no se quedaron atrás, pues acariciaron la espalda del menor, mientras este jadeaba, embriagado por el aroma del castaño, ante las caricias y las nuevas sensaciones que empezaba a sentir. Pero él no quería ser el único que sintiera aquello, por lo que, con sus temblorosas manos, desabrochó la camisa de Hiccup.

En menos de lo que se dio cuenta, su miembro ya estaba totalmente despierto.

-Jack... No sé que es lo que me has hecho.-confesó el castaño jadeante, su mirada se centró en el pequeño bulto que el peliblanco tenía en los pantalones.- Por lo menos lo estás disfrutando. -rió feliz, por sentirse correspondido, pues tenía el temor de que el peliblanco lo rechazara.

-E..Es tu...culpa, imbécil. -articuló el albino con dificultad.

Hiccup volvió a reír, para después apoyar su mano en la entrepierna del menor, quien gimió ante el leve masaje que empezó a ofrecerle el castaño, estimulando su miembro por encima de la ropa.

Hiccup Haddock parecía un experto, y se preguntó si la experiencia la había tomado con otros hombres antes que él, lo que provocó que sintiera una inexplicable molestia. O quizá sólo era su miembro erecto que empezaba a doler y pedía atención.

El mayor, como si hubiera adivinado sus pensamientos, bajó los pantalones de Jack, junto con el boxer que este llevaba.

El peliblanco lo miró interrogante y él solo sonrió traviesamente, cuando se agachó a la altura de su miembro.

-¿Qué ha...-ahogó su pregunta con un gemido, cuando el castaño consiguió meterse el miembro de Jack a la boca impidiéndole hablar, por supuesto, obtuvo lo que quería: Frost gimió lleno de placer y echó su cabeza hacia atrás.

Lamió y estimuló el pene del albino, aumentando la velocidad, subiendo y bajando, mirándolo desde abajo con deseo. Sí, era deseo. El deseo de escucharle gemir una y otra vez sólo para él, que él fuera la única causa del placer del joven.

Jack Frost se aferró a la orilla de los lavabos, mordiendo su labio inferior para retener los gemidos que insistentemente querían escapar de su garganta. Hasta que, finalmente, no pudo más y se corrió en la boca de Hiccup.

Sabía extraño, pero aceptó saborear la semilla de su acompañante y deleitarse con ver el rostro sonrojado de Jack, se veía adorable.

Se incorporó y sensualmente se pasó el pulgar por los labios, satisfecho al ver que Frost le miraba con un tímido deseo. ¡Estaba para comerse! Jack contempló el trabajado y marcado abdomen de Hiccup, que se dejó la camisa abierta a propósito, para que el menor le siguiera viendo sólo a él.

No dijeron nada. Jack sólo le siguió con la mirada, mientras Hiccup iba por su mochila y sacaba su cepillo de dientes, para lavar su boca y no dejar algún rastro de lo ocurrido en aquel baño. Era lo correcto y al mirarse al espejo, se aseguró de que Hiccup no hubiera dejado alguna marca visible: al parecer no.

Se sintió aliviado. Sin embargo él sabía que las cosas iban a cambiar a partir de ese momento.

Solo Di Mi Nombre ~HIJACK~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora