Capítulo 28

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La habitación en la que se encontraba desprendía una curiosa combinación de olores; podía percibir el aroma a ropa recién lavada, su propio perfume viniendo suavemente de su cuerpo que, minutos antes, había salido de la ducha, acompañados por el olor de su comida, que terminaba de prepararse en la estufa de su cocina de estilo moderno, había preparado una de sus especialidades: estofado con verduras y pasta con queso, uno de sus mejores platillos, en su opinión. Se había colocado su bata de baño, para dirigirse a la cocina a apagar el fuego, esa noche se deleitaría con una deliciosa cena y con el sonido de la música que más le gustaba, eran sus planes en aquel viernes por la noche, después de una semana ocupada y llena de trabajo.

Apagó la estufa y después abrió una botella de vino que guardaba celosamente en su alacena, recargó su cuerpo en la encimera de la cocina y se sirvió una gran cantidad de vino en una copa de cristal con un tallo color dorado, contempló su departamento para distraerse, los muebles de cuero incorporados estratégicamente cerca del gran ventanal que le daba una increíble vista de la ciudad desde su pent-house, el suelo laminado bajo sus pies daba la impresión de que el lugar era muy cálido y hogareño, aunque no lo sintiera así en esa solitaria noche. Encendió la televisión y se dispuso a servir su cena, su estómago empezaba a gruñir en reclamo de tantas horas que llevaba sin probar bocado, todo por su trabajo, claro estaba. Se sentó en su comedor de cristal, colocando un mantel para que un plato humeante le acompañara después.

Iba a llevar el tenedor lleno de pasta a sus labios, cuando el teléfono fijo en el marco de su cocina sonó e interrumpió sus intenciones de cenar.

Contestó sin mucho entusiasmo, de verdad había deseado comer con tranquilidad.

—¿Diga? —habló con voz apagada.

Valka. —esa maldita voz, pensó cerrando sus ojos con fastidio, ¿después de tanto tiempo? Se preguntó, muchos recuerdos (y de ninguna manera buenos) vinieron a ella como un feo golpe de su pasado, removiendo cosas en ella que prefería olvidar.

—¿Qué es lo que quieres, Estoico? —espetó molesta, sujetando el puente de su nariz y rogando internamente que esa llamada terminara rápido.

Bueno... —se escuchaba titubeante y nervioso, lo que significaba que otra vez estaba en problemas, —Necesito ayuda. —soltó finalmente, después de muchos segundos de duda.

Valka suspiró cansada, sabía que su exesposo no le llamaría por nada bueno.

—No, Estoico. Hace años que dejaste en claro que yo ya no tenía nada que ver en sus vidas. —le recordó dolida, —Y a todo esto, ¿cómo has conseguido mi número?

Fui a tu antiguo trabajo... ellos me lo dieron. —admitió el hombre, ella exhaló escéptica; era increíble que la seguridad de las empresas fuera totalmente nula en esos días.

—¿Qué quieres? —volvió a preguntar, mientras buscaba sus cigarrillos encima de la barra de su cocina y encendía uno para calmarse, nunca le había hecho ningún bien hablar con el que antes fue su esposo.

Hipo se ha ido de casa, no lo encuentro por ningún lado y...

—Espera, espera. —le interrumpió indignada, la sola mención de su hijo comenzó a alterarla mucho más, —¿Se fue? ¿Qué le hiciste? —inquirió con furia, sabía que su pequeño, que ahora era un adulto, tendría un buen motivo para hacerlo.

Discutimos, me pateó y se largó. —respondió Estoico.

Claro, sólo estaba huyendo de ese monstruo...

Tal como hizo ella...

Más recuerdos llegaron, ella dio otra calada a su cigarrillo y trató de tranquilizar su respiración incontrolada, sujetó su cuello, como si sintiera las manos de Estoico nuevamente situadas ahí, lágrimas empezaban a escocer en sus ojos y contuvo un sollozo, por orgullo, y para que el hombre al otro lado de la línea no escuchara su momento de quiebre. Trató de apaciguarse y aclaró su garganta, en un intento por deshacer el nudo que se había instalado en ella, había necesitado de mucha terapia para controlarse de esa manera.

Solo Di Mi Nombre ~HIJACK~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora