Sorry ✧ bieber

Diez

Hailey
Rodríguez

—A mamá no le gusta Joe—lo oí decir—¿que se supone que haga?

—Seguir con Joe—sugerí con mi vista fija en la uña de mi pie izquierdo que pintaba con esmalte.

—¿Tu crees que deba?—susurro del otro lado del teléfono.

—Claro—tome el celular de entré mi hombro y cuello—Pattie sólo lo dijo... Para qué estuvieras enterado. No para que terminarás con ella.

—Mmh—murmuro.

—En que piensas—le pregunte.

—Tal vez es muy pronto...—volvió a murmurar.

—No lo sabrás si no te arriesgas—respondí. Oí como suspiraba—deja de complicarte la vida Bieber—trate de mejorar su humor—estas peor que mi Tía Carmela en temporadas de rebajas de la talla XS.

Su ronca risa sonó a través de la línea telefónica y yo sonreí complacida.

—Te he dicho que te adoró

—Todo el tiempo hombre—hable en español.

—¿Que?—susurro, reí —no es justo, apenas hablo inglés ¿que dijiste?

—Nada—dije sin importancia—por favor no termines con ella, la quieres. No es como con las demás chicas que sólo eran para "pasar el rato"—refiriéndome como el había hecho de todas las chicas con las que salió.

Tu también saliste con el, pensé. Pero ahora es mi mejor amigo.

—Eres genial Hails—hablo después de un rato en silencio.

—Me lo dicen todos mis amantes, lo se—presumí.

—¿Cuales amantes?—pregunto.

—Ya tengo que colgar, nos vemos mañana Drew—dije divertida.

—Hailey, ¿cuales amantes?—gruño.

—Adiós—le di al botón rojo de la pantalla. Mire mi celular, tenía una foto de Justin conmigo como fondo de pantalla. Deje mi celular en la cama cuando tocaron a mi puerta.

—Puedo pasar corazón—hablo mi mama del otro lado de la puerta.

—Si—dije cruzando mis piernas en la cama.

—¿Cómo estas?—pregunto sentándose en el borde de mi cama.

—Súper—respondí—¿y papa?

—Abajo, viendo su serie—indico rodando los ojos. Papá era adicto a esa serie mexicana muy popular—oye amor quería hablar contigo de algo—la mire para que supiera que le prestaba atención—el sábado van a venir tus tías y primos. Vamos a celebrar el cumpleaños de tu abuela.

Fruncí el ceño he hice cuantas en mi cabeza. Diablos, si. El sábado era el cumpleaños de la madre de mi padre.
La mayoría de mi familia paterna vivía en México. Pero algunos como mis abuelos vivían en América.

Entonces recordé: el sábado era lo de Amber.

—Mmh—medite—el sábado quede con Justin.

—Es el cumpleaños de tu abuela Susana—contraatacó—y hace mucho que no vez a tus tíos y primos.

Solté un suspiro. Tenía razón.

—Supongo que tendré que cancelar—mire mi celular—voy a llamarlo.

—¿Porqué no lo invitas a venir?—dijo y acaricio mi pie—ya lo conocen todos.