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Jordyn POV.
No tenía muchos ánimos de salir y tampoco estaba emocionada que digamos por la salida con Tyler.
Les explico:
Tyler se hizo mi mejor amigo al igual que Maddison el primer día que empecé el anteúltimo año del instituto. Ellos eran primos, sí, algo raro. Eran totalmente distintos.

Madd tenía el cabello castaño claro y le llegaba hasta la mitad de la espalda. Sus ojos eran color miel y respecto a la altura y al peso estaba normal. Le encantaba estar arreglada, vestirse bien y estar presentable. Era de las personas que sean las seis o las siete de la mañana se bañan de todos modos.

Tyler tenía el mismo color de pelo pero sus ojos eran verdes, era bastante alto, y lucía un lindo cuerpo. Solía ir frecuentemente al gimnasio, otro lugar donde lo conocí. Era amigo de James. Sí, otro problema.

En ésos tres meses, Matt no dejó de molestar. Intentó pedir disculpas, hablarme, enviarme regalos y más que nada mensajes por TODOS los medios habidos y por haber. Obviamente lo corrí de mi casa más de tres veces con la ayuda de James quién de vez en cuando le ponía los puntos. Sus padres y los míos no tenían ninguna relación. Si no me equivocaba, sus padres se divorciaron, Jenna se quedó con su hermana y él, como era obvio de saber, se quedó con el enfermo de Anthony.
Aún eran mis vecinos, un problema más.
Y para rematar, nos tocó juntos en el instituto.

Allí no le dirigí la palabra y por suerte no nos tocó ningún trabajo juntos. Lo único malo es que su casillero está al lado del mío y compartimos TODAS las clases.

Me encontraba charlando animadamente con el chico de ojos verdes, esos ojos que me hacían recordar tanto a Matt y a cada momento juntos que habíamos vivido...
Las risas, las noches de insomnio juntos, las bromas, las...

—¿Jordyn, me estás escuchando?

Reaccioné al instante y parpadeé varias veces mientras descruzaba mis manos bajo mi mentón dejando las mismas sobre mis piernas.

—Sí, me distraje un poco. ¿Qué me decías? —intenté sonreírle pero simplemente no pude.

—Quiero pedirte algo muy importante para ambos. —sonrió y estiró su mano sobre la mesa, incitando a que yo haga lo mismo y tomase la suya.

Le sonreí. En verdad era muy tierno conmigo, atento, carismático y tenía millones y millones de cualidades más. Pero no me sentía a gusto en tener una mentalidad entre nosotros de más que amigos.

Aunque físicamente, atraía.

Y mucho.

Tenía un nudo en la garganta y un mal presentimiento, siempre fui mala con eso de sentir que ocurrirá pero mi predicción se cumplió al ver un Matt ojeroso y desaliñado entrando por la puerta. Caminó con la vista en el suelo hasta el mostrador y pidió un café común y corriente, el chico que atendía le dio una palmada en la espalda para así regalarle una sonrisa.
Me paralicé por completo al sentir la mirada de Matt, la sostuve unos minutos. Sus ojos estaban clavados en mi, fríos y crueles. Su mirada era totalmente triste pero pacífica a la vez.

—¿Y bien? —volteé a mirar a Tyler cuando sentí su voz y fruncí el entrecejo—. ¡Mierda, Jordyn! Te dije algo importante para mí y ni te enteraste. —bufó jalándose los cabellos.

—Perdona, Ty. No quise ignorarte así, estoy un poco distraída es todo.

Miré sobre su hombro en busca de Matt y lo hallé. Seguía mirándome fijo. O mejor dicho, mirando fijo a Tyler.

—Bien. —tomó aire—. Siento que lo que iba a decirte ya no tiene tanto sentido. Jordyn. —intentó captar mi atención y le asentí mientras lo observaba con atención—. A ti todavía te gusta Matthew.

Miré mis manos mientras jugaba con mis dedos. Quizá tenía razón. Realmente todavía me gustaba y por eso no podía sentir nada por alguien más. Él había atrapado, capturado y hasta enamorado mi corazón. Nadie se lo quitaría. 
Todo me hacía recordarlo, las miradas de los demás, una simple prenda de ropa, un café. Por dios, el efecto que éste lugar hacía en mi.
Dormía todas las noches abrazando al precioso oso que me había regalado.
¿Recuerdan su nombre?

Todo me recordaba a él.

—Te gusta. —me sonrió con algo de nostalgia—. Lo sabía, mira. Intenté ayudarte a olvidarlo pero no puedo hacerlo sabiendo que lo amas. Simplemente Jordyn, deja tu jodido orgullo de lado para ser feliz.

—¡No es mi jodido orgullo! —me paré de la silla causando un gran estruendo y la mayoría de las miradas. Incluidas las del Chico Starbucks.
Tomé mi bolso entre mis brazos y lo aferré a mi pecho mientras caminaba a paso rápido por el medio del lugar con destino a la puerta.

Una mano me tomó de la muñeca y me di vuelta enfurecida y preparada para gritar pero no pude hablar. Moví mis labios y nada salía. Lo mismo hacía él.
Su mirada se mantenía con fiereza sobre la mía, sonreí al recordar. Sentí un revuelco en el estómago y luego unas inmensas ganas de llorar. Bajé la mirada al suelo para alejar las lágrimas pero no funcionó. Sus suaves dedos limpiaron delicadamente las pequeñas gotitas saladas que habían caído por mis mejillas, me sonreía mientras yo estaba totalmente desorientada y mis sentidos no se ponían en marcha.

—Te extrañé. —murmuró y sin esperar respuesta o algo, me envolvió entre sus brazos con ternura acariciando mi cabello con desesperación—. No tienes una idea... —se le cortó la voz y me separó para mirarlo. Me dedicó una sonrisa triste y reaccioné.

Quise callar a mi estúpida mente que solo quería besarlo o decirle lo cuanto que lo había extrañado pero no pude.
Simplemente sonreía como una idiota.
Jamás me había dado cuenta lo cuánto que lo había extrañado. Necesitaba tirarme literalmente a sus brazos y envolverlo en uno de esos magníficos y protectores abrazos que solo él sabía darme, sus miradas cómplices, cuando se desorientaba.
Tenerlo cada día en mi ventana esperando a que quitara el pestillo para así poder pasar y dormir juntos...

—Y yo a ti.

Abrió los ojos a tope al oír lo que dije. Me separé unos centímetros de él y ahora mi mente solo me decía que no debía caer de nuevo con él.
Estaba confundida, mi mente me alentaba pero me desalentaba a la vez.
Bufé y froté mis ojos con demasiada frustración y molestia.
Lo volví a observar y sonreía.
Sonreía con tristeza pero esperanza a la vez. Negué varias veces con la cabeza y me pellizqué para corroborar que era un sueño. No lo era.

—Solías hacer eso... —murmuró con una mirada triste y miró sus pies.

Sí, solía hacerlo. Y cada vez que lo hacía lo recordaba. Como absolutamente todo.

—Olvida todo... —hice una pequeña pausa—...Matt.

Salí del lugar martillándome mentalmente. Sí, era una maldita orgullosa, no podía negar que tenía unas inmensas ganas de que todo fuera como antes, de tenerlo a mi lado, de ser de nuevo lo que éramos. Lo extrañaba.

Paré en medio de la calle y me debatí si volver hacia dónde estaba o seguir.

Seguí mi camino hasta llegar a casa, y al llegar, me desplomé a llorar. Y por supuesto, lloraba por mí culpa. Estaba enojada conmigo misma, él, quería resolver todo y yo lo arruinaba más una y otra vez.

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¿Qué día cumplen años? 💝

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