Golpeados (pt 2.1)

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XXXI

Thomas sostenía la mirada entre las cortinas de su habitación mientras veía a sus amigos, Benson y Papaleta, alejarse por la siguiente avenida. Las luces del departamento estaban apagadas tal y como Benson las había dejado; sospechando que él ya se había quedado dormido de lo enfermo que estaba. Lo que no sabía, era que Thomas esperaba el momento perfecto para salir corriendo a la gasolinera abandonada, dispuesto a aliviar sus frustraciones sexuales.

Thomas: Bien... *apartándose de la venta* es mi oportunidad, no tengo tiempo qué perder...

Tomó las llaves y bajó al estacionamiento, sin ningún apuro; de lo contrario, un ligero descontrol y para mañana se convertiría en todo un violador. No era necesario intentar recordarlo, jamás había tenido que autocontrolarse como lo había hecho esta tarde. Papaleta insistía en hacerle compañía y cuidar de él. Era una tortura no poder ponerle las manos encima a ese cuerpo tan senil pero frágil. Tuvo fuertes deseos de querer quebrarlo todo de él.

Sin embargo, lo que menos se esperaba fue cuando Benson llegó a su habitación. Al verlo acercarse, podía sentir el calor de un cuerpo que se encontraba encendido por algún golpe desprevenido de placer. Thomas aún temblaba por resistirse a las tentaciones en ese momento.

Thomas: Eso estuvo jodidamente cerca... pude haber hecho una estupidez... *afectado*

Aparcó el auto frente a una tienda; era más bien un pequeño súper mercado. Cigarrillos y preservativos fueron su prioridad. Thomas caminó hacia los frigoríficos, revisó las bebidas y refrescó el calor de su cuello con una botella de agua simple; recordando lo que debía comprar.

Thomas: chocolates... cigarrillos... condones... Heh... mis tres "C" favoritas, otra vez...

Sus ojos se fijaron en los espejos de vigilancia, en una de las esquinas; un tipo que lo estudiaba a través del reflejo, acababa de bajar la mirada. Thomas cerró la nevera, sin perderlo de vista, y caminó de regreso por el pasillo de dulces. Otro sujeto, idéntico al del reflejo, caminaba en dirección contraria a la suya con una cámara en las manos. Sus instintos de espía no podían fallarle, era obvio que esos sujetos querían ser vistos por él.

Thomas: ¿Acaso crees que nací ayer...? *susurró alto*

Sin darle mucha importancia al asunto, Thomas fue directo al mostrador y agregó una extensa tira de condones a la compra. Una vez dentro del auto, volvió la mirada hacia el pequeño súper mercado; convencido de no reconocer a ese idéntico par, encendió el motor y se marchó.

Su destino se encontraba al otro lado de la ciudad desde la posición de su departamento. Llegar en auto le tomaría treinta minutos o más, dependiendo del tráfico. Bebió un poco de la botella y corrigió el espejo retrovisor... un auto detrás de él, iba con las luces apagadas.

Thomas: ¿Es en serio? *incrédulo* Podrían al menos fingir mejor que eso.

Dejó la botella sobre el asiento, pensó en distintos lugares a donde podría dirigirse y aceleró. Primero cruzó por el Cine-Plex para luego dirigirse al Reino de las Alitas; Thomas tomaba caminos aleatorios. Habiendo varios más directos para llegar, comprobó que esos tipos lo perseguían. Se estacionó frente al Centro Comercial Dos Picos para hacerles frente con la seguridad del establecimiento de su lado. No podría ir a la gasolinera abandonada si lo acosaban.

Thomas identifico a los mellizos; eran muy extraños. Ambos tenían el cabello ligeramente largo y oscuro. Sus ojos eran grises e intimidantes. Parecían estar llenos de malas intenciones y, para empeorar las cosas, estaban muy conectados. Thomas se cruzó de brazos, de pronto tuvo un mal presentimiento. Miró hacia el auto desconocido; alguien más se encontraba en él. Un tipo calvo con piercing en el puente de la nariz bajó, abriendo los brazos y sonriendo a sus anchas.

Regular Show - El Descanso de la Monotonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora