Dolor de Cara (pt. 1)

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XXXIX



Tenía la mirada fija en el techo, recapitulando todo lo que había pasado el día de ayer. Desde el momento en que cayó por las escaleras hasta... ¿hasta dónde? Thomas hacía el esfuerzo pero no recordaba con claridad. Sólo podía limitarse a ver el techo de una habitación desconocida.

Sus brazos extendidos ocupaban sus costados, sin poder moverlos con facilidad. El menor movimiento le causaba un punzante dolor en la espalda y en el cuello. Levantarse sería una tarea difícil... trabajar, sería una tarea imposible.

Daba la sensación de que alguien lo estaba observando y no se equivocaba. Paranoico esforzó su cuello y pronto desistió el peso de su cabeza a la almohada al comprobar que no se trababa de ninguno de esos lunáticos golpeadores; aunque el trauma era nada comparado al dolor.

Jeremy: Ya era hora. Teníamos pensado llevarte al hospital si no despertabas.

Thomas: A donde deberían llevarme... es a un manicomio.

Jeremy: Ya estamos metidos en esto, no tiene caso echarse para atrás.

Thomas: Sí, maldición... Mordecai también está en esto. *silencio* ¡¡Le dije mil veces que se fuera y luego... tú entraste a escena!! No sé qué haré con ustedes.

Jeremy vaciló la mirada e ingresó a la habitación con su computadora portátil bajo el brazo izquierdo, y una taza en la mano derecha de la que expedía el olor de un concentrado café. Un moretón en el pómulo izquierdo justificaba su pelea con Mordecai.

Jeremy: Yo no le tengo miedo. Ya vi de lo que es capaz, créeme, puedo ser mucho más terrorífico que ese tal Rustin. Preocúpate más por Mordecai, ayer no se veía nada bien.

Thomas: Es verdad *recuerda*, voy a llamarle ahora. ¡¡ngh...!!

El castaño realizó otro intento para tratar de levantare. De pronto un electrizante y punzante dolor recorrió por todo su cuerpo, afectándolo en puntos que no pensó que los golpes llegarían. Jeremy imaginó que se aproximaba, pero no fue así. Thomas volvió a pegar la cabeza a la almohada y se estremeció adolorido. Prefirió guardar la calma liberando un extenso suspiro.

Thomas: También quiero café...

Jeremy: ¿Negro y con tres cucharadas de morfina?

Thomas: Sólo dos. Siento como si hubiese caído por las escaleras unas... no sé... veinte veces.

Jeremy: No es algo que pueda sorprenderme... con todo lo que ha pasado.

La taza de café que llevaba Jeremy, en realidad era para Thomas. Así que, cuando él se la pidió, Jeremy se acercó a dejarle la taza sobre la mesita de noche que estaba al lado de la cama junto a sus ropas y pertenencias. Thomas extendió el brazo y tomó su teléfono celular.

Thomas: Mierda... ¿ya pasamos de las doce...? ¡Benson va a matarme!

Jeremy: Enviamos un mensaje por ti. Además, tienes descanso médico.

Thomas: ¿Cómo supieron sobre el descanso medico? *extrañado*

Jeremy: Lee los mensajes, genio. Papaleta contestó. Por cierto, la idea fue mía así que si te molesta pues... ni modo. No soy tu madre después de todo.

Thomas: ... nunca necesité de una de todas maneras.

Jeremy percibió un poco de malestar y resentimiento en el tono de voz de Thomas al mencionar las últimas palabras por lo que decidió apartar el tema por completo. Thomas abrió el buzón y observó que el mensaje iba para Papaleta quien les había respondido positivamente a tomarse la mañana libre puesto que tenía un descanso médico.

Regular Show - El Descanso de la Monotonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora