¡Buenos días! (pt. 1)

388 22 3
                                    


XXXVIII


El sonido de un auto aparcando y el movimiento en el exterior de la casa, lo despertó. Mordecai abrió los ojos, manteniendo la mirada fija en el techo de su habitación. Relajado y despreocupado, aunque un poco concentrado, descifraba las imágenes del extraño sueño que acababa de tener. – Era Rigby... – susurró; le habían rodeado decenas de espejos con su reflejo.

Permaneció quieto, recostado sobre su cama, y desnudo bajo la sábana. ¿Acaso Rigby había vuelto a cubrirlo luego de que discutieran? No lograba recordarlo y no tenía intenciones de hacer el esfuerzo. Se sentía en paz. La enfermiza necesidad por desmadrar a alguien había desaparecido sorprendentemente, al igual que su tristeza por su actual situación con Margarita. Se enderezó sobre el colchón, la manta blanca que lo cubría se deslizó hacia su ombligo. Observó sus manos, Rigby tenía razón, esa pomada misteriosa era muy efectiva.

Volvió a pegar la cabeza sobre almohada cuando de pronto escuchó un estruendo en la puerta principal, recordando que ya había amanecido y no por nada se sentía tan despierto. Era tarde. Apresurado buscó el reloj en el cajón, por poco y caía al suelo al enderezar la mitad de su cuerpo a un lado. Al tenerla entre sus manos, alcanzó a oír los pasos apresurados de alguien acercándose a su habitación atravesando el pasadizo. Cayo en la cuenta en que apenas eran las nueve, sin embargo era muy tarde para él. Sonriente pero resignado, se limitó a recibir lo que venía, pues era más que obvio que Benson iba a tras él ahora como un exterminador.

Benson: ¡¡Mordecaaaaai!! ¡¿Qué demonios haces aún en la cama?!

Mordecai volvió a tener cuidado de no caer a un lado de la cama debido a los gritos de su jefe; a pesar de haberlo adivinado. Benson ingresó de una patada a la habitación y la puerta había golpeado tan fuerte contra la pared, que profundizó otro poco la huella del picaporte en ella. Detrás de él apareció Skips quien iba de paso hacia la oficina, ignorando el sermón del pelirrojo. Mordecai devolvió el reloj al cajón y masajeó su nuca como quien acaba de cometer un descuido.

Mordecai: Perdón, Benson. Es que no escuché la alarma... *nunca la ajustaba*

Benson: ¡No quiero oír tus escusas! ¡¿Dónde está Rigby?!

Mordecai: No lo sé, acabo de despertar... Tal vez esté en su habitación.

Benson: Ah... es verdad. Lo había olvidado. Bueno... ¡Ya levántate! *tira de la sabana*...

Mordecai: ¡Espera...!

Sin poder reaccionar, observó cómo la blanca sabana bailaba en el aire mientras Benson tiraba de ella a un lado. Podía sentir en todo su cuerpo el aún frio ambiente de la mañana. Benson quedó boquiabierto ante la desnudes del peli azul pero sobre todo, por los moretones que se manifestaban y resaltaban la palidez en la piel de Mordecai.

Benson: ¿Qué es... esto? *preocupado*

La imagen autoritaria de Skips apareció del otro lado del marco de la puerta, interesado en la escena frente al peli rojo. Benson se dio por enterado de su presencia y no giró a ver a quien obviamente se encontraba a sus espaldas; pensó que ya tenía suficiente con sus imaginaciones disparatadas de lo que iba a venir después de la reunión con el resto de los empleados, no necesitaba verlo para empeorar su situación.

Mordecai, en cambio, logró apreciar el escaso pero notable rubor en el rostro de su jefe. Podía reconocer ese gesto en cualquier parte, Rigby solía mostrarse igual de disgustado pero avergonzado en aquellas situaciones comprometedoras. Como luego de que se besaran. Mordecai sospechó. Skips no vaciló en distraer al peli azul antes de que profundizara aún más su análisis visual, el cual comenzaba a estremecer el cuerpo de Benson. No era aceptable.

Regular Show - El Descanso de la Monotonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora