Centro de Juegos

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XXVIII

Adentrándose a la ciudad, Rigby veía interesado todas las decoraciones y remodelaciones, acabadas. La ciudad lucía mejor presentable y estructurada. Aunque con tanta gente acampando en los parques; dejando tirada su basura en el suelo, también lucía algo descuidada.

Rigby sintió que estaba en otro lugar. Si bien antes no conocía del todo la ciudad, ahora nada se veía como antes. Al instante, un clásico convertible negro pasó por su costado; el castaño quedó fascinado con el auto. Rigby y el conductor se vieron las caras cuando se detuvieron frente a la luz roja del semáforo; aunque aún tenía puesto el casco, podía sentir que lo miraba fijamente.

Rigby: ¿Acaso él intenta decirme algo...? *pensó, agudizando la mirada*

Notó que el conductor tenía el ojo seriamente amoratado y que, detrás de él, un grupo de adolescentes bebían y fumaban; atizando sus cigarrillos en el asiento y las ventanas. Estaban muy, pero muy ebrios, pensó Rigby; observando que algo colgaba en la parte delantera del auto.

Rigby: ¿Pero qué... qué es eso...? *susurró*

En la parrilla del auto, el grupo tenía sujeto a un par de muñecas inflables; de las que se emplean para fingir el sexo. Rigby nunca había visto una de esas antes. Entonces uno de los ebrios intentó alcanzar a Rigby, sin importarle que pudiera caerse; preguntando si quería una de sus muñecas.

– ¡Oye! *volviendo a extender el brazo en un agarre* ¡no se miran, se compran!

Rigby: ¡N-no...! yo no... quería, yo... sólo...

Rigby se aferró a Jared, quien estaba distraído revisando el teléfono celular. El apriete en su cintura lo alertó de que Rigby estaba asustado así que colocó una mano sobre sus muñecas para tranquilizarlo y guardó el teléfono. Cuando Jared giró para ver al sujeto y levantó el visor de su casco, Rigby notó que los muchachos repentinamente quedaron en silencio y apresuraron al lastimado conductor para que acelerara aún en luz roja. Rigby observó confundido al clásico convertible mientras era perseguido por una patrulla que acababa de salir de entre los arbustos.

Rigby: Oye, oye, ¿Qué fue todo eso que acaba de pasar?

Jared: Son demonios, están por toda la ciudad.

Extrañamente el cuerpo de Rigby reaccionó ante esas escalofriantes palabras, llevándolo a recordar todos los sucesos que creía haber olvidado en el submundo de Beelzeboss. Entonces Jared aceleró ante el cambio de luz y Rigby tuvo que alzar la voz para que pudiese escucharle.

Rigby: ¡¿Y ese muchacho...?! ¡¿Qué sucederá con él...?!

Jared: ¡Estará bien, no tienes que preocuparte! ¡Debe tratarse se algún idiota, además!

Rigby: ¡¿Cómo puedes decir eso?! *confundido*

Jared: ¡Sencillo... dame un minuto!

A lo lejos se divisó el centro de juegos. Nada fuera de lo normal, pensó Rigby; aunque estaba mucho más concentrado en su repentino malestar, esperando no caer enfermo de fiebre o cualquier otra repentina afección. Jared aparcó en el estacionamiento, a un lado de los camiones de carga para no estorbarles. Varios de ellos se encontraban estacionados frente al local.

Jared: En esta ciudad; bajo cualquier asunto que corresponda a la llegada del concierto, la única forma para que un demonio se meta en tu vida es dejándolo entrar. Así que él es el culpable.

Rigby: Ya veo. ¿Pero por qué alguien se metería con demonios? *ambos se quitan los cacos*

Jared: Existen varios medios, supongo. Tal vez apostó algo que no pudo pagar. Eso les encanta...

Regular Show - El Descanso de la Monotonía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora