— ¿Te encuentras bien?—la voz de Hannah vaciló.
No era la primera vez que mi amiga me veía dolida, pero sin duda lo que había hecho Seth Taylor resultó diferente a otras ocasiones donde alguien me había hecho sentir como mierda. Pero estaba vez, yo había ocasionado aquello.
Yo y mis torpes sentimientos que me hicieron hablar sin pensar.
«Tú querías que se marchara» Me recordó una vocecilla molesta.
Sí, eso había querido desde el principio. Antes de que... ¿Antes de qué exactamente dejé de desear eso?
—Estoy bien—me limité a contestar.
—No lo pareces—afirmó mi amiga—. ¿Quieres hablar?
Sacudí la cabeza. Mi mente era un manojo de nervios.
— ¿Te parece dejar lo de hoy para otro día?—pregunté, o más bien rogué para que Hannah accediera.
Ella hizo una mueca pero al final aceptó con la condición de que la llamara más tarde. Asentí y me despedí de ella.
El aire frío me golpeó al salir del instituto. El cielo se encontraba nublado. Pedí mentalmente que lloviera así nadie notaría las lágrimas que en algún momento iba a derramar.
Tragué con dificultad el nudo que se formó en mi garganta minutos atrás, y dolió. Dolió mucho.
Suspiré y obligué a mis piernas a caminar.
—Zoe—alguien me llamó.
No quería hablar con nadie.
—Zoe, espera—insistió esa persona.
Ian Wells apareció en mi campo de visión, deteniéndome.
—Ian—dije. Mis labios eran una firme línea.
—Te he estado buscando—comentó.
—Lo siento, yo...no me siento bien. ¿Podemos hablar luego?
Sus ojos me examinaron durante unos segundos. Le había prometido hablar después de clases, pero no tenía las fuerzas para hacerlos.
— ¿Te hizo algo ese cabrón?—gruñó, sin mencionarlo. Inmediatamente comencé a negar—. Lo vi salir del salón de ciencias molesto y Hannah me dijo...
—No Ian. Él no me hizo nada. —Decir su nombre no estaba en mi vocabulario en estos momentos—. Él ya estaba tenso, simplemente...
Me callé. No había razón para decirle a Ian que Seth ya no viviría en el mismo techo que yo. Y tampoco había razón para ocultárselo.
— ¿Y si te invito algo?—sugirió.
Lo pensé durante unos segundos y acepté. Todavía no quería llegar a casa. Seguramente Seth estaría empacando.
No me sorprendió tanto ver el auto de Seth afuera de mi casa, sin embargo, había imaginado que para esta hora el cuarto donde él dormía se encontraba vacío.
Observé algunas cajas dentro del auto.
Me dije mentalmente que no actuaría raro en cuanto lo viera. Me limitaría a llegar hasta mi cuarto.
—Sí...creo que es todo.
Una voz diferente fue la que habló. Esa voz no me resultaba familiar. Pronto encontré al dueño de esa voz. Era un chico alto, como de la estatura de Seth, mechones de su cabello ondulado caían sobre su frente, y su tez era entre morena y clara. Nunca lo había visto.
—Es una pena que Seth se mude; espero que su madre se recupere...Oh cariño, has llegado.
El amigo de Seth me miró. Articulé un hola, mientras mi mente seguía en lo que había dicho mamá. ¿Seth había dicho que se mudaba por su madre? Algo se apretó en mi pecho. Seth no lo había dicho, pero estaba segura que su madre ya no seguía en el mundo de los vivos. Así que había mentido. ¿Por qué? Puede que no quería hacer sentir mal a mi mamá. Ella lo quería como si fuese otro hijo.
—Zoe, él es amigo de Seth. Nick—nos presentó mamá.
—Hola—medio sonreí—. Seth nunca te mencionó.
—Me lo imaginé, nunca habla de su mejor amigo—se encogió de hombros—. Pero tú...De ti si ha hablado mucho.
Un calor repentino llegó a mis mejillas. Me negué a pensar en el motivo. Y no me había dado cuenta que mamá ya no estaba con nosotros.
—Seguramente me confundes con Alexa.
—No—Nick negó—. Conozco a Alexa, una chica un tanto superficial, agradable pero solo le importa su físico. Y definitivamente no hay parecido en el nombre, así que sí, eres la chica de la que me habló. Zoe.
Mi corazón dio un brinco loco, y esperaba no sonreír ante el comentario de Nick.
—Es una pena que él sea tan imbécil—dijo Nick—. Como sea, yo solo vine por sus cosas—levantó un poco la caja que sostenía.
—Ha sido un gusto conocerte—fui sincera.
—Lo mismo digo—contestó—. Hasta pronto señora Johnson. Adiós Zoe.
Mamá gritó un «hasta luego» desde la cocina.
—Nick...—lo llamé. Él me miró sobre su hombro. Me acerqué hacia Nick, así mamá no nos escucharía—. Seth no...no es por su mamá o su familia el motivo por el cual se va ¿cierto?
Nick dio un largo suspiro y me enfrentó.
—Eso no es de mi incumbencia Zoe. Pero tienes razón. No es por ello, aunque dada la expresión que tuviste cuando tu mamá mencionó lo de la madre de Seth diría que sabes la verdad.
No toda.
—Adiós Nick—le dije.
No vi que el auto se marchara, y tampoco tenía apetito, pero por mamá me comí un emparedado de mantequilla de maní. Y antes de entrar a mi habitación fui a la que solía ser de Seth. No quedaba nada de él. Sentí la cara húmeda. El inquilino de mi casa realmente se había ido.
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EL INQUILINO
Teen FictionSiempre consideré que tener a un completo desconocido en mi casa no sería buena idea. Y estaba en lo cierto cuando Seth Taylor apareció. Quizá convenció a todos con su arrogante sonrisa de modelo...pero a mi no. Seth esconde algo y lo voy a averigua...