~Capítulo 24~

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KAI'S POINT OF VIEW:

Abrí la puerta desesperadamente. El camino de vuelta de 4 horas se había transformado en uno de hora y cuarto con persecución policial incluida. No sabía quién coño estaba en casa pero de seguro que no tramaba nada bueno si se encontraba bajo las directrices de Darren. 

Cerré mis puños mientras subía las escaleras de dos en dos. No se oía ningún sonido en toda la casa y eso solo me hacía recordar las suplicas de Aria a través del móvil.

"No por favor.... ¡Suéltame!" se oía gritar a través del manos libres. 

"Kai corta la llamada. Eso sólo va a empeorar tu estado de ánimo y te recuerdo que ya estas conduciendo a 200 por hora" dijo Tom con tono calmado, intentando sin resultado ninguno, calmarme.

"Ah claro, debería cortar el único contacto que me permite saber lo que esta pasando allí dentro, relajarme e ir a 50 por hora ¡no te jode!" dije apretando aun más el acelerador. El cartel  de Ontario se vislumbro por unas milésimas de segundos, informándonos que ya quedaba poco para llegar a la ciudad. Las ansias y el temor me consumían. Si hubiera dejado que los cabrones de mis amigos condujeran de vuelta, aún estaríamos a medio camino.

"¡Basta! No, ni se te ocurra... ¡Kaaaaai!" se volvió a escuchar por los altavoces del coche.

Al escuchar mi nombre, la presión de mi pie derecho sobre el pedal de aceleración se tensó. Sin embargo, no pude escuchar nada más. 

"Lo siento bro, es por tu bien" dijo el increíble de mi amigo Brian, cortando la única opción que me mantenía unido a la chica de ojos castaños que tantos problemas me había traído estos últimos cuatro meses.

No me dí cuenta que mis manos estaban sudando por la tensión acumulada hasta abrir la puerta de la habitación.  La imagen que me encontré no era tan brusca como me imaginé que sería pero, cuando vi que su cabeza, hasta ahora gacha, hizo un leve esfuerzo para mostrar su fachada, el sentimiento de culpa se apoderó de mí.

Aria se encontraba sentada en el suelo con su espalda recostada en los pies de la cama. Sus manos estaban atadas por encima de su cabeza. Su mirada era inexpresiva. El brillo de sus ojos habían desaparecido aun sabiendo que había estado llorado ya que su maquillaje se había corrido. Sus labios formaban una mueca extraña que aún batallaba para decantarse como una de dolor o de repulsión. 

Me acerqué a ella rápidamente y me agache para liberar sus manos del fuerte nudo que le habían aplicado. Cuando lo conseguí, sus brazos cayeron al suelo. El fuerte impacto de estos no le produjo dolor. Ni siquiera se inmuto. Eso me hizo pensar en cuanto debía haber pasado sentada en esa postura para que ahora todo su cuerpo estuviera dormido, débil, casi inerte.

"¿Estas bien?" pregunté. De seguida me arrepentí cuando sus ojos chocaron con los míos y, de una vez por todas, conseguí apreciar ese pequeño destello de dolor oculto. "Lo siento, quiero decir..." No sabía que decir. Nunca me había encontrado en esta situación. Es cierto que habían habido casos de secuestros de chicas con las que solía tener rollos, con la finalidad de sacarme dinero. No obstante nunca lo conseguían porqué esas zorras no me importaban. En este caso tampoco podía decir que Aria me importase pero, ciertamente, era más importante que todas las demás chicas que había conocido en el pasado.

Aparté mi mirada de la suya. Me intimidaba el solo hecho de no saber encontrar las palabras justas para consolarla o, principalmente, suavizar un momento tan desafortunado como este. ¿A que me refería con desafortunado? En un principio, antes de llegar a "la escena del crimen" me imaginé lo peor: Una Aria estirada en la cama violada o incluso muerta.  Sin embargo, este no fue el panorama. Sí, se encontraba maniatada y muy afligida por lo sucedido pero nada me indicaba que había llegado a ser violada ya que estaba completamente vestida y sin un rasguño. No fue hasta que vi una extraña mancha roja en su cuello cuando mis nervios se dispararon.

Luces en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora