Batalla perdida

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Levanto la vista de mi Nintendo al escuchar a Bross reírse junto con Rodrigo, me les quedo viendo un buen rato antes de mirar sobre mi hombro y ver de lo que se ríen.

No me sorprende ver a dos chicas, no para nada. Lo que me sorprende es ver quien esta con ellas, es Basha. Ella hace mucho que no la veía, creo que desde que salimos de la primaria. Frunzo el ceño y me volteo para ver a Bross.

— ¿La conoces? –le pregunto.

— Sí, hace una semana salí con ella y, en verdad, estuvo muy bien.

— ¿Por qué lo preguntas, Diario? – Rodrigo ríe bajo al soltar su mal chiste con mi nombre, odio que hagan eso.

— Deja de hacer eso con mi nombre, Rodrigo. – le pido, cierro mi videojuego y lo guardo en el bolsillo de mi chamarra. – Debemos planear muchas cosas, por ejemplo: ¿qué haremos este fin de semana?

— Iremos a jugar futbol, ¿no? –Bross arquea una ceja. – Ya lo habíamos discutido.

— Bueno, sí, pero...

— ¿"Pero" qué, Dario?

— Elina quiere venir con nosotros. – vaya, si las miradas mataran ya estaría en un ataúd. Sé que la cague, pero es que ¿Cómo decirle "no" a Elina cuando hace esos tiernos pucheros?

— Dario, Elina no sabe jugar. – Rodrigo le da un trago a su soda.

— Sí sabe, es más, nos patea el culo a todos. Ella es sorprendente jugando.

— ¿"Sorprendente" eh? – Bross mueve simultáneamente las cejas.

Ya la cague. Dejo caer la frente en la mesa en donde estamos, escuchando de fondo como estos dos culeros se ríen de mí y sólo pido a la tierra me trague, ¿por qué nunca pienso antes de hablar?

Las risas de mis amigos cesan, eso es raro y más aún cuando siento una mano en mi espalda, ese contacto me hace enderezarme rápidamente. Desde que Elina me beso la espalda no dejo que nadie me la toque... la espalda, porque eso fue lo único que me beso. Tristemente.

Volteo y me doy cuenta de quién es: Basha. Ella me sonríe con esos dientes perfectos, sigue paseando su mano por mi espalda y sus ojos castaños reflejan muchas cosas.

Por el rabillo de mi ojo me doy cuenta que Bross y Rodrigo están más que idiotizados con ella, ruedo los ojos. Tomo la base de la silla, salto y jalo la silla a una dirección más lejos de Basha.

Ella lo nota, sé que se dio cuenta y aun así no deja de sonreír, ya no hay nada tierno de la pequeña Basha de mi primaria.

— Hola, Dario ¿Cómo has estado? Hace mucho que no nos vemos. – Su voz es melosa, es rara y sé que es su intento de ligar conmigo.

— Emm, sí. Hola, Basha.

— ¡Wow! Tu voz sí que ha cambiado. – se acerca un poco más a mí, hasta que sus pechos tocan mi hombro. – Deberíamos vernos este fin de semana, para actualizarnos y así.

— Lo siento, Basha. Estaré ocupado. – me encojo de hombros. – Eres guapa, pero no me interesas. Lo siento.

Me levanto de la silla, me despido de Rodrigo y de Bross con un movimiento de mano y me alejo de ahí, simplemente no soporto que me coqueteen tan descaradamente.

Tal vez sí, si lo hubiera hecho hace unos cinco o tres años, y vaya que me hubiera divertido con ella, pero ahora no. Ahora estaba Elina y quiero ser novio de Elina.

Querido Dario...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora