Al salir del baño mi habitación me recibe vacía, no está Aretha, pero sí sus cosas así que no me preocupo del todo. Salgo de mi cuarto, esperando encontrarme con ella ya sea en la sala o la cocina, pero a quien encuentro es a Esteban y Gerardo, el cual solo sé que esta porque ronronea.
Mi hermanastro al verme sonríe de lado, señalando la parte baja de la barra de su lado.
— Tu amiga sufrió un colapso. – dice, soltando una pequeña risa. – Fuiste muy directo.
— Bueno, ella estaba siendo demasiado indirecta y en eso soy un asco.
— También lo eres en las directas. – comenta Caleb tras de mí, lo volteo a ver sobre el hombro. A lado de mi hermanastro mayor está quien creo que es su novia, es atractiva y está muy sonrojada. – Buenas tardes a todos, de nuevo. Ella es María, María ellos son Dario – me señala. – y él es Esteban. – señala al menor de nosotros.
— Buenas tardes. – saluda María, sonriendo nerviosa. Es extraño saber que ella le metió un dedo a mi hermano, lo peor es que no le puedo decir nada... No quiero avergonzarla tan rápido.
— Hola.
— Buenas. – saluda animosamente Esteban.
— La que está oculta tras la barra es Aretha. – comento sonriente, haciendo salir a mi amiga de su escondite. Me ve furiosa, antes de voltear a ver a Caleb y María.
— Un gusto.
— ¿Por qué estabas escondida? – pregunta Caleb, frunciendo el ceño.
— No estaba escondida, acariciaba a Gerardo.
— Ajá. – susurro bajo.
— Bueno, pongan los platos y cubiertos, iré por mi compañero.
El anuncio de Esteban me hace voltear a ver a Caleb, él también se ve nervioso y es que nunca hemos conocido alguna pareja de nuestro pequeño engendro. Me encojo de hombros, queriéndole restar importancia o tensión al asunto, antes de ir a por los platos.
Aretha me ayuda con los vasos, mientras que María y mi hermano se encargan de acomodar los cubiertos y la mesa, retirando una laptop que de seguro es de Esteban. Hacen buen equipo; se complementan.
Doy por hecho que será Esteban quien sirva la comida, así que tomo asiento y a mi lado se sienta Aretha, volteo a verla y sonrío al ver jugar con sus manos sobre su regazo, ¿por qué está tan nerviosa? Tal vez sea porque es la primera vez que está con parte de mi familia, Elina no tenía ese problema. Quiero decir: ella bromeaba con mis hermanastros y era muy grosera, pero al menos se llevaban bien.
Mi amiga me voltea a ver, se sonroja al notar que la contemplo y baja la mirada, que boba más tierna.
— No te voy a morder, Are. – digo divertido, acomodándome mejor en la silla.
— Eso dijiste la última vez y no lo cumpliste.
— Venga, no me acuerdo. No vale.
— Viste el moretón que me dejaste en el hombro, idiota. – voltea a verme furiosa. – ¿Eso también se te olvido?
— No, no se me olvida, como tampoco se me olvida el chupetón cerca de mi...
— ¡Wo, wo, wo! – Caleb me interrumpe, volteo a verlo y está cubriendo con sus manos los oídos de su novia. – Mi chica está presente, promiscuos.
— No tienes ningún derecho a llamarnos así.
— ¿No?
— No, a quien le metieron el dedo fue a ti.
— ¡Dario! – Aretha me golpea el brazo.
— ¡¿Qué?! Es verdad, nos lo conto en la mañana y...
— ¡Y él es Javier Emmanuel!
Todos volteamos a ver a Esteban, a pesar de que mi hermano mide 1.67 metros y es considerado pequeño, a lado de ese sujeto parece de primaria. El chico a su lado a de medir unos dos metros, es más grande que yo y eso que soy de 1.85, demonios, mi hermanito debería estar muerto.
Javier tiene el cabello negro y corto, se ve gracioso. Es moreno, no tanto como Caleb, pero lo es y usa lentes... demonios, mi hermano sí que se consiguió el nerd de su salón.
Él nos saluda con un gesto serio, Esteban no deja de sonreír y me pregunto si le dolerán los músculos por sonreír tanto. Entonces le pide a su pareja sentarse, Javier duda un poco y decide tomar asiento frente de mí. Bien, gracias por hacerlo más incómodo.
— ¿Todos van a querer? – pregunta Esteban ya en la cocina. – Calenté el pollo en chipotle y pasta, mas ahí hay lasaña por si quieren.
— ¿Está bien eso para ti? – pregunto a Aretha. – ¿No son muchas calorías?
— Vete a la mierda, Dario.
— Auch.
— Por mi está bien. – Dice María, Caleb la voltea a ver como si fuera una diosa o algo, tal vez lo sea. Las chicas y la comida suelen ser un tema muy peleado entre nosotros. – ¿Quieres que te ayude a servir?
— No, así estoy bien, hermosa, gracias.
Y comienza a servir, la verdad es que mi mamá tiene un muy buen sazón en la comida, mi papá dice que es de parte de mi abuelo, pero nunca lo conocí. Murió antes de que yo naciera, así que no sé si creerle.
Volteo a ver una vez más a Aretha, sólo para saber si comerá o no, y me llena de felicidad al verla dar el primer bocado. No sé por qué, pero es lindo. Se ve linda.
Debo dejar de verla.
Centro mi atención en la comida, cogiendo pequeños bocados con el tenedor y escucho una risa, eso me hace voltear y veo a Caleb señalándome. Entrecierro mis ojos, María se ríe y asiente, mi hermanastro le da un beso en la mejilla y estoy seguro que le acaba de susurrar: "Te lo dije."
— ¿Es en serio? – la pregunta de Are me hace prestar más atención a lo demás. Esteban sonríe y Javier está sonrojado, ¿de qué me perdí?
— Sí, Javier me encontró llorando en la escuela después de un rechazo amoroso, no sé ni porque le conté lo que me había ocurrido, pero así fue. – da un trago a su bebida, la cual comparte con su pareja. Es tan raro. – Desde ese día nos volvimos amigos, luego me empezó a gustar y apenas ayer me correspondió.
— De seguro lo drogaste. – comenta Caleb y María le golpea en el hombro. – ¿Qué hice?
— No seas grosero, Caleb.
— No lo fui, sólo dije la verdad.
— Idiota. – me río bajo, volteo a ver a Aretha y ella está sonriendo. – ¿Por qué no dices algo?
— No sé. – alza un hombro, como queriéndole restar importancia al asunto, pero se ve a kilómetros lo nerviosa que está.
— ¿Te dan miedo mis hermanos?
— ¡¿Qué te pasa?! – cuestiona Esteban. – Soy su mejor amigo gay.
— ¿Y eso evita que te tenga miedo? – cuestiono volteándolo a ver, arqueo una ceja. – No lo creo.
— Eres un grosero. – aclara, viéndome seriamente mientras vuelve su atención a la comida y yo a Aretha, quien ha formado una fina línea con sus labios. ¿Se está conteniendo la risa?
— Te puedes reír, ¿sabes? No mordemos.
— Mentira. – dicen al unísono María y Javier.
Y está vez Aretha permite su risa salir de sus labios.
Me hubiera gustado no haberla escuchado, porque lo único que ha conseguido es gustarme más.
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Querido Dario...
Teen FictionMe llamo Dario Drek, soy mayor de edad así que no vayas a preguntar, con ese dato basta. Tengo dos hermanastros, con los cuales no me llevo del todo bien. Tengo dos grandes amigos que sé que nunca me fallarían, estoy locamente enamorado de una amig...