Ahora sí que me cago en todo, Aretha ha entrado al baño y no ha salido de ahí desde hace diez minutos, dijo que se sentía un poco mareada así que sí ¡Tengo derecho de asustarme! ¡¿Qué tal si está embarazada?! Oh mierda.
Salgo de mi habitación, cerrando cuidadosamente tras de mí y me voy a la sala, revisando mi celular. Tengo que pedir ayuda, mucha ayuda.
Marcó rápidamente el número de celular de Mario, el timbre suena una vez y me siento en el sofá; suena dos veces, recargo mi espalda, y una más.
— ¿Bueno?
— ¡Mario! – me enderezo, sosteniendo con fuerza mi celular. – ¿Qué tan amigo eres de Aretha?
— ¿Qué? ¿Dario?
— Sí, soy yo, ahora responde.
— Perdón, ¿cuál era la pregunta?
— ¿Estabas dormido? – frunzo el ceño. – Debes estar bromeando.
— No he dormido nada, mi padre nos puso a mi hermano y a mí a jugar en la nieve. Jamás se me habían congelado tanto las bolas.
No puedo evitar reírme a carcajadas, negando divertido con la cabeza. Yo también podría estar dormido, pero ahora no lo creo. Pensar que Aretha está embarazada... ¿qué haríamos? No estamos listos para eso.
— ¿Dario?
— Eh, sí. – cierro los ojos, frotándome la sien con la mano libre. – Sé lo que paso entre Aretha y yo en la fiesta de Fernando.
— ¿Y me lo vas a presumir?
— No, Mario, no. Yo... sabía que te gustaba, pero ese día estaba borracho, no me controle y pasó, lo siento mucho.
— En fin, a ella le gustabas mucho antes que Eso pasará, así que si ella es feliz. Yo también lo soy.
— No sé qué decir. – Solo espero no perderte como amigo.
— Di lo que tenías que decirme.
— ¿Aretha platico contigo respecto a ese día?
— Sí.
— Sabes que yo...
— ¿Le quitaste la virginidad? Sí. – oh, demonios ¿por qué cuentan todo las mujeres? – No me dio muchos detalles porque así se lo pedí, pero se veía muy feliz, claro, antes de que saliera después de su encuentro en el baño.
— Sí que la cague ahí, ¿verdad?
— Sí, bien cagada.
— Bueno, lo que quería saber es si no sé... ¿sabes si usamos condón?
— Hasta donde sé, no.
— Mierda.
— ¿Dario? – pego brinco y veo sobre mi hombro, Aretha me ve con el ceño fruncido desde el umbral. A pesar de que se ve pálida por todo lo que ha vomitado, se ve hermosa... mierda, ¿Qué tan enamorado estoy?
— ¿Sí?
— ¿Es Aretha? Salúdamela. – dice Mario al lado de la otra línea, suena muy divertido con la situación.
— ¿Tienes algo para el mareo? – pregunta Are.
— Dale algo que no dañe el embarazo. – Mario suelta la carcajada.
— Te odio. – cuelgo y suelto un suspiro, buscare algo para el dolor de cabeza. – Are...
— ¿Sí?
— ¿Desde hace cuánto tienes mareos? – pregunto un poco apenado. – Tal vez solo sea por la comida de mi mamá.
— Realmente no sé, pero si llevo como un mes con...
Sus ojos se abren con sorpresa y miedo, son las emociones correctas. Es obvio. Es una expresión normal que toda chica normal tendría después de que alguien le diera a entender que posiblemente este embaraza.
No la culpo por tener esa expresión. Estoy igual de asustado, pero creo que me imagine un poco diferente su reacción.
Ella vuelve dentro, cerrando la puerta con fuerza y yo estoy ya tras ella, siento mis piernas temblar. No puedo huir, la primera razón es porque afuera está nevando y es una tormenta total. Segunda razón, porque no quiero. Está asustada y yo también, por eso no la quiero dejar sola.
Intento abrir la puerta, pero está cerrada. Joder, no. Intento abrirla, incluso le empujo con mi hombro, pero no cede y comienzo a golpearla con la mano abierta.
— Are, abre ahora mismo. – pido, pero la puerta no se abre. – ¡Abre la puerta, maldición!
— Hey, ¿qué pasa? – Caleb sale de su cuarto, no trae puesta la camisa. – ¿Dario?
— Vuelve a tu cuarto, ahora.
— Oye, dime qué pasa.
— ¡Vuelve a tu jodida habitación!
— ¡¿Qué pasa?! – Esteban sale esta vez, solo con calzoncillos. Qué horror. – Es costumbre que se griten ustedes, ¿verdad? Pensé que ya se llevaban bien.
— Esteban, Caleb. – les volteo a ver. – En serio, vuelvan a sus cuartos y dejen de joder. Es algo entre Aretha y yo.
— ¿Qué le hiciste?
— ¡Nada! ¡Solo que no me abre...!
La ventana.
Comienzo a correr, saliendo del pasillo y me coloco solo una chamarra antes de abrir la puerta de la entrada y salir, cerrando tras de mí.
El frio me azota con fuerza, incluso me manda al suelo, pero me levanto rápidamente para poder ir hasta mi cuarto. Es complicado caminar con el viento en contra y la nieve acumulada, mas no me detengo y logro llegar. Golpeo con fuerza el vidrio, parece que mis manos se romperán... ya no siento los dedos.
La ventana se abre de golpe y tres pares de manos me jalan dentro, me retiran la chamarra cubierta de nieve y me es imposible enfocar la mirada. No puedo ni respirar, carajo.
Logro ver a Aretha, está llorando y sostiene mi cara entre sus manos, qué cálido se siente. Sonrío.
— Estoy contigo, ¿sí? – susurro para ella, aunque sé que mis hermanos y sus parejas siguen aquí, mis palabras van dirigidas a ella. – Estamos en esto juntos... Eres mi novia, recuérdalo.
Pienso en lo que he hecho y me dan ganas de darme un tiro; hice la típica escena bajo la tormenta todo por la persona que quier, supongo que si estás enamorado te vuelves idiota. Después darme cuenta, todo se vuelve negro.
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Querido Dario...
Teen FictionMe llamo Dario Drek, soy mayor de edad así que no vayas a preguntar, con ese dato basta. Tengo dos hermanastros, con los cuales no me llevo del todo bien. Tengo dos grandes amigos que sé que nunca me fallarían, estoy locamente enamorado de una amig...